El síntoma Masip y el futuro del Palau
El ya ex director técnico lamenta la forma en que le ha tratado el club azulgrana: "Creo que no me merezco ese final"
Enric Masip se despidió ayer del FC Barcelona después de 23 años de militancia en el Palau Blaugrana. Al exjugador y ex secretario técnico del equipo de balonmano no le acompañaba ningún directivo —la junta ya se expresó por su cuenta la pasada semana— y, en cambio, contó con el apoyo de Albert Perrín y Jacint Borras, miembros del consejo que presidió Joan Laporta. La situación escenificó el desencuentro de Masip con la junta de Sandro Rosell después de haber sido uno de los símbolos de la etapa de Laporta.
El adiós tuvo consecuentemente una carga emocional. “Mi salida no ha sido digna ni tiene justificación”, argumentó Masip. “La única alternativa era firmar la rescisión del contrato —vencía en 2014— o el despido. Y cuando te ponen una pistola en la cabeza... Aceptas o disparan. No quería llevar al club a los juzgados”. El consejo, por el contrario, argumenta que se negoció el acuerdo y que su salida obedece a la necesidad de reducir costes y optimizar recursos. Los ingresos de Masip eran excesivos a juicio de los actuales dirigentes del Barcelona.
Hay una segunda lectura en la despedida de Masip que se desprende de la política de austeridad emprendida por el consejo de Rosell, especialmente interesado en amortizar puestos de trabajo y reducir la masa salarial —el déficit de las secciones ha pasado con Rosell de 47 a 38 millones—. La tendencia es que cuando sea posible las funciones de los secretarios técnicos de las secciones las asuman los entrenadores.
El exjugador y ya ex secretario técnico del balonmano marca el desencuentro con Sandro Rosell
En el balonmano, las competencias de Masip pasan a manos del técnico Xavier Pascual. Ya se da la misma situación en el hockey patines: una sola persona, Gaby Cairo, ejerce de entrenador y secretario técnico cuando antes se contaba con Ferran Pujalte y Quim Paüls. El equipo de futbol sala solo ha tenido un responsable: Marc Carmona. Y, en el baloncesto, la continuidad de Joan Creus como secretario técnico está pendiente de la renovación a la baja de su contrato.
“Si todos los deportes profesionales son así, deberían desaparecer todos los secretarios técnicos”, dijo Masip, temeroso de que las secciones se vuelven cada vez más “amateurs” dado su carácter deficitario. Las partidas asignadas a las no profesionales —la de béisbol desapareció— ya disminuyeron el año pasado. Los criterios económicos priman sobre los deportivos. A favor de la directiva, juega la disminución de la competitividad: puede configurar grandes equipos con menos inversión porque los rivales disponen de muchos menos recursos. El problema se planteará cuando los resultados sean negativos. ¿Quién destituirá al entrenador y nombrará al sustituto? Nadie garantiza mejor la continuidad de un estilo que el secretario técnico.
La nueva estructura favorece el intervencionismo de los directivos y de los cargos intermedios. El momento invita a revisar el plan que trazó Josep Lluís Núñez cuando encontró en la profesionalización de las secciones una manera de compensar los fracasos futbolísticos y aumentar la grandeza del Barça a cambio de alterar el ecosistema del deporte catalán basado en los clubes. Nada pudieron hacer por ejemplo entidades como el Granollers (balonmano), Igualada (hockey) o Joventut (baloncesto) ante el poder adquisitivo del Barcelona.
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