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El Sevilla cambia de cara

El equipo de Emery machaca a un débil Granada con una gran intensidad, el timón de Rakitic y los goles de Kondogbia, Negredo y Medel

Rafael Pineda
Medel celebra su gol ante el Granada
Medel celebra su gol ante el GranadaPACO PUENTES (EFE)

Se atisba un nuevo horizonte en el Sevilla, de la mano del técnico Emery, de la pausa de Rakitic, de las carreras de Navas y el gol de Negredo. Hasta Reyes se apunta a la fiesta. Ninguno como el croata, con un mando y un toque extraordinarios para desarbolar al Granada, impotente, que se rompió de forma frágil ante la avalancha del Sevilla. Todavía está a tiempo el equipo hispalense de completar una buena temporada, entusiasmado con la cita de la semifinal de Copa ante el Atlético, mostrando una vitalidad desbordante ahora, olvidando la triste era de Míchel. Gran partido del Sevilla, intenso y práctico, conducido por un futbolista de aire indolente pero mucho talento, Rakitic, protagonista en los tres goles del conjunto de Emery.

Sevilla, 3 - Granada, 0

Sevilla: Julián; Cicinho, Fazio, Spahic, Fernando Navarro; Kondogbia, Medel; Navas, Rakitic (Stevanovic, m. 81), Reyes (Manu del Moral, m. 71); y Negredo (Maduro, m. 77). No utilizados: Sergio Rico; Coke, Botía, Stevanovic y Babá.

Granada: Roberto; Nyom (Torje, m. 66), Diakhaté, Mainz, Siqueira (Juanma Ortiz, m. 53); Mikel Rico, Iriney, Recio; Brahimi, Ighalo (Aranda. m. 62) y Orellana. No utilizados: Toño; Lucena, Íñigo López y Miguel.

Goles: 1-0. M. 31. Kondogbia. 2-0. M. 70. Negredo. 3-0. M. 74. Medel.

Árbitro: Gil Manzano. Amonestó a Reyes, Orellana, Diakhaté, Cicinho, Mikel Rico y Juanma Ortiz.

Unos 25.000 espectadores en el Ramón Sánchez Pizjuán.

Decididamente, el Sevilla tiene un aire distinto. Un punto de intensidad que solo se le vio esta temporada en citas escogidas y un mucho de un nuevo orden táctico que se expresa en una presión atosigante al rival en su propio campo. En la nueva fórmula de Emery, la intensidad y la agresividad se turnan en busca del robo de balón y la salida al contragolpe, sin importar, a veces, que un balón en largo del rival pueda provocar problemas. Mientras dure, pues exige mucho en lo físico, el Sevilla peleará los partidos y ganará muchos de ellos. En especial en casa, donde equipos como el Granada sufren una enormidad ante un rival tan desplegado en lo físico, tan atosigante y rápido.

Los de Anquela, muy reforzados por el centro, más en cantidad que calidad, fueron un barquito en medio de un huracán, siempre zozobrando ante la carga del Sevilla. Seis tiros en nueve minutos, con tres paradas de Roberto incluidas, fueron las credenciales del equipo sevillano. Rápido e intenso, con Medel y Kondogbia apretando una barbaridad, el Sevilla fue el amo y señor del partido, sin importarle lo más mínimo la crisis instalada en la portería con el traspaso de Diego López y la lesión de Palop. Julián, del filial y granadino de nacimiento, cumplía su sueño de debutar en Primera y no pasó por apuros, aunque se le notó nervioso. Apenas inquietaba el Granada, golpeado con el primer gol de Kondogbia en la Liga y perdonado por el colegiado Gil Manzano, que no vio un claro penalti de Mainz sobre el propio Kondogbia. El tanto, de estrategia, premió el excelente golpeo de Rakitic y avisó, también, sobre los nuevos tiempos que empieza a imponer Emery y su pasión por el balón parado.

El Sevilla se gustó tanto que incluso Navas estuvo a punto de romper su sequía con una chilena espléndida, muy cerca de convertirse en el segundo tanto. El golpeo del campeón del mundo fue estupendo, aunque no encontró el premio del gol. Apretó más el Granada en la segunda mitad, consciente de que el partido se le iba. Balas de fogueo ante un rival muy superior, que se gustó en su fútbol y que no abandonó la presión sobre su rival ni cuando fueron llegando los goles. Un robo de Fernando Navarro propició un gran centro de Rakitic que remató Negredo. En pleno festival, hasta Medel, con la cabeza vendada, marcó como si de un delantero centro se tratara. Un símbolo de este nuevo Sevilla que todavía quiere alzar la voz aunque haya perdido demasiado tiempo.

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