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“Si solo piensas en ganar, es más fácil perder”

El técnico aporta las claves de la final, rememora citas históricas y hace balance de sus años como seleccionador

J. LAFUENTE

Valero Rivera (Zaragoza, 1953) se sienta a charlar después de la comida. Ha dado la tarde libre a los jugadores para que descansen. Él también lo hará. Pide café descafeinado, porque la siesta es sagrada.

 Pregunta. Usted estuvo en la final del Mundial B que se organizó en España, en 1979. ¿Qué recuerda?

Respuesta. Fui porque tenía que hacer un trabajo sobre el pivote para la maestría del INEF. Cecilio Alonso hizo un partidazo. Fue la primera vez que vi el Palau Blaugrana lleno, había gente hasta por los pasillos.

P. Un ambiente distinto al que se espera en el Sant Jordi.

R. Como el Palau no hay nada. Los que jugamos en casa lo tenemos todo, para los rivales es muy difícil adaptarse. No se oye nada. En el Sant Jordi será algo diferente, es un pabellón más grande, mucho más abierto, más lejano... Pero es la final del Mundial que organizamos por primera vez. Obviamente el equipo ha hecho su trabajo, pero estamos aquí también gracias al público de Madrid y de Zaragoza. Sabiendo que es difícil, entre todos juntos lo podemos hacer.

P. ¿Sabe de memoria cuántas finales ha jugado?

R. No, pero las cuento ahora mismo… cinco Recopas y ganamos las cinco; una EHF de dos que jugamos y seis Copas de Europa de siete. Sin contar las Supercopas, 14 finales y 12 ganadas.

P. ¿Qué hace diferente a la de ahora?

R. Me he educado deportivamente en el Barça, donde lo tienes todo para poder ganar. No voy a desmerecer nada de lo que he logrado. Pero esto es especial, porque es un Mundial que se celebra en España, porque es la segunda vez que llegamos a una final y porque se celebra en la ciudad en la que he vivido toda mi vida menos tres meses. Es algo que ni soñando crees que te pueda suceder.

P. ¿Cómo se tranquiliza al equipo con tanta euforia?

R. Si solo piensas en ganar, es más fácil que pierdas. Hay que ver qué hay que hacer, quién va a estar delante, qué hacen ellos, qué podemos hacer nosotros, por dónde hacemos más daño… Si piensas en todo esto, sin querer, vas ganando el partido.

P. ¿Dónde va a estar clave?

Creo que es importante que los jugadores sientan próximo al entrenado

R. En seguir igual que lo estamos haciendo. Hemos de ganar a través de nuestro juego: de la defensa, de la portería… y que en el momento en que no tengamos el balón estemos pendientes de recuperarlo. Los que juegan contra nosotros sufren un gran desgaste. Somos un equipo que exige mucho, muy intenso. Para poder hacer el partido largo, llegar al final con posibilidades, tenemos que serlo más.

P. En estos cuatro años de seleccionador, ¿qué ha aprendido?

R. Pensaba que el balonmano estaba más unido. Tengo la sensación de que cuando la pelota está en el aire hay gente que sopla para que entre y otra para que salga. Claro, solo he estado en la selección y en el Barça. Me refiero a fuera del equipo. Todo lo que he pasado con ellos ha sido muy bueno. Que he tenido que tomar decisiones, según el momento… para eso estoy. Formamos un grupo que, con nuestras virtudes y nuestros defectos, es un equipo. Y es por lo que más se nos valora fuera. Eso me enorgullece. El compromiso que existe es asombroso para gente que se reúne un mes y medio al año.

P. ¿Qué hace bueno a un seleccionador?

R. La gestión del grupo. Tienes poco tiempo de trabajo, hay que adaptar lo que crees que pueden hacer con lo que hacen habitualmente. Y lo más importante, hacer que estén a gusto. En el tiempo que estén, han de ser felices, porque hay momentos muy duros.

P. En Madrid les visitó Del Bosque…

R. Sí, sí, ayer me mandó un mensaje de felicitación…

P. ¿De qué hablaron?

R. Nos preguntó cómo estábamos, cómo lo veía yo, que era muy difícil, que teníamos que tener mucha presión, pero que debíamos estar tranquilos… Todo lo que un crack como él, que lleva toda la vida en el deporte, te puede decir. Y en el fútbol, donde todo se multiplica por millones.

Me han tirado mucha porquería. Nadie sabe lo sensible que soy para mi gente

P. ¿Este es el mejor grupo con el que ha trabajado?

R. He trabajado con muchos muy buenos, no puedo ahora desmerecerlo. Pero este venía de un palo muy gordo. Pocos pueden imaginarse lo que sentimos al caer eliminados en los Juegos. Yo, por ganar, sí he llorado. Por perder, nunca, hasta el día de Francia. Un grupo que supera aquel palo es muy bueno.

P. Usted lo ha logrado todo, muchos de sus jugadores también, ¿cómo se mantienen vivas las ganas de victoria?

R. Porque nos gusta lo que hacemos. Voy a cumplir 60 años en febrero y me lo sigo pasando muy bien cuando entreno, cuando preparo los partidos y cuando dirijo. El momento de gestionar el equipo, de hablar con uno o con otro, me gusta mucho. Luego está lo otro. Me han tirado mucha porquería. Y en esa porquería estaba mi hijo. Nadie sabe lo sensible que soy para mi gente. En la preparación de los Juegos estuve leyendo cosas que me hicieron mucho daño. Mucha gente se piensa que yo soy un tío insensible, me ven tan duro cuando entreno, cuando dirijo… pero solamente me conocen los que conviven conmigo. Yo sé que si me equivoco en una decisión, asumiré el palo, soy entrenador. Lo he asumido siempre. Pero sigo disfrutando. Me encanta. Me he ganado la vida haciendo lo que me gusta, que es entrenar. Es mi pasión desde los 17 años. Aparte de la presión, de las horas que no duermes, de que parece que te juegas la vida… Pero no te juegas la vida en un partido. Los que se juegan la vida son los que están en los hospitales.

P. ¿Qué relación tiene con los jugadores?

R. Ahora de respeto. Yo pasé con 30 años de ser jugador a entrenar a mis compañeros. No dejé de tomarme una copa con ellos. Era ilógico, nos íbamos de vacaciones juntos. Todo eso ha ido cambiando. Pero sigo demostrando que el que me necesita, me tiene. Cuando veo a alguien con una cara que no es normal, pregunto qué pasa. El último caso fue el Cañellas [antes del partido contra Hungría en la primera fase]. Le vi mal y le pregunté, me dijo que estaba mal del estómago, que había vomitado… Creo que es importante que los jugadores sientan próximo al entrenador. También tiene que darse cuenta que es a través de la exigencia. Los jugadores, en algunos casos, se pueden llegar a acomodar. Y eso es lo que el entrenador tiene que cortar o coartar. A veces se dice hablando y otras ejecutando, tomando decisiones. Hoy no juegas, ahora no vienes. Los que entienden eso, vuelven.

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Sobre la firma

J. LAFUENTE
Es subdirector de América. Desde 2015 trabaja en la región, donde ha sido corresponsal en Colombia, cubriendo el proceso de paz; Venezuela y la Región Andina y, posteriormente, en México y Centroamérica. Previamente trabajó en las secciones de Deportes y Cierre del diario.

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