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El fusil de Federer

El suizo espera a Tsonga en cuartos con el saque como arma: aún no ha perdido el servicio y solo se ha enfrentado a cuatro bolas de break

J. J. MATEO
Federer ejecuta un saque ante Raonic.
Federer ejecuta un saque ante Raonic. MANAN VATSYAYANA

El viejo león, magnífico rey de la manada, tiene un mensaje para los jóvenes pretendientes: por aquí no se pasa, es imposible, estas son mis garras. Para llegar a los cuartos de final del Abierto de Australia, donde le espera el francés Jo-Wilfried Tsonga, el suizo Roger Federer, exnúmero uno mundial camino de los 32 años, derriba a Bernard Tomic en tercera ronda y ayer al canadiense Milos Raonic en octavos (6-4, 7-6 y 6-2). Los dos jóvenes más prometedores del circuito sufren los zarpazos del campeón de 17 grandes, dispuesto a defender su leyenda jugando en Melbourne con la protección de un mortífero fusil: en los cuatro partidos que ya ha descontado camino de los cuartos, Federer no ha perdido ni una vez el saque, solo se ha enfrentado a cuatro puntos de break en contra y ha dejado a sus contrarios en un pírrico 23% de bolas ganadas al resto. Sencillamente impresionante.

“Si puedo mantener este nivel de juego, me doy buenas posibilidades de avanzar muy lejos en el torneo”, opinó en una rueda de prensa en Melbourne el suizo, que es el único tenista que sigue vivo en el primer grande del año sin haber cedido aún un parcial con su saque.

Federer, el tenista que flota sobre el cemento, pura poesía en movimiento, habló justo después de protagonizar otra exhibición al saque ante Raonic: 14 aces por una sola doble falta; 90% de puntos ganados con el primer servicio; y 75% con el segundo. Eso es una barbaridad estadística. En 2012, Federer promedió un 78% y un 60% de peloteos ganados en ambos apartados, dos datos tan buenos como para ser los mejores de entre los diez tenistas más destacados del planeta, y aún así muy lejos de sus registros australianos.

Sus registros australianos superan los de 2012, que fueron los mejores de los top 10

“Me sentí bien en la pista”, analizó el número dos mundial, al que aún le falta pasar por la prueba de uno de los diez mejores tenistas mundiales. “Me estoy moviéndome bien y eso me permite acortar los puntos en los juegos con mi saque”, prosiguió el mito, quien, suspendido sobre sus zapatillas rosas, también dio una clase magistral al resto, con lo que consiguió neutralizar a uno de los mejores sacadores del circuito con una lección de reflejos, intuición y culo pegado al suelo. “Estuve muy bien en cuanto a anticipación y tiempo de reacción”, cerró.

De siempre, el saque es el termómetro del juego de Federer. La decisión y el riesgo con los que el suizo afronta ese golpe marcan su nivel de convencimiento frente a las dificultades. En consecuencia, Melbourne le fotografía como el Federer de los viejos tiempos: uno que detecta en el vestuario las inquietudes de sus rivales por el título y utiliza las rondas previas a sus cruces para dejar varios mensajes claros. Así, cuando Federer ve al serbio Novak Djokovic sufrir en octavos hasta los cinco sets con el suizo Stan The Man Wawrinka, aprieta. Así, cuando ve al británico Andy Murray con piernas de plastilina en su arranque de su victoria por 6-3, 6-1 y 6-3 contra el francés Gilles Simon, enseña las garras. Y así, sabiéndose mirado, ruge, saca pecho el león amparado en sus registros de récord. Federer ya lleva 35 cuartos de final seguidos en torneos del Grand Slam. Un dato pone en perspectiva esa estadística: la estadounidense Serena Williams, campeona de campeonas, ganó ayer a la rusa Maria Kirilenko por 6-2 y 6-0 y alcanzó los cuartos de un grande por 35ª vez... en toda su carrera.

Refrescado por las vacaciones y la pretemporada más largas de su carrera en la elite —el nuevo calendario dio por acabado el curso 2012 en noviembre— Federer asalta el título con la mente limpia y su maltrecha espalda protegida del frío de la noche por una camiseta interior. Con esas armas y la del respeto que impone su leyenda intenta cazar al estadounidense Agassi como el único treintañero que ha conseguido ganar más de un grande en el siglo XXI. Los contrarios están avisados. Ahora que empieza lo serio, al fusil de Federer le sobran balas.

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Sobre la firma

J. J. MATEO
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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