Roma apuesta al todo o nada

“Crucé el río y pensé: hoy puede ser un buen día. Casi nadie podía pasarlo. Yo me arriesgué. Pero no sirvió para nada”, concede, susurrando a quien tiene a su derecha en una conferencia de prensa en la que se repasa la primera semana de carrera. El discurso de Nani Roma es más pausado, más tranquilo, más políticamente correcto que el día anterior, cuando dejó caer duras críticas sobre la organización. Un día después de cruzar un río que sorprendió a la caravana del Dakar por un crecimiento anormal, debido a las lluvias y también al agua del deshielo al pie de las montañas de Los Andes, Roma trataba de tomárselo con filosofía. No en vano es la jornada de descanso y el relax es necesario. Se queja porque después de jugársela para cruzar aquel torrente de agua y completar la especial considera que es el gran perjudicado por la decisión que tomó la dirección de la carrera.

El crecimiento anormal de aquel río, cuyo caudal fue aumentando a medida que avanzaba el día, fue el motivo por el que la organización decidió neutralizar la segunda parte de la especial. “Cuando yo llegué había mucha agua, vi que algunos coches daban la vuelta y volvían a la orilla, algunos como Novitskiy, pero yo pensé que era mi oportunidad: me tiré y vi que era factible, era consciente de que estaba tomando unos riesgos enormes, pero…”. Y lo cruzó. Y terminó la especial, supuestamente, con un buen crono. Aunque su tiempo nunca llegó a aparecer en la clasificación de la etapa.

Los comisarios, visto lo complicado de atravesar aquel río, dieron por buenos los tiempos de los cuatro primeros en terminar: Chicherit, Terranova, Gordon y Peterhansel. Roma, que hubiera sido el quinto, ya no entró —y sumó, como el resto, el peor tiempo de día, el mismo que Peterhansel— porque consideraron que ya se había neutralizado la etapa antes de que él terminara, aunque nadie le avisó cuando estaba en medio de aquel torrente descontrolado de agua. De ahí su enfado. “Soy el gran perjudicado. Acepto que el río creció. Mucho. Pero no que no me dijeran que la etapa se había neutralizado. En aquel momento había gente de la organización por aquella zona”, añadió, consciente de que se hubiera distanciado de sus rivales, de Novitskiy o De Villiers, por ejemplo.

Con todo, Roma es consciente desde hace muchos días de que perdió toda opción de pelear por el título, como sí hizo el año pasado, cuando terminó segundo, aunque muy lejos de Peterhansel, su compañero de equipo. Perdió tan temprano sus opciones que, tras una mala noche, necesitó hablar con su psicólogo, el especialista en psicología deportiva Pep Font. “Perder 24 minutos ya el segundo día… con todas las ilusiones que depositas es muy duro. Venía aquí a ganar. Él me ha ayudado a pasar página. Es un psicólogo, no hace milagros, pero ayuda”, reconocía el día después de una etapa en la que le había pasado de todo: “Pinché la rueda, no nos enteramos, destrozamos la llanta y, además, los últimos 50 kilómetros se estropearon también el sistema de avisos y el GPS, que tuvo que llevarlo mi copiloto entre las rodillas”, recordaba. Roma, en esta jornada de descanso, volvió a telefonear a Font. Ahora, como ya no puede ganar el título, solo etapas, como la quinta, que se adjudicó, va a por todas: “Ya no tengo miedo a nada: saldré con el cuchillo entre los dientes en cada etapa: a pasar o a quedarme”. Apuesta al todo o nada.