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“El ‘4’ del Barça es siempre diferente”

Valiente, zaguero del Valladolid, lució el brazalete en el histórico cadete de Messi, Cesc y Piqué

Alejandro Ciriza
Valiente, segundo por la izquierda en la fila en pie en el cadete de Messi, Cesc y Piqué (2003).
Valiente, segundo por la izquierda en la fila en pie en el cadete de Messi, Cesc y Piqué (2003).

“Era una apisonadora”, recuerda Albert Benaiges, gurú de la cantera del Barça, cuando evoca a la hornada de jugadores nacidos en 1987 que arrasaron en las categorías inferiores del fútbol catalán. Una generación grabada a fuego en la memoria histórica del club. Un equipo que no perdió un solo partido en tres años en el que un zaguero longilíneo agitaba el vestuario, un medio con cara de pillo llevaba la batuta y un zurdo diminuto hacía diabluras con la pelota. “Lo ganábamos todo, con goleadas, incluso a equipos mayores que el nuestro. Piqué, Cesc y Messi eran una bestialidad. No contemplábamos la derrota, ni siquiera en los entrenamientos”, detalla Marc Valiente (Granollers, 1987), ahora jefe de la zaga del Valladolid, capitán durante 10 años en los diferentes eslabones de la cantera azulgrana. También de aquel grupo de ensueño; “esta semana he visto muchos vídeos. Es una pasada lo que hicimos”.

Cesc era un escándalo de bueno. Algún día será el capitán del Barça"

Fogueado en el equipo de su pueblo, el central fue reclutado por los ojeadores del Barça para el cuadro alevín. “Dos entrenamientos fueron suficientes”, matiza Valiente, admirador del cine de autor y de Maldini, estudiante universitario de Administración y Dirección de Empresas y que se engarzó la senyera en el brazo izquierdo nada más poner el pie en el club; “un día, Rodolfo Borrell nos metió a todos en el vestuario y nos dijo que decidiéramos entre nosotros. Él se quedó al margen. Salí yo. Es un orgullo porque toda la vida he sido muy culé, como toda mi familia”.

Valiente intenta frenar a Cristiano en un duelo contra el Madrid.
Valiente intenta frenar a Cristiano en un duelo contra el Madrid.R. O. (REUTERS)

De porte elegante y una zurda exquisita para sacar el balón jugado, su ascendencia en el campo y en la caseta era incuestionable. “En ese equipo había que tener carácter. A veces había que pararle los pies a alguno”, dice. Por ejemplo a Piqué, que junto a Chirivet y él mismo formaba el trío de baile en la defensa: “Era un megáfono. Montaba bulla y hacía bromas a todo el mundo, pero sin maldad. Él se desmadraba más, subía y nosotros guardábamos el sitio. Nuestros padres se llevaban muy bien”. También con los de Cesc. “Era un escándalo de bueno. Cuando las cosas se ponían difíciles sabías que si le pasabas la bola todo se iba a solucionar. Tiene la jerarquía suficiente para ser algún día el capitán del Barça”, augura el defensa, cuya labor fue imprescindible para integrar a Messi: “Era muy pequeñito, venía de Argentina, muy callado siempre… Le costó aclimatarse, pero luego se soltó”, explica; “parecía que iba a romperse. Recibía muchos golpes, pero era increíble ese gambeteo y cómo dejaba atrás a un jugador tras otro”. Sin embargo, en la línea del resto de integrantes de aquella quinta, ensalza por encima del resto un nombre: “Víctor Vázquez [ahora en el Brujas] era el mejor. Técnicamente no he visto a nadie como él”.

Guardiola adivinaba en él un gran mediocentro, pero se siente más cómodo en la retaguardia

Progesó Valiente hasta el filial. Allí coincidió con Guardiola, que adivinaba en él las maneras de un mediocentro, y su entonces ayudante. “Tito es muy cercano, un enfermo del fútbol como Pep. Tienen la misma filosofía, pero también ha aportado sus matices. Ojalá se recupere pronto”, desea. Debutó en el primer equipo en un duelo de Copa frente al Badalona, pero decidió poner rumbo a Sevilla cuando el filial descendió a Tercera. “No me arrepiento. Necesitaba un plus a nivel profesional y se había cumplido un ciclo”, asegura. Ingresó de inicio en equipo B, pero Manolo Jiménez le dio la alternativa en Primera. “Me veían como un 4, pero eso no fue bueno para mí. El mediocentro del Barça es muy específico, muy exigente, completamente diferente al de los demás. De central es como más cómodo me siento”, subraya.

La marcha del técnico le invitó a él también a hacer las maletas. El destino, Valladolid. “Aquí he vivido mis mejores momentos como futbolista”. Imprescindible para Djukic en el eje, se ha convertido además en uno de los bastiones de la caseta. “Es uno de los mejores de nuestro equipo. Tiene la personalidad de un líder. Está a la sombra, pero cuando nos vayamos los veteranos deberá asumir el peso del vestuario”, apunta Álvaro Rubio, capitán pucelano, que a su vez desliza sobre el cabecilla de aquella maravillosa generación del 87: “Hoy es un día especial para él. Se reúne con sus amigos y se siente muy catalán”.

Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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