Onyewu acaba con la mística de Ipurúa
Un gol del central del Málaga en el descuento deja al Eibar con la miel en los labios (1-1) y encarrila la eliminatoria de octavos para los de Pellegrini
Todo fue difícil para el Málaga. La lluvia, el barro, la intensidad del Eibar, las ausencias y, de paso, el compromiso ante el Madrid del sábado al que todos miraban de reojo. Incluso con tal cantidad de factores adversos, el equipo andaluz ha alcanzado con Pellegrini un gran gen competitivo. Ya sea en San Siro o en Ipurúa, el Málaga da la cara. Esa base, al fin y al cabo, es la que permite el crecimiento y la madurez de los grandes equipos. Como grande es también un Eibar de buen manejo, incansable, que está disfrutando de la Copa tras eliminar a todo un Athletic y que le jugó sin complejos al Málaga. En el particular universo de Ipurúa, el equipo andaluz se sacrificó tanto en defensa que apenas se desplegó en ataque, o, más bien, no le dejó el Eibar, muy intenso, que solo se rindió en la última jugada del partido, cuando una desastrosa salida del meta Altamira le permitió al Málaga lograr un empate angustioso.
Eibar, 1 - Málaga, 1
Eibar: Altamira; Aimar, Añibarro, Raúl Navas, Bingen; Capa, Abaroa, Diego, Del Olmo (Yuri, m. 83); Jito (Errasti, m. 72) y Aketxe (Mainz, m. 65). No utilizados: Irureta; y Roldán.
Málaga: Kameni; Sergio Sánchez, Onyewu, Weligton, Monreal; Seba, Camacho, Recio (Iturra, m. 75), Duda (Fabrice, m. 83); Buonanotte y Saviola (Juanmi, m. 61). No utilizados: Caballero; y Jurado.
Goles: 1-0. M. 74. Añibarro. 1-1. M. 93. Onyewu.
Árbitro: Teixeira Vitienes. Amonestó a Onyewu, Raúl Navas, Seba, Duda, Weligton y Mainz.
Unos 5.000 espectadores en el estadio de Ipurúa..
Se animó mucho el encuentro en el segundo tiempo, cuando los dos equipos llegaron con más soltura al área rival, consecuencia del desgaste. Encontró premio el Eibar en una jugada que redondeó la sarta de tópicos sobre la que se coció el partido. Una falta de Weligton sacada por Bingen la remató un central, Añibarro. Un gol que le ponía de dulce la eliminatoria al Eibar. Luego, en el descuento, Altamira salió a por uvas y Onyewu no perdonó. El equipo vasco probó de su propia medicina.
Anda contrariado Manuel Pellegrini con la Copa. Primero, porque el sorteo, dirigido, le condenaba a verse con el Barcelona en cuartos. En segundo término, porque este choque a destiempo ante el Eibar le pillaba en plena semana de preparación del gran duelo frente al Madrid. Por eso no extrañó que se dejara en Andalucía a ocho titulares, con lo que el Málaga saltó al añejo Ipurua con un once nada habitual, apuntalado, eso sí, con Weligton, baja ante los de Mourinho por sanción. Por si no fueran pocas las reticencias del chileno con la Copa, el torneo le deparó un duelo ante el Eibar donde todos los tópicos que envuelven y hacen atractiva a esta competición se cumplieron de manera fiel. Llovía a cántaros sobre Ipurua, un campo típico de los del Norte, de los que apenas se llevan ya, embarrado, estrecho, con un Eibar pujante frente a un Málaga cuajado de jugadores de pequeña talla, caso de Saviola, Seba, Duda o Buonanotte, que bastante hicieron con mantenerse de pie sobre el barro. No debe extrañar, por lo tanto, que ante esas circunstancias la evidente diferencia de calidad técnica entre el Málaga y el Eibar quedara reducida a su mínima expresión. Fue mejor el equipo vasco, que, además, no está plagado de tuercebotas, incluso actuando con muchos suplentes. Quiso más el Eibar, que gozó de las únicas ocasiones claras de gol, aunque todo se decidió en el tramo final. El remate de Añibarro puso en el horizonte al Barcelona, pero el sueño se desvaneció en el descuento con el gol de Onyewu. El Málaga cobró así ventaja para la vuelta.
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