“El carácter me lo ha dado todo”
Talant Dujshebaev (Biskek, Kirguizistán, 1968) cumple este año 20 temporadas desde que llegó a España, al Teka de Santander. De ahí partió a Alemania para regresar, cuatro años después, a Ciudad Real y agrandar su leyenda en las pistas. El domingo (13.00, Teledeporte), en Vistalegre, el técnico del Atlético se mide al Barcelona en un duelo que, en caso de victoria azulgrana, dejaría vista para sentencia la Liga Asobal.
Pregunta: ¿Cómo se enganchó al balonmano?
Respuesta: En Kirguizistán, en diciembre de 1980, con 12 años. Lo recuerdo perfectamente. Salí del primer entrenamiento y me dolía todo el cuerpo, me gustó esa sensación: necesitas buenas piernas para correr y saltar, buenos brazos para lanzar y buena cabeza para pensar. A los 18 tenía que hacer el servicio militar. Me llamó entonces el CSKA, el equipo del ejército, para mí el mejor club de la historia de todos los deportes. Fueron años muy difíciles. Estaba casi día y noche en el pabellón.
P. ¿Cómo era su vida en Moscú?
R. Yo era militar, era un soldado. Al llegar me metieron dos meses en el cuartel para que aprendiese cómo era la vida de un militar: corría por la mañana, siete u ocho kilómetros; luego estudiaba, seguía haciendo ejercicio... A los dos meses me llevaron a la pista para entrenarme y me preguntaron qué prefería, el balonmano o lo otro. Lo tuve claro, pero aún así, si tenías cualquier fallo, te mandaban de nuevo al cuartel. Aunque no tuvieras ganas tenías que hacerlas. Me enviaron varias veces.
P. ¿Por indisciplinado?
R. No, pero los entrenadores eran coroneles, había que seguir una disciplina enorme. Alguna vez me mandaron porque los veteranos, después de pasar una eliminatoria de Copa de Europa, venían al entrenamiento, a las 10 de la mañana, sin ganas. A un campeón olímpico, del mundo, no le podían hacer nada, pagaba el novato. Todo eso me hizo más fuerte.
Yo llevo la disciplina militar siempre conmigo
P. ¿Qué papel ha jugado el ejército en su carrera?
R. Me enseñó la disciplina, la educación, el respeto hacia los mayores. Con disciplina, se pueden conseguir muchas cosas. Yo llevo la disciplina militar siempre conmigo.
P. De Moscú pasó a Santander, ¿cómo fue ese cambio?
R. Era ya la época de la Perestroika. Había que salir al extranjero. Tenía varias ofertas, pero decidí irme al Teka porque tenía una gran plantilla y acababa de firmar mi gran amigo Mijail Jakimovich. Fue un poco extraño. En Moscú no tenías tiempo casi ni para comer. En Santander, todo era distinto. Entrenábamos a las siete de la tarde, y yo me levantaba entonces a las 6.30. Vivía a dos minutos del pabellón. Así que a veces me iba a pasar el día a Bilbao o a San Sebastián. En los dos primeros años me conocí la cornisa cantábrica mejor que muchos de la zona.
P. ¿En qué ha cambiado el balonmano en estos 20 años?
R. En muchísimas cosas. Se ha hecho mucho más profesional. Los jugadores están mejor organizados y preparados, tanto técnica como físicamente, por grandes entrenadores. Eso sí, hemos perdido en el número de practicantes, que es lo importante.
P. ¿Por qué? ¿Qué se ha hecho mal?
R. Es un deporte que depende de los patrocinios, de ayudas públicas. Y ahí creo que todos los equipos tenemos nuestra fecha de caducidad. El balonmano en España se ha movido así. Algunos no estarán de acuerdo conmigo: a la gente, al principio, le gusta, le divierte, pero los éxitos, a veces, calman la sed y el hambre de los propios patrocinadores.
Solo un rival tan grande como el Barcelona te hace mejor cuando le ganas
P. Su carácter, como jugador y como entrenador, siempre ha sido muy controvertido. ¿Qué cambiaría?
R. He cometido errores, sí. Pero este carácter me lo ha dado todo. Me ha ayudado más de lo que me ha perjudicado. Me habría gustado cambiar algunas cosas, algunas declaraciones, pero como sé que es imposible, es mejor aprender. Solo con mi carácter he podido ser competitivo al 100% y conseguir mis metas. Creo que he mejorado con el tiempo. Como entrenador tengo más responsabilidad, aunque sufro también mucho más. Nunca podría ser un gran directivo porque soy más de estar en la pista, en la arena de los gladiadores.
P. En estos 20 años, su rival siempre ha sido el Barcelona, ¿qué supone para usted?
R. Yo odio al Barça. Así de claro. Pero es solo odio deportivo, no a las personas. Es el equipo al que más respeto tengo, el único que siempre ha estado ahí. Han desaparecido el Teka, el Bidasoa, el Ciudad Real, el Portland…, pero el Barça sigue. Solo un rival tan grande como ellos te hace mejor cuando le ganas. Sería muy triste que no hubiese un rival así.
P. ¿Qué le falta al Atlético para estar a la altura del Barça?
R. El no haber tenido pretemporada nos ha dado muchos problemas. El progreso está resultando más lento de lo que tenía previsto. El equipo se entrena mejor de lo que juega, y eso me hace ser optimista, pensar que en algún momento romperemos la barrera. La salida de Sterbik nos perjudicó, pero la lesión de Jota [Hombrados] fue brutal. Pero sin buscar ningún tipo de excusas: estamos muy lejos de lo que nos gustaría. Y ya no queda tiempo.
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