Eléctrico y guerrillero Atlético
El equipo de Simeone, en una demostración de fuerza y velocidad e impulsado por Arda Turan y por Falcao, pasa por encima (4-0) de un Sevilla demasiado desconectado
Hay partidos que piden primero músculo y después pelota. Futbolistas dispuestos a soportar el choque, la reducción de espacios, la intensidad brutal de dos equipos que saben que de esa batalla de la colocación y el otro fútbol hay uno que cae por demolición. Ganó el Atlético, apisonó al Sevilla, porque antes de nada se erigió en vencedor de ese juego que empezaron liderando Arda y Falcao. El turco tuvo un efecto contagioso sobre el resto de sus compañeros, que vieron cómo fue el primero en arrastrar el trasero por la hierba para recuperar un par de pelotas. El 10, el virtuoso, con el mono de trabajo y ensuciándolo. No era una pose, era el cumplimiento a rajatabla del primer mandamiento de Simeone: recuperación tras perdida. El segundo en erigirse en el rey de esa medición de fuerza física fue Falcao. Entró en ese partido para gobernarlo. Interpretó el papel de nueve duro. Indesmayable a los saltos, a las rodillas del central en las costillas, a moverse y a girarse. Hubo en todo lo que hizo Falcao ese aroma a las viejas cuentas entre delanteros y centrales. No hay nada que desconcierte más a un central que salir perdedor de esas guerras por la imposición. Acostumbrados a ganarlas, Fazio y Spahic salieron derrotados. Abrumados por un nueverocoso, que aguantó todo fuera del área y cuando pudo golpeó con fuerza dentro. Como en ese control en la frontal con el pecho, el giro y la provocación de un doble penalti, primero a él, no señalado, y a continuación sobre Koke, ya sí admitido, que supuso la expulsión de Fazio.
ATLÉTICO, 4 - SEVILLA, 0
Atlético: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis; Tiago, Gabi (Emre, m. 74); Arda, Diego Costa, (Rodríguez, m. 64), Koke (Raúl García, m 75); y Falcao. No utilizados: Asenjo, Cata Díaz, Silvio y Adrián.
Sevilla: Palop; Cicinho, Fazio, Spahic, Fernando Navarro; Maduro, Kondogbia (Botía, m. 25); Navas (Hervás, m. 76), Rakitic, Reyes (Perotti, m. 61); y Babá. No utilizados: Diego López, Luna, Álex Rubio y Cala.
Goles: 1-0. M. 22. Falcao, de penalti. 2-0 M. 40. Spahic, en propia puerta. 3-0. M. 44. Koke. 4-0. M. 91. Miranda.
Árbitro: Iglesias Villanueva. Amonestó a Koke, Maduro, Spahic y Diego Costa. Expulsó a Fazio (m. 21) por roja directa, a Rakitic (m. 81) por doble amarilla y a Luna del banquillo.
Vicente Calderón. 53.000 espectadores.
Ejecutó el penalti acorde con toda esa energía que desprendía el partido. Reventó la pelota por el medio, incontestable y contundente. No había existido apenas el Sevilla hasta el desenlace que acabó por derribarle. No se había visto nada de Navas ni de Cicinho y casi nada de Reyes. No se levantó ya el equipo de Míchel. Se quedaron sus futbolistas noqueados, conscientes de que el golpe del gol y la expulsión había sido definitivo.
No se detuvo ya el Atlético en contemplaciones. Se puso eléctrico, enchufado a todas las virtudes que su entrenador pretende. Seguía recuperando la pelota, pero también manejándola a pocos toques y asociándose para hacer daño. Apareció el mejor Diego Costa, socio de Falcao en la tarea de moverse, de pegarse y de salir ganador de los balones largos. Y también aparecieron las mezclas que demandaba Simeone en la previa. Combinaciones rápidas por las bandas, donde por primera vez en un mes no se vio a Filipe Luis y a Juanfran como aventureros solitarios. Tuvieron ambos laterales hasta tres y cuatro opciones de pase. Se les arrimaron Falcao, Diego Costa, Arda y Koke, a veces todos, a veces un par de ellos. Suficiente para deslavazar al Sevilla, que fue cazado por segunda vez cuando Falcao controló un balón largo en la media, se giró y encauzó la contra para Arda, cuyo centro que parecía tener buen destino fue desviado en propia puerta por Spahic.
Todo lo que hizo el colombiano tuvo ese aroma a viejas cuentas entre puntas y centrales
Con el Calderón entregado, en una de esas noches que se ponen a la altura de su historia, fue Koke el que terminó de fundir al Sevilla. La jugada nació de una pelota peleada por Diego Costa, que mezcló ese espíritu guerrillero que enfervoriza al Calderón —le despidió en pie— con algunas acciones técnicas de primera como el pase al segundo palo que Koke enganchó a la carrera, en uno de esos remates que tronan en un entrenamiento con la esperanza de que salga en un partido y así fue. Golpeó con fiereza la pelota llegando desde atrás, elevando esa virtud que tanto ha trabajado Simeone: la llegada desde la segunda línea. El 3-0 al borde del descanso finiquitó el partido, si es que ya no lo estaba.
El turco, el virtuoso, se puso y ensució el mono de trabajo como exige el técnico argentino
Siguió en sus trece de la desconexión el Sevilla, como expresó Rakitic, también expulsado y dejando al equipo con nueve a falta de diez minutos. Y siguió el Atlético empujando en la segunda mitad, pero ya con un par de revoluciones menos —por más que Miranda hiciera el cuarto a ultima hora—, quizá pensando en el derbi frente al Real Madrid de la próxima semana al que llega con ocho puntos de ventaja, toda una extrañeza en los últimos años, pero sobre todo llega como un equipo duro de pelar. Muy convencido de que sabe a qué juega y de que si ejecuta su plan es complicado batirle línea por línea. De que si al Bernabéu sale ese Atlético eléctrico, guerrillero y contundente, se ha ganado el derecho a soñar en grande.
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