Alonso, acostumbrado a vivir al límite
El piloto español afronta el quinto Mundial al que llega con opciones de campeón a las últimas carreras: el título se le escapó en dos de esos campeonatos
Subido al tercer escalón del podio del pasado GP de Italia en septiembre, Fernando Alonso aventajaba en 39 puntos a Sebastian Vettel, que había achicharrado un monoplaza que competía al límite. Un colchón para el de Ferrari desinflado en las cuatro carreras siguientes: Newey volvió a desbordar el agua de la bañera y Vettel engarzó cuatro victorias. El español, de verse tricampeón, ha pasado a encontrarse 10 puntos por debajo del alemán. Esta vez el asturiano ha declarado que se nota “más relajado” que en las otras ocasiones en que ha luchado por el título. Ha labrado su experiencia en las otras cuatro ocasiones en que ha llegado al final con opciones; en la mitad de ellas cayó en las últimas vueltas.
La primera se remonta a 2005, en su tercera temporada con Renault. En el antepenúltimo gran premio, en Brasil, Alonso le sacaba 25 puntos a Kimi Raikkonen. Dependía de sí mismo, y en São Paulo mantuvo la línea calculadora seguida a lo largo de una temporada en la que se acabaría imponiendo en seis circuitos. Le bastaba con acabar tercero, y fue tercero; quedó por detrás de Raikkonen, sin tomar los riesgos que se esperan de la juventud del por entonces campeón más joven de la historia de la F-1.
“En 2006, en Brasil y contra Michael [Schumacher], no era nada fácil mantener la concentración porque todo estaba muy justo”, dijo ayer Alonso recordando la carrera en que se coronó por segunda vez. Aquella temporada de contrastes el asturiano llegaría a manifestar que su escudería estaba en su contra. Oficiosamente, el título se decidió en la penúltima carrera, cuando Schumacher, empatado a puntos con Alonso, rompió el motor de su Ferrari, algo que no ocurría desde hacía seis años. El alemán, que había anunciado su retirada de la fórmula 1, dio el título por perdido. Un Alonso desconfiado se mantuvo cauto hasta la última carrera. Oficialmente, aquel Mundial se decidió de nuevo en Interlagos, la última cita del calendario. Al de Renault le bastaba con ser octavo, pero acabó segundo, dos puestos por encima del rendido Schumacher.
“En 2007 tampoco fue nada fácil porque peleaba con Lewis [Hamilton] y con Kimi [Raikkonen] y había mucho estrés”, rememora ahora Alonso. El bicampeón había saltado entonces a la escudería británica, y se encontró luchando por el título con su compañero de equipo y supuesto escudero, Hamilton. Entre medias, caras largas entre ambos mientras se bañaban en los podios con champán, discusiones en el box con el jefe Ron Dennis y un caso de espionaje a Ferrari del que Mclaren salió culpable. Al final, en la guerra interna de Mclaren, salió victorioso Ferrari, con Kimi Raikkonen. El finlandés llegó a Brasil tres puntos por debajo de Alonso y a siete de Hamilton. El español dejó atrás a su compañero, pero no pudo con Raikkonnen: dejó escapar por un punto su tercer título, el que acabó en manos del menos esperado.
Y llegó 2010, el debut de Alonso en Ferrari y el inicio de la hegemonía de Vettel. Una que comenzó en el último suspiro del campeonato, cuando Alonso, que en el último gran premio, esta vez en Abu Dabi, tenía el campeonato casi asegurado: su principal rival, Webber, iba por detrás en la carrera. Los ingenieros de La Scuderia y el piloto solo tenían ojos para el australiano, y pasaron por alto al jovencísimo (23 años) Vettel, que se montó en la cabeza de carrera. Alonso se desesperaba vuelta a vuelta detrás del ruso Petrov, al que fue incapaz de adelantar mientras esperaba un error del líder Vettel. Por segunda vez se le escapaba al asturiano un título que acabó en las vitrinas de quien no partía como favorito. Esta vez, 10 puntos por debajo y con un monoplaza menos competitivo, ese es él.
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