La montaña rusa de Gio
El delantero mexicano aspira a reivindicarse en el Mallorca después de fracasar en Inglaterra y cuatro temporadas de vaivenes
En México a las atracciones de un parque se les llama juegos. La carrera de Giovani dos Santos (Monterrey, México; 1989) desde que brillase en aquel Mundial sub-17 de Perú en 2005 no ha dejado de ser eso, un juego vertiginoso, como su fútbol, eléctrico, rápido, capaz de subir a lo más alto y tocar fondo a una velocidad endiablada, de perder el norte de tanta vuelta que da, de meterse en una cueva y no saber si cuando las puertas se abran estará la última bajada o, como parece tras su fichaje por el Mallorca, otra oportunidad de ascender y de reivindicarse en la Liga.
“Futbolísticamente nos tiene que aportar mucho, tiene desborde, velocidad, está entrenándose bien, pero, sobre todo, esas ganas de reengancharse al fútbol de élite nos tienen que venir bien”, sentencia su entrenador, Joaquín Caparrós. La calidad de Dos Santos volvió a quedar demostrada el pasado lunes en el Sánchez Pizjuán. Jugaba sus primeros minutos con el Mallorca después de la lesión que se produjo en las semifinales de los Juegos Olímpicos, donde su equipo se laureó en la final sobre Brasil. Apenas necesitó tocar dos balones para repartir sendas asistencias. De poco sirvieron ante el remonte del Sevilla, pero en Mallorca sacaron pecho, conscientes de que recuperan a un jugador que les puede dar muchas alegrías.
Esas ganas de reengancharse al fútbol de élite nos tienen que venir bien" Joaquín Caparrós, entrenador del Mallorca
La carrera de obstáculos de Dos Santos arrancó en la temporada 2008-09, cuando se consumó su traspaso al Tottenham. Dejaba un Barcelona donde tuvo sus momentos, pero apenas brilló, siempre comparado con los progresos de Bojan, demasiado criticado por un Camp Nou que no entendía su juego de regate en un equipo de pase fluido. Tampoco sobresalió en disciplina, mal guiado por un entorno que siempre ha liderado su padre, el exjugador brasileño Zizinho. En busca de minutos, se fue a Inglaterra. Juande Ramos lo quería para el Tottenham. Pero la esperanza de triunfar le duró lo que tardaron los dueños de los spurs en despedir al técnico. La llegada de Harry Redknapp y más de un desmán nocturno pusieron a Dos Santos camino del olvido. Quizá eso o su falta de motivación le pasaron factura, lejos de triunfar en el fútbol inglés, como se subrayó después en la cesión al Ipswich Town, de la Championship, con quien disputó ocho partidos
Deambulaba por Londres Gio, donde llegó a coincidir con Luka Modric, a quien tendrá enfrente hoy –“hablan de Bale, pero el bueno realmente es Modric”, dijo en una ocasión-, hasta que su mentor en el Barcelona, Frank Rijkaard, le ofreció incorporarse al Galatasaray turco. Si bien no acabó de brillar como se esperaba, le sirvió para ser convocado para el Mundial del Sudáfrica con la selección mexicana.
La penúltima oportunidad le llegó en el mercado de invierno de hace dos temporadas, cuando el Tottenham encontró una salida para el futbolista, cedido al Racing. Aterrizó en Santander con una fama entonces proporcional a su nefasta condición física. En esta ocasión, sin embargo, la historia no se repitió. Consciente de que tenía ante sí una oportunidad de destacar en la Liga, tardó muy poco el mexicano en demostrar su calidad –marcó cinco goles en 16 partidos- y se erigió en la pieza fundamental de la última salvación del club cántabro. “Tiene un talento y una velocidad increíble, es muy desequilibrante en el uno contra uno, tuvo un comportamiento magnífico”, recuerda su técnico de entonces, Marcelino, que se prendó del joven delantero. “Es un jugador de esos que decimos diferentes, de un nivel muy alto, determinante, alguien que siempre querría tener en mi equipo”, asegura el entrenador asturiano, que se quiso llevar a Dos Santos al Sevilla después de que para el Racing fuese imposible económicamente retener al técnico y al delantero.
El traspaso al club andaluz no se fraguó y el mexicano tuvo que penar un año más aún en White Hart Lane hasta que el Mallorca, el pasado verano, lo fichó para las cuatro próximas temporadas. El papel de la Tricolor en la carrera de Gio ha sido determinante. Aficionados y técnicos pusieron en entredicho sus convocatorias durante los últimos años teniendo en cuenta su inactividad. Pero sobre el tapete, Gio siempre ha sacado lo mejor de sí con la selección, sabedor de que junto a Chicharito Hernández está llamado a liderar la mejor generación mexicana de la historia. A sus 23 años, sigue conservando la misma cara de niño travieso que hace cinco años, cuando debutó con el Barça en Primera. Su cabeza, sin embargo, parece otra, consciente de que en ella, y en sus botas, está la capacidad de seguir enfilando hacia arriba la nueva cuesta que se asoma en el juego.
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