30 años de la revolución francesa en el Calderón

El 28 de junio de 1982, Francia se presentó en el Vicente Calderón para disputar la liguilla de cuartos de final del Mundial junto a Austria y a Irlanda del Norte. Al Manzanares, para el primer duelo con los austriacos, llegó cabizbaja y dubitativa por su irregular primera fase. De aquel partido salió deslumbrando con aquel fútbol champagne que personificaba su centro del campo.

Bajo una canícula asfixiante, 37 grados, y sin su gran estrella Platini, lesionado, emergió la figura del longilíneo Tigana, que fue una pesadilla para Austria en el pase interior y en el desborde. Ni él ni Giresse tenían el aura que ya acompañaban a Platini desde el Mundial 78. “Antes del campeonato, nadie hablaba de nuestras otras estrellas, solo del Platini”, se quejaba Hidalgo. Genghini con un magistral lanzamiento de falta decidió un partido en el que caudal ofensivo desplegado por Francia generó más de media docena de ocasiones claras ante el legendario meta austriaco Koncilia. Una semana después, el 4 de julio, ya con Platini recuperado, se desató ante Irlanda del Norte (4-1)  la explosión de juego dinámico y técnico que inmortalizó aquel centro del campo con Tigana, Giresse, Platini y Genghini.

“Después de Brasil, Francia”, se atrevió a proclamar Hidalgo, que solo cedía en cuestiones de estética ante el fútbol que desplegaban Junior, Cerezo, Falcao, Sócrates y Zico. El seleccionador francés hablaba con el mismo lenguaje con el que se había encumbrado Holanda en el Mundial 74: “En mi equipo no hay posiciones fijas, como se ha podido comprobar mis centrocampistas pueden ser delanteros o defensas. Miren a Platini, le ponga donde le ponga es un monstruo”. Incluso la concentración francesa en el hotel La Barranca de Navacerrada tuvo el mismo punto transgresor que la de Holanda en Alemania permitiendo la estancia de las esposas de los jugadores durante varios días.

Explotó un  juego dinámico y técnico que inmortalizó aquel centro del campo con Tigana, Giresse, Platini y Genghini

Del Calderón salió Francia lanzada para aquella épica y majestuosa semifinal que perdió con Alemania en los penaltis. Aquella selección fue la base con la que ganó Francia conquistó la Eurocopa de 1984 y repitió la condición de semifinalista en el Mundial de México 86. No ha vuelto a tener Francia una selección tan delicada y tan fina con la pelota. Conquistó su Mundial en 1998 y la Eurocopa de 2000, pero hay más lugar en la memoria para la belleza de aquella selección del 82 que para la eficacia de la que capitaneó Deschamps. Francia se presenta hoy en el Vicente Calderón muy alejada de aquel modelo que enterró para dedicarse a fabricar y dar preponderancia en su fútbol a ‘Vieiras, Makeleles o Diarras,’. A diseñar primero centros del campo tácticos y físicos para pensar después en qué pueden hacer Benzema ó Ribèry. Puede que si pudieran elegir, ellos mismos se metieran en el túnel del tiempo para retroceder 30 años.