Rusia se apellida Capello

Capello ya se ha hecho a Rusia y Rusia a Capello. El binomio funciona porque el equipo, disciplinado, quizá por la revolución a la que le ha sometido el técnico, que ha prescindido de los grandes nombres —como Arshavin, Pavlyuchenko, Zhirkov, Pogrebnyak…—, acata las estrictas órdenes tácticas, que pasan por la rigidez defensiva y la inspiración ofensiva ocasional. Nada que ver con el juego alegre y un tanto anárquico del predecesor Dick Advocaat; ahora la selección rusa ya tiene el sello capellístico, la defensa abrochada junto a la línea de la medular, el ataque a ráfagas con contragolpes basados en pocos pases y mucha velocidad. Suficiente para descomponer a la zaga lusa (1-0), que se hizo un lío con Pepe y Bruno Alves, impulsivo el primero y desnortado el segundo.

No era la tarde de Portugal y así lo expresó Coentrão, lesionado cuando se abrió el partido, en un esfuerzo que se cobró una lesión muscular, como si el hecho de estar inactivo tanto tiempo en el Madrid le pasara factura. Antes del infortunio de Coentrão, sin embargo, Kerzhakov ya le había clavado el aguijón a Portugal. Fue en una de esas contras eléctricas, impulsada desde el costado, encauzada por el centro y catapultada por Shirokov con un pase que le dejó solo a Kerzhakov, mano a mano con Rui Patricio. La asistencia fue soberbia y el error de los centrales apoteósico; Pepe salió a presionar en tierra de nadie y Bruno Alves pululaba con la cabeza gacha, como si le interesara más escudriñar el césped artificial de Luzhniki que el desmarque del contrario. Y Kerzhakov, fino en la resolución, batió sin apuros a Rui Patricio.

Se recompuso Portugal, poderoso en la presión, siempre bajo el empuje de un Ronaldo que no acusó su malestar en el hombro —reminiscencia de un clásico en el Camp Nou que se bastó para igualar (2-2)—, pero que no atinó en la definición. Le faltó espacio para correr, huecos para regatear, rendijas para chutar. Fue el partido ideal para Capello y para Rusia, que cuenta sus duelos por victorias, solo perseguida por Portugal, ahora a tres puntos y con la sombra de una nueva repesca en el horizonte si nada se tuerce para el nuevo zar italiano.

También transita, precisamente, Italia con paso firme en su grupo después de batir a la más que incómoda Armenia (1-3) en campo adverso. No pudo el mal césped ni el juego impetuoso con la iniciativa azzurra, tampoco un futbolista excepcional, de quiebro fácil, pase notable y remate oportuno como es Mkhitaryan, del Shakhtar ucranio, que anoche resolvió un contragolpe para sumar 17 goles en los 19 encuentros que ha disputado en este curso. Pero un penalti definido por Pirlo y un cabezazo de De Rossi que se estampó en el larguero antes de cruzar la raya de gol, bastaron para sofocar la sorpresa y al adversario, al final desmontado en otra jugada a balón parado, en otro testarazo de Osvaldo.

Menos apuros pasó Alemania ante el equipo ultradefensivo de Irlanda (1-6) dirigido por Trapattoni, que encontró en Reus el estilete perfecto. Justo cuando las gradas le dedicaban una pita al entender que había simulado un penalti ante O’Shea, el delantero, en la siguiente jugada, pisó área para soltar un zapatazo con la diestra que besó el larguero antes de tocar la red. Fue el primero de su festín, de su doblete, redondeado por el penalti de Özil, la diana de Klose y los otros dos tantos de Kroos. Un triunfo rotundo que le destaca sobre sus perseguidores y que no fue definitivo por poco, puesto que Islas Feroe a punto estuvo de dar la campanada ante Suecia (1-2), que firmó dos goles a última hora, uno de Kacaniklic y uno de Ibrahimovic.

Otro líder infalible por el momento es Rumanía, que, sin grandes nombres pero de fútbol sólido, contabiliza tres triunfos después de superar anoche a la siempre peligrosa Turquía (0-1), colocado ya a la altura de Holanda —que doblegó con facilidad a Andorra (3-0)— en lo que se vislumbra un mano a mano hasta el final de la fase de clasificación. Igual desenvoltura mostró Inglaterra para resquebrajar a la débil San Marino (5-0), la noche en que Rooney portaba por primera vez el brazalete de capitán, celebrado con dos redes, además de las otras dos de Welbeck y una última de Oxlade-Chamberlain.

Por otra parte, en el grupo de España, Georgia desaprovechó una ocasión de oro para presentarse como la candidata sorpresa para la pelea con Francia y España, puesto que se adelantó en campo ajeno ante Finlandia, pero fue incapaz de rentabilizar la superioridad numérica, y terminó por firmar las tablas (1-1). Y Francia (próximo rival de la selección española el martes en el Calderón), que jugó un amistoso ante Japón, cayó cuando se cerraba el telón al duelo con un gol de Konno (0-1).