El Barça se afila en Lisboa
El conjunto azulgrana supera con facilidad al Benfica (0-2) gracias a un Messi afinado y a la puntería de Cesc y Alexis Puyol, lesionado por una luxación en el codo, se pierde el clásico
En un compromiso enmarcado en una semana en la que resulta complicado no pensar en lo que en el clásico que está por venir, el Barcelona solventó un partido revoltoso con dos tantos con regusto moral. El primero, el de Alexis, remienda al chileno, señalado por sí mismo, “me pongo un 5 de nota”, llegó a decir, y a Cesc, bigoleador en Sevilla y artillero de nuevo en Lisboa. Dos apuestas de Tito Vilanova que se reivindican en un momento crucial de la temporada. El Benfica aguantó lo que pudo, seis minutos en la primera mitad hasta el tanto del chileno, y diez en la segunda hasta el de Cesc. Por el medio revoloteó por el área de Valdés, mostró peligro en balones aéreos y a la contra, pero naufragó cuando el balón terminó por abandonarle, algo habitual cuando el terreno de juego se convierte en un rondo gigante, con demasiados vértices que dominar.
Ni siquiera en lienzo del encuentro sirvió para adornar la lesión de Puyol, que, tras reaparecer en el once titular tras recuperarse de una elongación en su rodilla izquierda, se dañó de gravedad el codo izquierdo al caer sobre él tras un salto. Un lesión que conmocionó a sus compañeros, y al cuerpo técnico que no podían creerse lo que acababa de suceder. Está por ver el alcance final de la lesión, pero todo apunta a que le imposibilitará participar ante el Real Madrid.
En lo deportivo, en segundo plano tras lo sucedido con Puyol, el Barcelona encontró un filón por banda izquierda, con Jordi Alba como impulsor principal. Allí un Alexis con espacio libre tuvo menos complicaciones para evitar a los defensas. Fruto de una combinación entre Alba y Messi, pilar indeleble del equipo, llegó el primer tanto azulgrana. El centro del argentino lo remataba a ras de suelo Alexis anticipándose a Garay cuando apenas había amanecido el Benfica. Un gol que difuminaba la estrategia inicial de los portugueses, pero que no variaba demasiado su planteamiento. Jorge Jesús apostó por Bruno César en lugar de Aimar. Más músculo, menos creatividad. Intuía Bruno César que necesitaría pulmones para correr detrás del balón, y así fue. Sin embargo, en los pocos intercambios de balón de los locales generaron peligro alrededor del área de Valdés. Al Barça le chirría aun la puerta de entrada, a pesar de la reaparición de Puyol, porque no ha encontrado aun con la cerradura apropiada.
Dominado el balón en los pies de Xavi, a pesar de estar marcado con un foco en la pizarra local, el Barça tejía con cautela. Movía el hilo de una banda a la otra, siempre con la intención de conectar a partir del espacio vacío, lejos de marcas reconocibles. En ellas vivió Alexis, y se perdió Cesc. Levanta a menudo los brazos el medio catalán buscando un compañero cerca, pero sin encuadrar del todo su figura en el cuadro global. Con Messi más retrasado, tener unos metros más de campo por delante le permite imaginar por donde evitar las turbulencias, Cesc gana posibilidades de desmarque a pesar de que exija el balón al pie. Lo tuvo tras un eslalon del argentino, que apartó a tres rivales con sendos giros de tobillo para encontrar a su socio, que en carrera y con la pierna izquierda superó con un disparo ajustado al meta Artur.
En dos comienzos, el de los dos mitades de un encuentro redondo para el Barça, solucionó el Barça un partido de buen paladar, que le mantiene bien alimentado de cara al compromiso del domingo en el Camp Nou, con el Madrid como invitado.
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