Sinfonía perfecta del Málaga
Un gran Isco y Joaquín conducen al equipo andaluz a un fantástico triunfo (3-0) sobre el Zenit en el primer partido de 'Champions' de su historia
Con un entrenador de élite, Manuel Pellegrini, y un conjunto de jugadores comprometidos y con hambre de gloria, el Málaga ofreció un partido redondo en su estreno en la Liga de Campeones. El equipo andaluz vivió una fiesta histórica para superar física, técnica y tácticamente a un Zenit hecho a base de talonario, pero que se vio superado desde el primer minuto por la enorme disertación de su rival, que plasmó, ni más menos, que un partido de ensueño. En el escaparate de la mejor competición, los nombres propios fueron Isco, descomunal, y Joaquín, en un momento dulce. Estandartes de un señor equipo que colocaron al Málaga en el mapa futbolístico europeo. El Zenit, zarandeado, humillado, con un Hulk incrédulo ante el repaso, se libró por los pelos de una goleada de escándalo. El Málaga, tras tanto sufrir, se ha ganado el derecho a soñar.
Málaga, 3 - Zenit, 0
Málaga: Caballero; Gámez, Demichelis, Weligton, Monreal; Camacho; Portillo (Iturra, m. 46), Joaquín (Duda, m. 84), Isco, Eliseu; y Saviola (Santa Cruz, m, 61). No utilizados: Kameni; Sergio Sánchez, Juanmi y Buonanotte.
Zenit: Malafeev; Anyukov, Bruno Alves, Lombaerts, Lukovic (Bystrov, m. 39); Shirokov (Lumb, m. 82), Denisov, Fayzulin; Hulk, Kerzhakov y Zyryanov (Djordjevic, m. 74). No utilizados: Zhevnov; Cheminava,Kanunnikov y Bukharov.
Goles: 1-0. M. 3. Isco. 2-0. M. 13. Saviola. 3-0. M. 76. Isco.
Árbitro: Mark Clattenburg (Inglaterra). Amonestó a Demichelis, Saviola y Hulk.
Unos 26.000 espectadores en el estadio de La Rosaleda.
La gran fiesta de la Champions arrastró a La Rosaleda toneladas de ilusión, generadas por el fervor de una afición enloquecida con la cita histórica a la que se enfrentaba el magnífico grupo moldeado por Pellegrini. A lo largo de la semana, el chileno, indiscutible líder del proyecto, había mentalizado a sus jugadores de la peligrosidad del Zenit, de la rapidez de su contragolpe y de su fútbol eléctrico, activado además por el debut oficial de Hulk.
Pellegrini, huérfano de su prolongación en el campo, Toulalan, tomó el camino de la continuidad apostando por el mismo once que derrotó al Levante en la Liga. Demostró una vez más que no le tiembla el pulso. Sin Toulalan, una inversión millonaria, jugó Portillo, aire fresco de la cantera andaluza. Lo importante, sin duda, es el ideario, reconocible siempre en el equipo de Pellegrini, aunque ayer le tocara ir de negro por imperativo de la UEFA.
Atento a su catecismo, el Málaga, desplegado a partir de la brega de Camacho, buscó al Zenit desde la posesión con Isco como elemento desequilibrador en busca del pase entre líneas a Joaquín y Saviola. Desatado y con criterio, el Málaga expresó su fútbol con rotundidad, un vendaval en toda su dimensión que se tradujo en dos goles preciosos, de factura estelar. Dos paredes virtuosas dejaron a Isco en una de sus posiciones preferidas, entrando en el área a pierna cambiada. Alves aguantó y el joven malagueño hizo historia al lograr con un toque sutil, preciso, el primer gol del Málaga en la Liga de Campeones.
Los jugadores de Pellegrini, fieles a su catecismo, lo bordaron con su juego de posesión y toque
En plena sinfonía, una excelente combinación entre Portillo y Gámez propició que el lateral quedara con ventaja dentro del área. Gámez dibujó un pase excelente, que desarboló a una defensa estática y de escasa cintura. Saviola hizo el segundo al primer toque.
Los momentos estelares del Málaga cobraron toda su dimensión en una media hora de alta escuela. Conducido por un enorme Isco, sostenido por Camacho y encontrando la verticalidad en las carreras de Joaquín, que amargó a Anyukov, el equipo andaluz bailó al millonario Zenit, técnicamente impecable del centro del campo en adelante, pero con una defensa de plastilina. Saviola, renacido, tuvo cuatro ocasiones para redondear un marcador de escándalo. El cuadro ruso, además, se lanzó a un ataque que dejaba espacios a las carreras de Isco y Joaquín. El fútbol de la Champions lo ponía el Málaga, con una jerarquía inusual en un debutante en este torneo de tanta fascinación.
Solo cuando el Málaga acusó su enorme despliegue físico tuvo el Zenit la ocasión de hacerle daño. Kerzhakov hizo trabajar a Caballero y el central Lombaerts, en su única acción interesante, envió fuera un balón en franca ventaja para marcar.
La soberbia dirección técnica de Pellegrini le llevó a anclar su centro del campo con la inclusión de Iturra. Entonces, el Málaga esperó más ante el desesperante toque del Zenit, de mucha técnica, pero de poca pegada, frío como un témpano de hielo. Isco y Joaquín seguían volando y con ellos el resto de sus compañeros.
Gozó el Málaga de varias ocasiones, pero Eliseu y Joaquín se gustaron demasiado ante Malafeev. Pero, regate tras regate, Isco acabó con la resistencia del Zenit, que arrojó la toalla a medida que la superioridad del Málaga se hacía más y más evidente. La guinda la puso Isco con su segundo gol, una muestra del talento que destila este futbolista de maravilloso presente.
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