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El Valencia vence en la calamidad

El equipo de Pellegrino gana pese a su multitud de defectos ante el Celta

Los jugadores del Valencia celebran el primer golFoto: sogecable | Vídeo: Kai Försterling

Ricardo Costa se sumó al batallón de centrales en los últimos segundos, junto a Rami y Víctor Ruiz. Se trataba de salvaguardar la primera victoria valencianista del curso como fuera. En medio de la calamidad colectiva resumida en la acción de Rami, que golpeó en la luna del área a De Lucas con el balón en otro lado. El Celta desaprovechó esa falta como otras muchas ventajas concedidas por un Valencia desbaratado en todas las líneas, vencedor pese a su multitud de defectos. Gracias a un gol en los primeros minutos de cada parte: Feghouli y Cissohko. Pero ni ponerse dos veces por delante le dio tranquilidad al conjunto de Pellegrino, atacado por los nervios toda la tarde, irritante para su público, que primero cargó contra Parejo y después se conformó con un triunfo engañoso. Al Celta le faltó colmillo, acierto y oficio. Se lució en la primera parte con una sinfonía de toques, pero se fundió en la segunda su centro del campo. Y toda la pólvora introducida por Paco Herrera (De Lucas y Mario Bermejo) se quedó en nada.

VALENCIA, 2-CELTA, 1

Valencia: Diego Alves; Barragán, Rami, Víctor Ruiz, Cissokho; Feghouli, Tino Costa, Parejo, Jonathan Viera (João Pereira, m. 77); Jonas (Haedo Valdez, m. 66); y Soldado (R. Costa, m. 92). No utilizados: Guaita, Bernat, Portu y Gayà.

Celta: Javi Varas; Hugo Mallo, Túñez, Cabral, R. Lago; Alex López, Borja Oubiña, Augusto (M. Bermejo, m. 71), Natxo Insa (De Lucas, m. 61), Krohn-Dehli; y Iago Aspas (Park, m. 71). No utilizados: Sergio, Bustos, Bellvis, Park, Samuel.

Goles: 1-0. M. 4. Feghouli. 1-1. M. 15. Krohn-Delhi. 2-1. M. 49. Cissohko.

Árbitro: Paradas Romero. Amonestó a Parejo, Barragán y Rami, por el Valencia, y a Natxo Insa y Cabral, por el Celta,

Unos 40.000 espectadores en Mestalla

Tocó el Celta, corrió el Valencia. Así transcurrió la primera parte ante la incredulidad de Mestalla, perpleja al ver a sus jugadores perseguir con la lengua fuera a los dueños del balón, una pandilla recién ascendida formada en su mayoría por jugadores de la casa. La jerarquía de Borja Oubiña, por ejemplo, no admitía comparación entre la temblorosa medular valencianista. El centro del campo de Pellegrino ofreció un panorama desolador: silbado Parejo desde el cuarto de hora, incapaz de encadenar dos acciones efectivas para su equipo; limitado Tino Costa a las recuperaciones forzosas y sufrientes de la pelota; sin nadie que marcara las pautas de cómo quería jugar el Valencia. Reducido al final al pelotazo en busca de un Soldado siempre capaz de transformarlo en oro.

El chispazo del Valencia en el arranque fue eso, un chispazo. Un pase vertiginoso de Jonathan Viera a Feghouli y el tiro cruzado del extremo argelino. El gol, lejos de impulsar al equipo de Pellegrino, lo hundió en una defensa tan recatada como inútil. Bastó un centro al segundo palo desde la izquierda del lateral Roberto Lago y saltó por los aires la zaga local. Cissohko se olvidó de mirar a su espalda, empalmó sin ángulo Cabrales y Diego Alves se abrió de piernas. En la raya de gol, lo impulsó Krohn-Delhi.

El Valencia salió con más ímpetu tras la reanudación y Cissohko cabeceó desde el balcón del área un centro de falta de Tino Costa. Respondió Iago Aspas con un disparo tan curvado que acarició la red por el exterior. Ambos equipos dieron muchas facilidades defensivas. Pellegrino casi se marchó al córner, muy lejos del área técnica, para decirle a Tino Costa cómo quería que sacara una falta. Sin éxito. Herrera necesitaba dinamita y recurrió primero a De Lucas y, más tarde, a Mario Bermejo. También pincharon.

El partido estuvo más equilibrado y también más ingobernable. Se deshilachó el Celta y se centró un rato el Valencia, sobre todo porque se sosegó Parejo. Y Feghouli zascandileó entre líneas. En cuando a Viera, gustó su desparpajo. Pero la defensa local se derretía ante cualquier achuchón, así que Pellegrino optó por alejar al rival lo máximo posible. A tal efecto entró Haedo Valdez, para alargar al equipo junto a Soldado. Sin efecto. El Valencia siguió inseguro hasta el final, extraviado, y a expensas de que el Celta sacara provecho o no de la calamidad.

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