La carrera contra el dolor de Mayte Martínez llega a su fin
La atleta, bronce en dos Mundiales, se retira al no recuperarse de una lesión de rodilla que arrastra desde el año pasado
La mediofondista Mayte Martínez (Valladolid, 1976), campeona del Mundo junior de 1993 a 1995, bronce en el Mundial de pista cubierta de Birmingham 2003 y en el de Osaka 2007, pasó de correr en su plenitud contra el límite de 1m 58s en los 800 metros a hacerlo contra el dolor. A los 36 años abandona. Se despide del tartán otra integrante de los triunfos del atletismo español, lastrada por las lesiones, por unas rodillas y unos metacarpianos gastados que ya no se recuperan como antes.
“Comparada con otros atletas que han pasado por mis manos o a los que he seguido, creo que debe ser la atleta que más lesiones ha sufrido en su trayectoria”, explica por teléfono Juan Carlos Granado, entrenador de Mayte, y su marido hasta 2009. Secuelas que se han cruzado una y otra vez en la progresión de la atleta: una fascitis plantar le arrebató los Juegos de Pekín, una rotura de gemelo en 2010 acabó repercutiendo en el tendón rotuliano de la rodilla izquierda, de la que se operó el año pasado, que fue una campaña en blanco.
Esas lesiones le impedían correr en algunas grandes citas, que no en todas. “¿Qué si ha corrido con dolor? Infinidad de veces”, explica Granado. “He estado con ella en competiciones en las que al calentar las rivales debían pensar: ‘¿pero a dónde va? Está coja perdida y quiere competir con nosotras’ Y luego les ganaba”. Muchas carreras, no todas, compitiendo con el dolor, y a la vez consiguiendo dos platas en Europeos (2002 y 2005), 17 campeonatos de España entre 2000 y 2010 y las plusmarcas nacionales en 800m y 1.000 metros. “De no haber fisioterapeutas en los campeonatos, ella no podría haber corrido la mitad”, concluye su entrenador.
Martínez logró en su carrera dos platas en Europeos (2002 y 2005), 17 campeonatos de España y las plusmarcas nacionales en 800m y 1.000 metros
Pero así ha sido, hasta mañana, cuando dará una rueda de prensa en el Ayuntamiento de Valladolid para dar a conocer lo que ya se sabe y que en el tú a tú no esconde: que para ella se acaba la competición, que se vuelca en su escuela de atletismo. “Su cuerpo es así, para lo bueno y para lo malo; ha sido capaz de sacar muchísimo rendimiento a los entrenamientos. Tenía enfermedades metabólicas que le impedían entrenarse más, pero con eso estaba entre las mejores”, cuenta Granado. A Martínez no le costaba apenas coger la forma, ponerse a punto. Y una vez allí, luchando con su cuerpo, aguantaba las largas temporadas del atletismo entrenando poco para una atleta de élite.
Una que se ejercitaba en el frío Valladolid, de donde escapaba en invierno al calor de Canarias, Sevilla o Valencia. Nerviosa e inquieta, cuando tocaba correr en serio llegaba la tensión. Granado relata cómo el desparpajo y la tranquilidad de las primeras competiciones se tornó en presión al empezar a colgarse medallas. Una otitis antes de los Juegos de Atenas 2004 fue el inicio de los problemas de sueño previos a cada carrera. Tres años después, días antes de conseguir su mayor logro, el bronce en el Mundial de Osaka, Japón, quería marcharse a casa antes del primer día. Se calmó, sufrió, subió al podio.
Después llegaron despuntes como alcanzar la final del Mundial de Berlín (2009) en la que acabó séptima, y desilusiones como no poder ni siquiera colgarse el dorsal. El tiempo acaba ahora con la carrera de otra triunfadora atleta de la mejor generación femenina española del atletismo, ese que no logra resultados, como ha demostrado Londres. La marcha de Martínez invita a la reflexión de Granado: “Los que nos dedicamos a esto lo veíamos venir. Ruth Beitia, Marta Domínguez, Natalia Rodríguez… En el medio fondo y en el fondo femenino no hay recambios, nos quedamos sin nadie. Nos vamos a acordar mucho de esta generación”.
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