Berdych deja a Federer de piedra

En Nueva York, todo parece un día más en la oficina para el suizo Roger Federer: manda cómodamente en el inicio de su partido de cuartos contra el checo Tomas Berdych, en el que ya cuenta con break de ventaja, y los precedentes, unidos a su estupendo verano (título en Wimbledon, vuelta al número uno y medalla de plata en los Juegos Olímpicos), le hacen pensar en un plácido viaje camino hacia las semifinales. A Berdych, sin embargo, nadie le ha preguntado qué piensa de eso. A Berdych nadie le ha dicho si está de acuerdo con que el encuentro transite por un carril unidireccional. Y, como no lo está, el checo supera ese primer break concedido en el arranque del duelo, luego las acometidas de un Federer desdibujado y, finalmente, el último arreón del suizo: aunque el número uno mundial se hace con la tercera manga, de Berdych es la victoria (7-6, 6-4, 3-6 y 6-3), el pase a semifinales, donde le espera el británico Andy Murray, y un pulso que no abandonará su memoria.

Es una decepción. Esperaba jugar mejor. Tras un verano tan bueno, esperaba jugar mejor, especialmente de noche”

Roger Federer

“Nunca debí perder ese primer set”, dice luego Federer sobre la ventaja perdida, y en seguida escucha las preguntas sobre si no le habría perjudicado la retirada de su rival de octavos, el estadounidense Mardy Fish, que le dejó sin ritmo competitivo para enfrentarse a un contrario, Berdych, que no concede ninguno: lo suyo es pegar sin preguntar. “Es una decepción. Esperaba jugar mejor. Tras un verano tan bueno, esperaba jugar mejor, especialmente de noche”, se despide el pentacampeón, que jamás había cedido un encuentro en la sesión nocturna de Nueva York (23-0 hasta anoche; 23-1 ahora) y que desde 2003 siempre había pisado las semifinales.

“Sé que hay algo en mi juego que no le gusta”, dice Berdych, que ganó el 80% de los puntos lanzados con su primer servicio y manda 4-2 en los enfrentamientos particulares con Murray, su rival de semifinales. “Lo mismo le pasa a Andy”, añade el checo tras volver a eliminar a Federer de un grande, como en Wimbledon 2010, cuando volaban sus derechas y el revés a una mano del suizo se deshilachaba, o como en los Juegos de Atenas 2004, cuando resonaban sus gritos y el genio callaba.

Al igual que Rosol ante Nadal en Wimbledon, el checo se impuso en el último juego sin ceder un punto

Y aún así, Federer tuvo su oportunidad. Fue un caso de nervios agudos. Berdych se puso dos sets y break arriba. Atrapado en las dobles faltas, el checo cedió esa ventaja en el tercer parcial y vio cómo Federer lo devoraba. Pareció el momento del ogro. El instante del gigante. La hora de Federer. No en Nueva York. No ante Berdych, que no le dio opciones en un último juego tremendo: igual que en la otra gran sorpresa de 2012, cuando el checo Rosol eliminó a Rafael Nadal en segunda ronda de Wimbledon, Berdych ganó en blanco su último juego.