Covadonga despidió a Indurain
El 19 de septiembre de 1996 el ciclista navarro abandonó la Vuelta España en el recorrido de los Lagos de Covadonga, lugar en el que finaliza la decimoséptima etapa de este año
Era la Vuelta a España que Miguel Indurain no quería correr. El navarro se lo dejó claro a Banesto antes del inicio de la competición, pero el equipo logró convencerle. El ciclista, después de quedar undécimo en el Tour de Francia y conseguir la medalla de oro olímpica en la prueba de contrarreloj de los Juegos de Atlanta 96, sabía que sus fuerzas estaban mermadas. Se presentó cansado a una Vuelta en la que no quería competir, pero aun así intentó presentar batalla en las primeras etapas. Pero en la decimotercera etapa, la que unía Oviedo con los Lagos de Covadonga —159 kilómetros—, Indurain dijo basta.
Cuando apoyó su bicicleta en la pared del hotel El Capitán, el cuentakilómetros del navarro marcaba 132,5 kilómetros, 41,3 kilómetros por hora de media y 3h 12m 5s de tiempo de carrera. Y es que el pentacampeón del Tour de Francia sabía desde el principio que no podría concluir la etapa. En las primeras rampas del Fito, el puerto anterior a los Lagos, Indurain empezó a rodar más lento y se colocó en las últimas posiciones. Su compañero de equipo Marino Alonso se colocó a su lado para apoyarle en la llegada a la ascensión del puerto más duro de la etapa. Pero el navarro observó cómo 50 corredores le dejaban atrás, por lo que tomó una decisión. “No iba bien y le dije a Marino que no me esperara más, que se fuera para adelante, que yo plegaba”, señaló el ciclista aquella misma tarde.
Indurain coronó el Fito a cuatro minutos de los primeros —el francés Laurent Jalabert ganó la etapa y el suizo Alex Zülle se afianzó como líder de la general— y se dejó caer en el descenso hasta que vio su hotel, al que se fue directamente.
“Brindó al público español la oportunidad de que se despidiera en una competición. No pudo acabar la vuelta porque su cuerpo llegó un momento que dijo basta. Le hubiera gustado estar entre los mejores pero vio que no podía seguirlos y decidió retirarse”, señala el por entonces director de Banesto y actual gerente del Movistar, Eusebio Unzue, 16 años después de aquel histórico día para el ciclismo español. Y es que para Unzue, el principal motivo del abandono del navarro fue “la acumulación de fatiga y el cansancio que acusaba de la temporada y de todas las carreras que disputó”.
Los Lagos era un recorrido duro. Era la etapa reina de aquella Vuelta a España de hace 16 años e Indurain no solo estaba cansado sino que padecía una sinusitis que se le fue agravando hasta convertirse en una bronquitis que se le juntó al desgaste físico. Así lo afirmó el médico-preparador del ciclista, Sabino Padilla. “Está pasando un proceso infeccioso que ha sido el factor determinante de su abandono en la Vuelta”, declaró Padilla dos días después de la retirada del navarro de la competición española.
Enfermo y desgastado. Así corrió Induráin la decimotercera etapa de aquella Vuelta, la última de su carrera. El exciclista Fernando Escartín estaba allí —acabó décimo al final de la competición—. “Los Lagos de Covadonga es un puerto duro, pero no el peor de todos. Sin embargo, cuenta con una llegada difícil que te desgasta”, cuenta. Escartín sabía que Miguel estaba cansado, aunque no se imaginaba que no finalizase una etapa. “Fue forzado por el equipo de la Vuelta, por eso no pudo acabar”, afirmó.
Tres lustros después Purito, Contador, Froome, Valverde y el resto del pelotón ruedan en un recorrido emocionante, no solo por su belleza y su complejidad final, sino por lo que significa para la memoria del ciclismo profesional español y para la de un campeón como Indurain.
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