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Schumacher y Spa, dos leyendas que van de la mano

El piloto alemán cumple 300 grandes premios en el circuito belga, el trazado que más ha marcado su carrera

Oriol Puigdemont
Schumacher salta del camión en el que está subido su coche, que tuvo que ser remolcado tras tener un problema en los entrenamientos oficiales del Gran Premio de Bélgica en 1997.
Schumacher salta del camión en el que está subido su coche, que tuvo que ser remolcado tras tener un problema en los entrenamientos oficiales del Gran Premio de Bélgica en 1997.EPA

En la misma medida que Fernando Alonso, Kimi Raikkonen, Lewis Hamilton o Sebastian Vettel, uno de los hombres de más éxito vinculados a la fórmula 1 contemporánea es Herman Tilke, el ingeniero alemán que se ha encargado de proyectar la mayoría de los circuitos de nueva creación, como por ejemplo el de Shanghái, Corea, India o Abu Dabi, entre otros. Sus trazos son reconocibles, muy sosos critican algunos por la falta de ángulos y puntos de adelantamiento, una naturaleza que para los románticos se da de frente con el perfil de los escenarios que han convertido esta disciplina en lo que es a día de hoy. En el ideario de Tilke es absolutamente inimaginable una pista como la de Spa Francorchamps, una de las pocas catedrales que aún resisten el auge de las nuevas economías de Occidente. “Spa es el mejor circuito que ha habido nunca”, considera Raikkonen. “Correr en un lugar tan mítico como este, siempre es especial”, coincide Alonso.

Los elogios hacia este santuario llegan de todos lados, y como no podía ser de otra forma, también por parte del símbolo del automovilismo más potente de los últimos 20 años. Michael Schumacher y Spa viven un idilio especial, un amor a primera vista desde el primer día, que de alguna forma aún sigue vivo. Aquí debutó en 1991 en sustitución de Bertrand Gachot, en la única prueba que ha disputado al volante de un Jordan, un año antes de lograr su primera victoria en la F-1, en el mismo lugar donde el domingo cumplirá su gran premio número 300. Aquí celebró también su última corona (2004), y nadie ha ganado más veces que él en este vertiginoso tobogán de las Ardenas (hasta seis ocasiones), donde, paradójicamente, solo ha logrado una pole: la que consiguió en 2002, al volante del Ferrari F2002, uno de los monoplazas más dominadores de la historia. Por todos esos episodios gloriosos, el actual buque insignia de Mercedes recibió ayer el título de ciudadano de honor de Spa, “por su contribución al deporte del automovilismo y por dar a conocer esta región”, según señaló Joseph Houssa, su alcalde. “Nunca me había planteado llegar a los 300 grandes premios y aquí estoy. Además, en un sitio tan significativo como este. Hasta ahora, Spa era como la sala de estar de mi casa. Ahora lo es oficialmente”, reflexiona el heptacampeón del mundo.

Sus trazos son reconocibles, muy sosos critican algunos por la falta de ángulos y puntos de adelantamiento

La relación entre el piloto de Kerpen y el circuito belga también esconde, no obstante, un punto espinoso. En aquel estreno de 1991 se ganó la séptima posición de la parrilla, el sábado, aunque al día siguiente apenas pudo completar medio kilómetro porque el coche le dejó tirado nada más arrancar. Cuando se le pregunta al respecto, Schumi aún no encuentra explicación a la racanería de Eddie Jordan, que decidió no cambiar el embrague del coche a pesar de los problemas que él ya había advertido después del calentamiento. Otro mal recuerdo para él fue su concurso en 1994, una cita que dominó de principio a fin, antes de ser descalificado cuando los comisarios analizaron su Benetton y apercibieron que el fondo plano del bólido era más delgado de lo permitido. Aquel Benetton B194 iba tan pegado al suelo, que rozaba el asfalto, circunstancia que, según los técnicos de la escudería, explicaría que con el paso de las vueltas fuera rebajando su grosor.

Probablemente, si hay una maniobra que da sentido a esta especialidad es el adelantamiento. Y Schumacher sufrió, precisamente en este circuito, uno de aquellos que forma parte de los mejores de la historia. Fue en la 40ª vuelta de la edición de 2000, y quien le sobrepasó fue Mika Hakkinen. El McLaren del finlandés, que circulaba el segundo y que ya le achuchó en el giro anterior, se le pegó en la recta de Kemmel, un tramo en el que se superan los 330 kilómetros por hora. Mientras se defendía, el germano se encontró en medio de la pista a Ricardo Zonta, un doblado, y decidió sortearlo por la izquierda. Hakkinen lo hizo por la derecha, formando los dos líderes un sándwich del que la flecha plateada salió al mando del pelotón. “Sabía que Michael no me iba a dejar mucho espacio. Lo había intentado en la vuelta anterior pero no salió bien. Por eso opté por un plan B y adelantar al doblado al mismo tiempo que lo hacía él”, explicó entonces el corredor de la escudería de Woking. “Fue una maniobra excepcional que no me esperaba”, resolvió Schumacher. “Yo iba a fondo y vi aparecer a dos rayos. Primero vi como Michael me adelantaba por la derecha, y luego un McLaren emerger por la izquierda. Fue una jugada maestra”, describió Zonta. Ron Dennis, patrón de McLaren, aún fue un poco más al definirla como “la mejor maniobra de la historia”.

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