Esperando al mejor Villa
El Barcelona aguarda con impaciencia la reincorporación del delantero: “No quiero ser el mismo, sino ser mejor”
El Barcelona espera a David Villa (Tuilla, Asturias, 1981) y no parece que haya prisa. Por lo menos no la tiene ni Tito Vilanova ni tampoco el jugador, con el alta médica, pero tremendamente consciente de que el alta deportiva está por llegar. Sabe que la presencia en el equipo no se la dará el nombre; solo el trabajo. No es fácil el regreso cuando se viene de tan lejos, de Japón y del 11 de diciembre del año pasado, donde buscando el gol, pisando área contra el Al-Ahly para meterse en la final del Mundial de Clubes, la tibia le dijo basta. Cayó oliendo a gol, como siempre ha vivido. Y desde entonces solo piensa en volver. Le espera Vilanova y le esperan Messi, Xavi, Iniesta… Vuelve a vivir con ellos y cada vez está más cerca de regresar de verdad, pero ha estado tantos meses fuera y ha peleado tanto, que a estas alturas ya no hay prisas.
El hueso se ha recompuesto, tiene el alta médica, pero aún le queda un trecho. “Una cosa es el alta médica y otra que esté preparado físicamente para jugar. Necesita un tiempo prudencial para estar al ciento por ciento para competir. Villa ya no está en manos de los médicos, sino en la de los recuperadores. Su vuelta no se ha retrasado; ha seguido un proceso muy normal, no era cuestión de hacerle correr”, sostiene el doctor Ramón Cugat, quien le operó. “No hay prisa, la prisa la tenéis vosotros en las portadas”, replican en el club a poco que se pregunta por el Guaje. El Barça protege al delantero de la angustia que genera su ausencia en este verano seco de fichajes; la recuperación definitiva de Villa se interpreta como el mejor refuerzo que puede realizar el club, así que su retorno está dando que hablar y ha generado tensiones.
La recuperación definitiva de Villa se interpreta como el mejor refuerzo que puede realizar el club
El día antes de su simbólico retorno –“solo una parte del trabajo recuperatorio”, dicen quienes le tratan–, Vilanova descartó su presencia y esa misma mañana, el director deportivo, Andoni Zubizarreta, reunido con los enviados especiales en lo que se llama un cordial café –una charla informal, un off the record”–, advirtió de que el regreso de Villa no era inmediato y que el jugador necesitaba sus plazos. Por la tarde, el delantero jugó sus primeros 15 minutos desde que cayó lesionado y se interpretó como una ocultación de información por unos, y como una muestra de improvisación por otros. En ambos casos la pregunta fue: “¿Cuándo volverá a jugar 90 minutos?”. “Cuando llegue el momento”, zanjan en el club, donde los plazos de recuperación los marcan el jugador y Emili Ricart, fisioterapeuta que no le pierde de vista desde que el doctor Cugat saliera del quirófano, el 19 de diciembre. Juntos han trabajado tanto como ha sido necesario. Y han trabajado mucho.
“Todo ha sido más largo de lo que me esperaba, pero ahora hay que olvidar el pasado, pienso solo en el presente y en el futuro”, dijo Villa tras volver a pisar el césped, en el amistoso ante el Dinamo de Bucarest. Él, a quien se le escapó el sueño de la Eurocopa –“era imposible, me hice demasiadas ilusiones, pero solo hay una realidad”, reconoció después de llamar al seleccionador Vicente del Bosque y decirle que no podía–, sabe que el partido en Rumanía fue casi un simbolismo, pero que expresa eso que se le escucha decir en el vestuario desde hace dos semanas. “Debemos tener paciencia. He estado mucho tiempo fuera y me siento bien. La pierna responde muy bien, llevo tiempo entrenándome y estoy feliz por eso”, dijo Villa, consciente de que la lesión fue demasiado importante como para forzar ahora llegados a este punto. Ya le queda lejos hasta el día en que subió por vez primera a La Mola, un monte de Terrassa por donde pasan todos los lesionados del Barcelona en su camino de vuelta. Aquel día subió con Busquets y con Xavi, que le animaban: “¡Maqui, perfecto, no hay dolor, maqui!”, celebraba su amigo Xavi. “¡Pajarón espectacular hoy!”, le contestó el Guaje. Reventado, que no sabía si estaba sobre el cielo de Cataluña o había subido el lago de Enol.
“Todo ha sido más largo de lo que me esperaba, pero ahora hay que olvidar el pasado"
“¿Cuándo podré jugar más? Eso no se sabe, no sé si en una semana o más. Tito tiene futbolistas que ahora están mejor físicamente que yo. Trabajaré para estar a disposición del equipo”, dijo Villa cuando le preguntaron por el tema, también en Bucarest. “Mi objetivo no es ser el mismo de antes, sino aprovechar estos meses para ser mejor. Tengo confianza, pero, insisto, debo ir paso a paso”, remarca. Al Barcelona le basta con recuperar al puñal que fue la primera temporada, a ese tipo que estiraba el campo y remataba las jugadas, que se adaptó al equipo y se acomodó a vivir a la sombra de Messi. Ese que metió goles, ese que se siente tan a gusto en el Camp Nou que ya está pensando en quedarse a vivir en Barcelona cuando cuelgue las botas.
Máximo goleador del Mundial 2010, 161 goles en Primera División repartidos entre el Zaragoza, el Valencia y el Barcelona; campeón de Europa, de la Liga, de la Copa, del mundo… Pero a Villa la afición le quiere por algo más que por sus goles: tiene muy claro de dónde viene. Por eso a nadie le extrañó este verano que se acercara a la mina para dar su apoyo a la reivindicación de los mineros de la cuenca asturiana.
El Guaje es mucho para el Barcelona, así que es normal que se le aguarde. Sencillamente, porque se le necesita. Se echaron de menos sus goles el año pasado –marcó 28 redes en su primer curso; 13 hasta diciembre del año pasado–, y desde Zubizarreta hasta Pedro todos saben que es el mejor refuerzo que puede tener el equipo. Por eso, el Barcelona espera al mejor Guaje, su gran fichaje para el curso que empieza ahora.
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