Despedida colosal
España estuvo más cerca que nunca de EE UU y a punto del ‘olimpiazo’, en un broche magnífico a Londres 2012 Las mujeres han hecho cumbre por su cuenta y el atletismo cae en picado
Londres bajó el telón con un duelo de colosos, un cierre de altura como merece la gran fiesta universal del deporte. Un reto mayúsculo, vibrante y planetario: el baloncesto español llevó a Estados Unidos a una situación extrema. Como el deporte es ensoñación, España fue hasta el último instante el dream España, se quedó a un paso del olimpiazo (107-100). Más cerca que nunca de Estados Unidos —en Pekín perdió por once puntos y en LA 84 por 31—, la selección cerró un partido estupendo, forzó a la realeza de la NBA y entró en el último cuarto solo un punto por debajo (83-82). Entonces, Scariolo reservó más de la cuenta y dio vuelo a los estadounidenses. El partido no admitía treguas, requería a todas las estrellas en el parqué. Era su día, era innecesario regular. No lo entendió así el técnico italiano y España remó hasta la orilla. Con talento y orgullo, pero insuficiente ante un adversario de máxima graduación, un equipo que solo admite comparación con el genuino dream team de Barcelona 92. Solo una selección como esta o aquella de Estados Unidos puede cerrar el paso a la brillante generación que lidera Pau Gasol. Estas platas del baloncesto son oro puro.
Solo una selección como esta o el 'dream team' puede cerrar el paso a la brillante generación que lidera Pau Gasol
La turbadora final de basket selló la última medalla de España, la sexta masculina, lo que subraya el ejemplar papel del deporte femenino, el principal titular español en Londres. Un dato elocuente que evidencia que en este país las deportistas no merecen el papel subalterno que se les concede. España ha descubierto que tiene otro tejido deportivo, un grupo de chicas pujantes y con hierro en las venas cuya explosión poco tiene que ver con la órbita de la nomenclatura oficial. Ellas, en su mayoría, han hecho cumbre por su cuenta, de forma espontánea, por su capacidad, casi quijotesca, para sobreponerse al anonimato al que se ven abocadas en su rutina interolímpica. España tiene una nueva veta que explotar. La de Mireia Belmonte, Maialen Chorraut, Maider Unda, Brigitte Yagüe, Ona Carbonell, Andrea Fuentes, Marina Alabau, las delfinas del waterpolo, las guerreras del balonmano, y tantas otras. Todas merecen un reconocimiento extraordinario.
Hay disciplinas cuyo fiasco se perpetúa más de la cuenta: el fútbol ha reaccionado sin demora y el atletismo debe adoptar medidas
Frente al aire fresco de las mujeres, España, por más que sus rectores, del CSD y del COE, evalúen los resultados finales por encima de las expectativas primarias, debe revisar algunos programas. No solo por la recesión económica, sino porque hay disciplinas cuyo fiasco se perpetúa más de la cuenta. Si el fútbol, con el despido de Luis Milla, ha reaccionado sin demora a su ridículo tránsito por estos Juegos, el atletismo también debe adoptar medidas. Desde Moscú 80, son ya tres ediciones olímpicas sin premio (Seúl 88, Pekín 2008 y Londres 2012). De su paso por Inglaterra solo ha dejado huella con su pulso a la autoridad en el caso Mullera, al que se empecinó en colar en estos Juegos por un atajo infame pese a las sospechas más que fundadas de su búsqueda de un plan de dopaje. Un escarnio innecesario para el deporte español, que no puede permitirse cortijos feudales como el de José María Odriozola en su exclusiva federación de atletismo. No solo reta al poder y refuerza día a día su indulgencia ante lo que el mundo ya no tolera, sino que encima faltan resultados, competidores al menos. La cántabra Ruth Beitia fue la única a la altura. Sí, pero en su última gran prueba internacional. Detrás solo se vislumbra barbecho puro y duro.
Tan acomodado como el del fútbol fue el paso del tenis, otro deporte que concilia regular con el olimpismo, porque ya tiene su negocio particular. Los Juegos no son un relevante apunte bancario. En el caso español: a 94.000 euros el oro individual, a 48.000 la plata y a 30.000 el bronce; a 75.000 el oro en parejas, 37.000 la plata y el 25.000 el bronce. Por equipos, el premio mayor a 50.000, el segundo a 29.000 y el tercero a 18.000. Suculentos para la meritoria gente del piragüismo, y no digamos el taekwondo, que ha hecho pleno con sus tres representantes. De la necesidad, virtud. Modélico, aleccionador. Deportes, junto a la vela, capitales para que España certifique ya 130 medallas en su historia.
Phelps se ha despedido con 22 medallas en su currículo y Bolt, como el más grande velocista que se haya conocido
Una sexta parte del botín absoluto español ya las tiene por sí mismo Michael Phelps, que se ha despedido con 22 medallas en su currículo. No fue el emperador de Pekín, pero su humanización no le relegó a un papel secundario. Tampoco Bolt fue el plusmarquista de 2008, salvo por su contribución del sábado al mejor registro mundial del 4x100 logrado por Jamaica (36,84s), y, sin embargo, sale de los Juegos como el más grande velocista que se haya conocido, el único capaz de hacer doblete en 100 y 200 en dos ediciones consecutivas. Como ocurre entre los dream teams de ayer y hoy, Bolt alimenta otro debate infinito con Carl Lewis. Bolt y Phelps fueron testigos de otros imprescindibles en el gran póster de estos Juegos: Ye Shiwen, Missy Franklin, David Rudisha, Mo Farah...
Pulsos entre mitos, los que genera el deporte, los Juegos, su gran fiesta planetaria. Y Londres ha sido un más que digno escenario. Sin el gigantismo de Pekín, pero eficiente y con un indiscutible apego popular. Lástima su exceso de celo y su estilo militarizado para conducir lo que en su imaginario eran rebaños de gente. Pero los Juegos Olímpicos pueden con todo. Con el dopaje cada vez más ventilado, el deporte está en forma.
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