“La natación era muy ‘amateur”
La catalana Mari Paz Corominas fue la primera española que disputó una final olímpica, en México 68, y coincidió con Spitz
Mari Paz Corominas (Barcelona, 1952) fue la pionera de la natación española, la que abrió la senda que ha llevado a Mireia Belmonte a la plata en los 200m mariposa y los 800 libre. Fue la primera finalista en unos Juegos, los de México 1968. En los 200 espalda. Coleccionó 15 títulos y 61 récords nacionales.
Para una chica de 16 años, llegar a una final olímpica era un reto inalcanzable. A pesar de llevar un mes en México para acostumbrarse a la altura y de que muchas rivales pasaran por alto este aspecto, ni se planteaba hacer historia. “Una sorpresa. No teníamos mentalidad de final”, recuerda ahora. Fue séptima.
Tras ella, muchas mujeres alcanzaron la gloria. La yudoca Miriam Blasco (oro en Barcelona 1992), la tenista Arantxa Sánchez Vicario (dos platas y dos bronces) o Gemma Mengual (dos platas en natación sincronizada en Pekín 2008) son algunos ejemplos. Pero entre los años sesenta y esos logros el deporte ha cambiado mucho. La natación, también: “Eran otras preparaciones. Más cortas, menos intensas. Unas tres horas al día. Ahora, creo, son seis o siete. Además, el aspecto médico y el alimentario están mucho más cuidados”. Cuando fue a México, llevaba cuatro años entrenándose, desde los 12. Ahora se empieza antes y la carrera es más amplia. Michael Phelps tiene 28 años y ella se retiró con 19.
En el momento que tenías obligaciones no podías dedicarte solo a nadar"
“La natación en España siempre ha sido muy amateur”, cuenta. No se podía vivir de ella: “En el momento que tenías obligaciones, no podías dedicarte solo a nadar. Eso lo hacías a los 12 años, cuando no las tenías”. Por eso la dejó en 1970 y se centró en sus estudios universitarios: Económicas y Empresariales.
Comenzó en el Sabadell. Su padre, un industrial del textil, la llevó al club y el entrenador holandés Kees Oudigeest se encargó de su formación. Era uno de los mejores de España gracias a las innovaciones que incorporaron los técnicos internacionales (Mireia también es un producto de ese club). En los años sesenta se financiaba “con las cuotas de los socios” porque había “cero ayudas” de los poderes públicos. Lo que sí se ofrecía era una beca para entrenarse en Estados Unidos. A ella se la dieron y se marchó durante seis meses. Su familia pagó los gastos, pero dice que no sabe si ese dinero se lo reembolsaron alguna vez.
En la Universidad de Indiana compartía piscina con una leyenda: Mark Spitz
Los entrenamientos al otro lado del Atlántico eran más intensos. Aprovechó para estudiar inglés, aficionarse al crol y mejorar su resistencia. En la Universidad de Indiana compartía piscina con una leyenda: Mark Spitz, que sería nueve veces oro olímpico: “No le gustaba entrenarse. Cuando veía que no se tiraba al agua, el técnico solo podía sacarse el cinturón y perseguirle o decirle: ‘Si me haces 100 metros en este tiempo, acabas por hoy’. Rebajaba esa marca. Tenía unas cualidades increíbles”.
Pese a desarrollar su carrera durante el franquismo, dice que no se vio afectada. Ni siquiera por ser mujer: “Me ofrecieron los pocos recursos que había. Me encontré siempre bien ayudada”. Ahora ve a Mireia y alucina: “Es sensacional. Tiene un mérito impresionante y unas cualidades indiscutibles”.
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