Herrera y Gavira caen en los octavos de final
La pareja española, superada por los brasileños Santos y Cunha (18-21, 19-21), se despide de los Juegos después de haber plantado cara a dos de las favoritas
Un muro contuvo la escalada olímpica de la pareja española formada por Pablo Herrera (Castellón, 1982) y Adrián Gavira (San Roque, Cádiz, 1987). Un muro llamado Santos que lo bloqueó todo: la línea, la diagonal, la finta o cualquier otro intento de ataque de los españoles, que, pese a que tuvieron opciones en los dos sets (18-21, 19-21), se vieron superados por el bloqueador y su compañero Cunha. Como ocurrió en Pekín, el sueño acabó en los octavos de final.
El bloqueo brasileño, siempre ejecutado por el titán Santos, fue una pesadilla para los españoles y sobre todo para Herrera. El castellonense fue la diana de casi todos los saques y, por consiguiente, en casi todas las jugadas asumió el ataque español. Aunque no dudó en subir al bloqueo cuando sacaba su compañero y eso que hace no mucho esto era una quimera.
En la tele parece muy fácil, pero en la red tienes que estar pendiente del balón y de reojo intentar ver dónde está el defensor” Adrián Gavira
El primer salto no llegó hasta cuatro o cinco días antes del primer partido de los Juegos, contra los checos. Un salto del que pendía la participación olímpica la pareja española y también sus opciones de medalla en Londres. Un simple brinco que resolvería si la rodilla derecha de Herrera, operada en octubre del año pasado, iba a estar en condiciones para la competición.
Ese fue el tiempo que tuvieron para probar sensaciones. Porque en el aire, ya en el partido, el jugador no sabe qué puede pasar, no hay tiempo para pensar. Se juega, se mira al balón y la colocación del defensor, al otro lado de la red. “En la tele parece muy fácil, pero en ese momento tienes que estar pendiente del balón y de reojo intentar ver dónde está el defensor”, describe Gavira por teléfono desde Londres. Aunque Herrera también está pendiente de su rodilla.
Cuando al final del primer set del debut, tras una acción en la red, los pies de Herrera tocaron la arena del Horse Guards Parade, la rodilla del español crujió y, desde entonces, se metió en su cabeza. Herrera miró a su compañero y a su entrenador; ya sabían lo que pasaba. Tras el partido, los médicos de la selección cuidaron la lesión hasta el segundo enfrentamiento, pero las molestias no remitieron: “Hay balones a los que Herrera ni iba”, explican desde la federación de voley playa. Quizá, fue eso lo que le faltó para ganar a la pareja que, según los españoles, es ahora la mejor del mundo, los estadounidenses Rogers-Dalhausser, aunque actualmente ocupe el puesto séptimo del ranking mundial. Herrera y Gavira solo sucumbieron en el tie break y tras una polémica decisión arbitral.
En octubre del año pasado, el castellonense se operó de la rodilla por una calcificación. Llevaba tres años con molestias y pinchazos, así que decidió pasar por el quirófano para alcanzar la cita olímpica en una buena forma física. “Si hubiera sabido que iba a llegar así, no me habría operado”, afirma el jugador. Estos son sus terceros Juegos, después de Atenas, donde consiguió la plata junto a Javier Bosma, y Pekín, donde no pudo pasar de octavos, con Raúl Mesa.
Ahora Herrera hace de Bosma. “Ayuda a Adrián en los momentos difíciles”, afirma Sixto Jiménez, su entrenador desde hace 11 años. Gavira, estudiante de magisterio y educación física hasta que hace cuatro años empezó con la absoluta, cuenta cómo fue el momento en el que le propusieron jugar con su actual compañero. Herrera y Mesa (que entonces acababan de competir juntos en Pekín) le llamaron por separado para convencerle. “Les dije que no creía que tuviera la experiencia suficiente”, admite Gavira. El año pasado, consiguieron situarse como terceros en el ranking mundial y ahora la apuesta, según Herrera, es repetir el resultado de Atenas.
Contra los estadounidenses, el pasado martes, demostraron la fuerza mental que tienen en competición. “Solo ganaremos si estamos al ciento por ciento y ellos no”, admitía Gavira antes del partido. Pero tenían clara la estrategia: evitar la opción de ataque de Dalhausser, de 2,06 metros de altura y con un salto que supera el metro (la red tiene una altura de 2,43), según explica Gavira. Y a partir de ahí tener cuidado con la finta y el ataque de Rogers. Así lo hicieron hasta rozar la hazaña. Y así estuvieron a punto de hacer ante los brasileños, aunque esta vez, el salto de Herrera y Gavira se ha quedado corto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.