Una entre 1.300 millones
La china Ye Shiwen, de 16 años, nadó un largo de 400 estilos más rápido que Lochte
Ye Shiwen es una muchacha de ojos inexpresivos, de 16 años, pelo corto y piel trasparente. Mide poco más de 1,70 y trasluce cierta delicadeza en relación a la mayoría de las nadadoras, más corpulentas. Nada hacía pensar que derribaría una barrera que parecía infranqueable desde que hombres y mujeres comenzaron a nadar pruebas olímpicas hace un siglo. El sábado en Londres, Ye traspasó el muro del género cuando nadó más rápido que el musculoso Ryan Lochte, de 27 años, el hombre más fuerte de los Juegos en su prueba respectiva. Hizo el último largo de los 400 estilos femeninos, 50 metros, en 28,93 segundos, 17 centésimas menos que el rey de la categoría masculina.
La marca de Ye, récord mundial de 400 estilos, conmocionó al cuartel de Estados Unidos, la superpotencia de la natación. Desde la Villa no tardaron en circular rumores de dopaje, cada vez más difíciles de respaldar, teniendo en cuenta la reciente sofisticación de los controles. A Lochte, la aparición de una adversaria china le hizo gracia: “Lo comentamos en la cena. Si hubiera nadado junto a mí igual me ganaba”.
Ye Shiwen, una china entre 1.300 millones, es el producto asombroso del esfuerzo que viene haciendo el populoso país asiático por impulsar su natación de elite desde que el COI asignó los Juegos de 2008 a Pekín, hace más de una década. La estrategia parece deducirse de una alianza geopolítica con otro país de la cuenca del Pacífico. Puestos a buscar especialistas en un deporte en el que carecían de experiencia, los chinos acudieron a Australia. Más concretamente, al círculo de Denis Cotterell, el legendario entrenador de los fondistas australianos de las últimas tres décadas, desde Perkins hasta Hackett. Allí, en las piscinas climatizadas de Gold Coast, pusieron su pie los chinos para aprender técnicas de entrenamiento. El grupo más importante en desembarcar fue el que dirige Zhu Zhigen en la ciudad de Hangzhou, en la costa oriental de China. Allí estaban el mariposista Wu Peng, el primer hombre en derrotar a Michael Phelps en los 200 mariposa desde 2000, Sun Yang, actual récordman mundial de los 1.500 metros, y, posteriormente, Ye Shiwen.
El Estado chino prohíbe las entrevistas a técnicos y nadadores, que viven recluidos entre Australia y el centro de alto rendimiento de China, cerca del Himalaya
En China la detección de talentos tiene un origen sencillo y eficaz. Los entrenadores, todos funcionarios estatales, recorren periódicamente las escuelas en busca de chicos con caracteres físicos concretos. Los que son altos, o los que tienen grandes manos y pies, son reclutados para la natación y enviados a centros de tecnificación. El ojo clínico no precisa ser tan agudo cuando hay tanto material seleccionable. A Ye la eligieron por sus grandes manos, y por sus pies, notables en relación a la estatura (ahora calza un 41, y todavía no pega el estirón).
Reunido el grupo de elite, se emprende una criba darwiniana. El que resiste, sigue. El que no, se vuelve a casa. Dicen que Ye nada seis horas al día, seis días a la semana y que sus volúmenes son exorbitantes. Pero la prensa china no maneja información fiable. El Estado chino prohíbe las entrevistas a técnicos y nadadores, que viven recluidos entre Australia y el centro de alto rendimiento que China ha construido en las faldas del Himalaya, en la villa de Duoba, en la provincia de Yunan, limítrofe con el Tíbet. El Estado paga grandes cantidades para alquilar las instalaciones del Miami Aquatic Center, en Gold Coast, durante todo el año. Los nadadores van y vienen, concentrados durante meses. Hay 11 entrenadores y 49 nadadores chinos en Londres, 27 de ellos nacidos después de 1990. El equipo tiene futuro.
El mito del niño chino que obedece como un autómata fue desmontado enérgicamente ayer por la propia Ye, que se revolvió cuando le preguntaron si no se sentía “un robot”. Dijo: “¡Por supuesto que no! Creo que lo que nos hace diferentes es que tenemos un método de entrenamiento muy científico”.
La natación china dio un salto de gigante en Pekín. El oro olímpico de Liu Zige en los 200 mariposa femenino señaló lo que parece un ascenso definitivo. Tres medallas de plata y dos de bronce, dos de ellas en finales de relevos, fueron el primer paso. Los Mundiales de Shanghai engordaron la cosecha y alumbraron la aparición de Sun y Ye, cuyo estatuto en su país es ahora el de superestrellas. Les esperan patrocinios de más de 10 millones de euros al año a cada uno y esto solo acaba de comenzar. Como dijo Ye: “¡Claro que me merecía ganar el oro! Me he entrenado muchísimo. Pero me queda margen de mejora porque no sé nadar bien la braza, ni hago los virajes correctamente, ni soy tan buena en mi crol”.
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