Pelotaris pioneras
Las apuestas estaban a la orden del día en el Frontón Madrid, el único escenario donde las mujeres podían competir
Una dura pelota de cuero rebota contra la verde pared del frontón Madrid y va a parar a la raqueta de una joven de vestida de blanco, con un pañuelo rojo en la cintura y el pelo corto. Ella devuelve la bola con facilidad mientras cientos de personas contienen la respiración. Unos esperan que falle, otros que sea su rival de pañuelo azul la que no pueda devolver el envite. Pitos y aplausos desvelan las apuestas que cada tarde se hacen en este edificio de la calle del Doctor Cortezo, cerca de la Puerta del Sol. Estados de ánimo que ahogan el golpe seco que produce la bola al chocar contra el muro.
Vine específicamente para jugar y con un contrato profesional por un año. Y ya llevo 40 aquí" María Elena Hernández
Isabel Rodríguez, María Elena Hernández y Juani Heras recuerdan con nostalgia su época en las pistas del Frontón Madrid, que cerró sus puertas en 1981. Las tres fueron pelotaris en los años 70, las primeras profesionales de la pelota vasca en España. “No tuvimos ningún obstáculo por ser mujeres, éramos libres. Enseñábamos las piernas y todo”, dice María Elena, mexicana de Veracruz. “No había tanta dictadura en ese aspecto”, añade. El Frontón Madrid era el único escenario donde las mujeres podían jugar porque el de México cerró en 1972. Ésa fue la razón de que María Elena emigrara a España. “Vine específicamente para jugar”, cuenta, “y con un contrato profesional por un año. Y ya llevo 40 aquí”, dice.
Competían cada tarde, hasta 30 veces al mes. Algunas raquetistas incluso dos o tres veces diarias. Y por las mañanas, si se sentían en baja forma, entrenaban. “No era una paliza, hacías lo que te gustaba”, dice Isabel, nacida en Salamanca. La pelota vasca era su vida. Por cada partido ganaban unas 400 pesetas de la época –“375”, puntualiza Isabel- con las que se mantenían sin necesidad de buscar otro trabajo.
“Diviértase, juegue y gane, cobrando en el acto las apuestas y quinielas del Frontón Madrid. Raquetistas y palistas en la pelota vasca. El espectáculo deportivo más español con la emoción del riesgo de las apuestas”. Éste era el cartel que daba la bienvenida al público del Frontón. Con dinero de por medio, el ambiente se caldeaba. Isabel recuerda los aplausos del público, pero Juani, que empezó como boletera en el frontón, la corta: “Aplausos de vez en cuando… porque también había días en los que te llamaban de todo y salías con unas depresiones terribles”, explica.
La escalera de mármol que llevaba al salón de té, el restaurante, la cafetería, las mullidas butacas,… todo se terminó en 1981, cuando el Frontón cerró. Ellas creen que fue por problemas económicos. “Fue vendido a un señor que fue echando a todas las chicas”, cuenta María Elena. Juani dice que, durante los últimos años, cada vez iba menos gente: “Lo cerró porque ya no era negocio para él”. En los años 70 la delegación de deportes prohibió la concesión de nuevas licencias a mujeres bajo la excusa de que el juego era poco femenino y contribuía a la esterilidad. Eran años en los que la maternidad era el deber más sagrado de la mujer. Pero la propia María Elena compaginaba ambos mundos, el deportivo y el familiar, en el Frontón de Madrid. Llevaba a su hijo a las canchas y, mientras jugaba, sus compañeras se encargaban de cuidarle.
Ahora la pelota vasca ya no es un terreno vedado para la mujer, aunque ellas siguen siendo minoría. De los 14.800 federados que hay en España, solo 1.002 son mujeres. Aumentar la participación femenina es una de las claves para conseguir el objetivo que oficializó el pasado jueves la Federación Internacional de Pelota Vasca: participar en los Juegos Olímpicos. Para lograrlo también es necesario aumentar el número de países que practiquen este deporte. Ahora mismo se juega en 29 países, pero el mínimo para estar en una cita como la que tendrá lugar en Londres es de 70 afiliados.
Había días en los que te llamaban de todo y salías con unas depresiones terribles” Juani Heras
A pesar de los obstáculos, la pelota vasca ha empezado a dar pasos hacia su objetivo: se han homogeneizado las dimensiones de las pistas y se ha reducido el número de categorías a seis, cuatro masculinas y dos femeninas. La pelota vasca ya ha tenido una experiencia olímpica: en Barcelona 92 fue el deporte invitado y Rubén Beloki, retirado en 2011, se colgó el oro en la disciplina de mano individual.
En la época de las tres pioneras de la pelota vasca las bolas eran más pequeñas, de cuero y duras. “No eran pelotas blandas como las de ahora y claro, si te daba un golpe pues te dolía”, dice María Elena. Todas recuerdan esos años como los mejores de su vida. “Espectaculares”, dice Isabel. Porque, a pesar de todo lo que ocurría a su alrededor, de las restricciones para jugar en otros escenarios, de practicar un deporte tradicionalmente masculino, sabían que, como dice María Elena, “cuando estás en la cancha, te sientes libre como un pájaro”. “Yo sueño muchas veces con esos tiempos, ¿tú no sueñas con ellos?”, pregunta Isabel a Juani, con la que nunca llegó a enfrentarse en el Frontón Madrid. “Muchas veces, muchas veces”.
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