Viñales se pone serio
El español gana en Moto3 una carrera en grupo que se decide con un adelantamiento magistral en la chicane de entrada a meta
Ha habido pocas carreras en este Mundial en las que el grupo fuera tan amplio y variopinto, a cada vuelta se sumaba un nuevo aspirante al podio, como hicieron Aki Ajo, Antonelli, que terminó por los suelos, o el malayo Khairudin, para quien fue la vuelta rápida. Si bien, pasados unos giros fueron las KTM las que empezaron a dominar la pelea y solo quedaba un superviviente, Viñales, con motor Honda, que resistía el envite. Desde la vuelta siete y hasta el final de la prueba los cuatro aspirantes a la victoria, el catalán más Cortese, Kent y Salom, se batieron en un duelo a veces con tintes de pelea callejera. Como cuando el alemán se puso chulo con su compañero de equipo, Kent, y firmó un adelantamiento con aviso incluido: un choque carenado contra carenado que dejó al británico temblando -“Tengo suerte de haber podido terminar la carrera”, dijo, resoplando, al bajarse de la moto-, increíblemente vivito y coleando, con ganas de resistir y subirse al podio, como finalmente hizo.
Ocurrió después de unas últimas vueltas de auténtico vértigo en las que Viñales, visto el panorama, se puso serio, consciente de que era la única manera de subir a lo más alto de cajón. Y protagonizó un adelantamiento tan valiente como arriesgado: aprovechó un tropiezo de Salom, que rodaba en cabeza en la última vuelta y sintió como le saltaba una marcha en la chicane (sucesión de curvas) que da entrada a la meta; mientras el mallorquín perdía el hilo, Viñales se colaba entre Cortese y Kent, encontró un hueco imposible y allí metió su rueda, con la mejor línea para salir de aquella última curva y cruzar el primero la bandera de cuadros.
Tras él, los otros tres: fue necesario echar mano de la tecnología para dirimir quién se apeaba del podio. Y le tocó a Salom, desafortunado con la mecánica de su moto tras una prueba brillante y su habitual desparpajo. Y tuvieron premio los dos pilotos del equipo de Aki Ajo, que pudieron haber tenido una suerte dispar, pues tentaron a la suerte en más de una ocasión, de poco les valía pensar, si lo hicieron, que son compañeros de equipo. “Me vi en el suelo en la última curva, pero estoy contento con el segundo puesto”, aseguraba Cortese finalizada la prueba.
Su rival por el título, que suma ya cuatro victorias, las tres últimas consecutivas -por solo una del germano-, se mostró exultante: “Me lo he pasado muy bien”, indicaba con una sonrisa. Nunca rehusó la pelea. Se defiende en el cuerpo a cuerpo, pese a su juventud e inexperiencia. No tuvo claro cuál era el momento idóneo para atacar, visto que la carrera arrancó con un grupo que, hasta mediada la prueba, llegó a abarcar hasta a 24 pilotos. No parecía una carrera de motos, más bien la etapa inicial del Tour, con todas las máquinas en fila india. Y Viñales no supo -y tampoco pudo cuando lo intentó- despegarse del resto. Claro que, tuvo la paciencia y el arrojo suficiente para esperar su momento y buscar el metro, en plena chicane, por donde solo entran los mejores.
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