Administrador Moutinho
La selección portuguesa no se explica sin el primer pase del centrocampista, la mano derecha de Paulo Bento.
El avance cada vez más resuelto de la selección de Portugal obedece a una organización sencilla administrada por futbolistas competentes. El procedimiento de su modelo recuerda a la cadena de montaje. Comienza por Pepe y las más de las veces concluye en remates de Cristiano. El nudo de la producción, sin embargo, se asienta sobre un hombre discreto en el que nadie parece reparar. Nació en la localidad de Silves, ciudad de casas encaladas en el corazón del Algarve, y es imprescindible para comprender el éxito de su equipo. Se llama Joao Moutinho y es la mano derecha del seleccionador Paulo Bento.
“Joao ofrece empeño y cualidades, que es lo mismo que aportan de entrada todos mis 23 jugadores”, explica Bento. “A eso añade un conjunto de cualidades técnicas, tácticas y emocionales, que le convierten en uno de los jugadores de más calidad de Europa. Para muchos el factor de la altura puede ser un hándicap. Pero está probado que los jugadores como Xavi o Iniesta, que tienen más o menos la misma altura que Joao, tienen un talento enorme y un desempeño extraordinario”.
Para un equipo vertiginoso como Portugal, plagado de jugadores de gran potencia física, la presencia de un centrocampista que ponga una dosis de pausa y precisión determina la diferencia entre la vulgaridad y el buen juego. Como recuerda Bento, no hay otro jugador más parecido a los españoles que su pequeño timonel (mide 1,70). Moutinho es el jugador que más pases ha completado de su selección (158), y el más acertado en las entregas (78%). Además, comparte otra cualidad con Xavi: es capaz de moverse constantemente durante todo el partido. Los jugadores que más kilómetros han recorrido en esta Eurocopa son ellos. Xavi suma 45.488 metros. Su contraparte portuguesa 44.896.
“Es uno de los jugadores de más calidad del torneo”, dice Paulo Bento
Bento le deja correr. No le cambia nunca porque Moutinho ni se fatiga ni se lesiona. Su regularidad fue una característica de madurez desde que llegó a la escuela del Sporting, en Alcochete, con 15 años. El propio Paulo Bento le apadrinó cuando dirigió en las categorías inferiores del Sporting y luego le promocionó a la Primera División cuando se hizo cargo del primer equipo. Al técnico le agradaba el carácter reservado del chico y su manera inteligente de resolver las situaciones más diversas de los partidos. El padre de Moutinho, Nelson, también futbolista, fue un extremo pequeñito igual que él, que llegó a jugar en Primera. Le inculcó una educación disciplinada. Le animó a la observación y contribuyó a formar un carácter perfecto para el fútbol.
Sin Moutinho, la selección portuguesa se abocaría a empantanarse frente a España. Ayer lo recordó Bento, cuando explicó que su rival se caracteriza no solo por tener el balón, sino por ahogar la salida del contrario. Contra España es más difícil dar el primer pase. “La gran identidad que creó España tiene que ver con la forma en que consigue mantener la posesión durante mucho tiempo para llegar con el equipo muy junto hasta los últimos metros”, observó Bento. “Esto le permite ser un equipo muy fuerte cuando pierde el balón porque tiene jugadores muy dúctiles que imponen una gran intensidad en la presión”.
Solo Italia, con la colaboración de Pirlo y De Rossi, y Croacia, gracias a Modric, han encontrado vías para escapar a la asfixia de la presión alta española. Ahora le toca a Moutinho ejercer el papel de primer pasador. Alrededor cuenta con una maquinaria bien dispuesta que sabe cómo y cuándo darle la pelota. Pepe, Veloso, Cristiano y Pereira son quienes más le entregan el balón. Él casi siempre lo juega hacia afuera. Por este orden, sus destinatarios son Nani, Pereira, Cristiano y Coentrao, señal inequívoca de que Portugal canaliza el juego por los costados al ritmo de Moutinho.
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