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OBITUARIO

Teófilo Stevenson, un símbolo del deporte cubano

Boxeador ‘amateur’, fue tres veces oro olímpico y en 20 años ganó 301 peleas

Teófilo Stevenson en los Juegos Olímpicos de Seúl 88.
Teófilo Stevenson en los Juegos Olímpicos de Seúl 88.

En el deporte cubano hay muchos héroes populares y nombres destacados, pero pocos tan queridos por la gente de la calle como Teófilo Stevenson, el mejor boxeador amateur de todos los tiempos, dueño de una derecha de cemento con la que noqueó a una buena porción de rivales en las más de 300 peleas que ganó a lo largo de sus 20 años de carrera, iniciada en un ring de provincias de la ciudad oriental de Las Tunas cuando tenía 14 años. Tres veces campeón olímpico y otras tres campeón mundial, un récord difícilmente superable que le convirtió en rey absoluto de los pesos pesados en los años setenta, Stevenson murió el lunes en La Habana víctima de una cardiopatía isquémica con tan solo 60 años.

Era un peleador de raza, con una técnica depurada, gran movilidad de pies y una fuerza y valentía que lo hacían temible en el combate; por sus cualidades extraordinarias fue pretendido por los principales promotores del boxeo profesional, que llegaron a ofrecerle un millón de dólares y aún más por dar el salto a Estados Unidos, pero él siempre rechazó esas mieles y defendió la revolución castrista. Durante largo tiempo trató de organizarse un soñado combate del siglo entre el campeón del mundo profesional, Mohamed Alí, y Stevenson, el monarca amateur indiscutible, pero la política hizo imposible el choque de trenes. Años después ambos serían amigos y se encontraron en numerosas ocasiones.

Hijo de un emigrante de la isla de San Vicente, Teófilo Stevenson nació el 29 de marzo de 1952 en el pequeño batey del Central Delicias, en la localidad de Puerto Padre, antigua provincia de Oriente. Pobre como una rata, empezó en el boxeo con mal pie, pero con mucho instinto y dispuesto a aprender a trompadas, que al principio fueron muchas. Tras debutar en 1966 en Las Tunas, Stevenson perdió 14 de 20 peleas disputadas, pero siguió adelante. Los entrenadores soviéticos que por entonces empezaban a ayudar a formar a los púgiles cubanos vieron en él una estrella segura y apostaron por su futuro, y llegaron los primeros combates internacionales y también algunas derrotas clave que le harían vencer después, como la que sufrió ante el norteamericano Duane Bobick en 1971, en la semifinal de los VI Juegos Panamericanos.

Un año después, a las Olimpiadas de Múnich llegó un Stevenson convertido en tigre. Bobick fue noqueado en el tercer asalto. “Uno no tiene tiempo de ver su derecha. Y cuando la ve es porque la tiene ya sobre el mentón”, dijo el boxeador alemán Peter Hussing, que cayó por KO en las semifinales de aquellos Juegos en los que el púgil cubano se coronó por primera vez campeón olímpico. En 1974 conquistó el título mundial amateur, y ya por entonces la prensa especializada y los promotores de todo el mundo estaban deslumbrados por su destreza y potencia. “Es el peleador más perfectamente balanceado que yo haya visto jamás”, dijo de él el conocido entrenador norteamericano Emmanuel Steward. Don King, con el símbolo del dólar haciéndole chiribitas en los ojos, lo comparó a Alí y a Frazer, y trató por todos los medios de organizar la gran pelea, pero Cuba siempre se opuso si el combate implicaba la pérdida de la categoría amateur.

Stevenson obtuvo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1972 (Múnich), de 1976 (Montreal) y de 1980 (Moscú). No pudo asistir a Los Ángeles (1984) cuando aún estaba en buena forma debido al boicot de los países del bloque socialista, pero los campeonatos del mundo de 1974, 1978 y 1986 (después se retiró) también fueron para su vitrina. Solo su compatriota Félix Savón y el húngaro Lazlo Papp lograron obtener tres medallas de oro en diferentes olimpiadas. Pero ningún amateur tuvo el estilo y la espectacular pegada de Stevenson, sin hablar de un palmarés como el suyo: 321 combates, 301 victorias, gran parte de ellas por KO.

A Stevenson le gustaba el ron y lo que ello conlleva, incluidos problemas, pero en la isla, donde le llamaban cariñosamente Pirolo, le perdonaron todo por su trayectoria: fue el terror de los púgiles norteamericanos durante una década, y eso en Cuba, país machista-leninista por excelencia, es oro, igual que sus medallas.

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