Iniesta se siente Messi siendo Zidane
Juega a su aire, sin límites, sabedor de que le van a dar la pelota para desequilibrar el partido y no de que la deberá meter para Messi
No hay torneo más puñetero que la Eurocopa. No es casualidad que la hayan ganado equipos como Grecia o Dinamarca. No cuenta la condición de favorito ni el ranking. Holanda perdió nada más comenzar contra los daneses, Alemania ganó por la mínima a Portugal y España cedió un empate contra Italia en un partido de palabras mayores, muy exigente, interesante tácticamente, plagado de sutiles detalles, históricamente muy competido.
Italia funcionó estupendamente como equipo, mejor incluso que España, más que nada porque los jugadores de que dispone Prandelli tienen menos calidad que los de Del Bosque. La Roja mantiene abierto el debate sobre la figura del 9, un contencioso que normalmente acaba bien, y por el contrario ha perdido equilibrio, sobre todo mecánica de juego, circunstancias capitales para entender las concesiones defensivas ante los azzurri.
España estuvo tan excelsa en el juego por dentro de sus interiores, Silva e Iniesta, como deficiente por fuera, más que nada por la poca incidencia de los laterales Alba y Arbeloa. Al igual que en Sudáfrica, maduró el partido en ataque mientras se discutía sobre la alineación de Cesc y pudo resolverlo con Torres. Ningún partido parece definitivo para resolver si es mejor jugar con o sin ariete y con o sin extremos. La eterna duda de España.
A veces hay que aceptar que el rival también juega y puede ser incluso superior al campeón del mundo
Ahora mismo lo que más le conviene al equipo es que Iniesta esté tan a gusto como en Gdansk. Iniesta se siente más protagonista en la selección que en el Barça. Juega a su aire, sin límites, sabedor de que le van a dar la pelota para desequilibrar el partido y no de que la deberá meter para Messi. No es un asunto de incompatibilidad, ni mucho menos, como ya se ha visto en el Camp Nou, sino que el manchego se sabe Messi en La Roja. Aunque Iniesta no es un delantero ni tiene el gol ni la trascendencia del argentino, su influencia en el juego es capital. A su alrededor se pueden armar multitud de soluciones, pueden jugar medios, interiores, extremos, arietes o falsos 9, y normalmente siempre buenas. La solidaridad de Iniesta es infinita y en el mano a mano, o cuando acelera, se parece a Zidane. No sería La Pulga sino Zizou. Una cosa similar le pasa a Silva.
El canario asistió a Cesc en el gol y participó del juego de toques y apoyos como Iniesta. Los dos son imprescindibles. Ausente Villa, el tercer hombre dependerá del partido y a menudo serán dos los atacantes los que se repartan la faena del 9. No es un asunto banal. En Gdansk, justo cuando más se discutía sobre Cesc e iba a ser sustituido, el azulgrana empató el partido, prueba de que sin ser un delantero centro ni tener desborde cuenta con llegada y gol. Aun siendo un 9, la presencia de Torres por el contrario no garantizó la victoria. No atinó en dos remates francos. No se le puede culpar, sin embargo, del 1-1. Asume Del Bosque que se polemice al respecto porque entiende que dispone de múltiples recursos y normalmente cambia para bien durante el encuentro. Al seleccionador, en cambio, debe preocuparle más las dificultades que tuvo España para contener a Italia.
España estuvo tan excelsa en el juego por dentro de sus interiores, Silva e Iniesta, como deficiente por fuera, por la poca incidencia de los laterales Alba y Arbeloa
No cerró bien la Roja, cosa lógica en parte si se tiene en cuenta que la zaga es nueva y que los azzurri atacaron mejor que nunca. A veces hay que aceptar que el rival también juega y puede ser incluso superior al campeón del mundo. A España se la vio por momentos vulnerable, falta de intensidad y presión, incapaz de acabar las jugadas y también de evitar las transiciones del contrario. La solución fue encomendarse al genial Casillas.
Ahí es donde parece tener faena el seleccionador. España debe ajustar el juego de los laterales y los centrales, procurar que haya más química en la mezcla Xabi-Busquets, y encontrar el mejor sitio para el mando de Xavi. Lo demás corre a cuenta de Silva y, sobre todo de Iniesta, figura incluso en un campo en que no corría el balón. No hay que olvidar que España ganó en Sudáfrica a costa de resolver sus partidos por la mínima: le alcanzaba con un gol porque no encajaba ninguno. Ante Italia: 1-1.
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