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Acoso a Red Bull

Las dos ilegalidades en las que ha incurrido Red Bull son dos tonterías fácilmente recurribles

Sebastian Vettel rueda durante el GP de Canadá.
Sebastian Vettel rueda durante el GP de Canadá.STAN HONDA (AFP)

La primera respuesta de Red Bull a las acusaciones de ilegalidad de los agujeros del suelo y del eje de las ruedas delanteras fue conseguir la pole position en Canadá. Adrian Newey no se asusta por el acoso a que el equipo es sometido por parte de la Federación Internacional del Automóvil. Al contrario. El genial ingeniero británico reafirma en cada movimiento que su coche sigue siendo el más competitivo, pese a los cambios que le están obligando a realizar en sus esquemas iniciales. Sin embargo, los intentos de la FIA por mantener la igualdad, aunque sea ficticia, en la cabeza de la clasificación del Mundial de F-1 no se pararán ahí. No es que haya una guerra contra Red Bull. No es eso. Ahora actúan contra la escudería austriaca porque el año pasado mostró una superioridad absoluta que, bajo ningún concepto, podría repetirse esta temporada. Pero si a partir de ahora aquel dominio pasara a ser de McLaren o de Ferrari buscarían entre el estiércol, si hiciera falta, hasta encontrar una respuesta que les obligara a modificar el coche para restablecer la igualdad hasta el final de la contienda.

Lo más grave es que las dos ilegalidades en las que ha incurrido Red Bull son dos tonterías que podrían ser fácilmente recurribles. Y peor todavía es el hecho de que no hayan sido protestadas de forma oficial por ninguna otra escudería. Si alguien ve ilegalidades en un coche lo que debería hacer es denunciarlo, como ha ocurrido en otras ocasiones, y no lanzar porquería contra su rival a través de los medios de comunicación y los mentideros del paddock. Ni Ferrari ni McLaren han querido entrar directamente en esta guerra contra Red Bull, pero de forma subliminal han sugerido a la FIA que interviniera. De esta forma han conseguido que fluyera en el ambiente de la F-1 un halo de tramposa, totalmente infundado, sobre la escudería austriaca.

Ni Ferrari ni McLaren han querido entrar directamente en esta guerra contra Red Bull, pero de forma subliminal han sugerido a la FIA que interviniera

Para la FIA el agujero en el fondo plano planteado por Red Bull era ilegal porque cogía aire de la parte superior de la plataforma y lo lanzaba justo delante de las ruedas traseras, evitando que las turbulencias de la rueda en funcionamiento interfiriesen en el trabajo del difusor. Es un efecto similar al de los difusores soplados, logrado ahora con estas entradas de aire. El reglamento especifica que desde un plano vertical no puede haber ningún agujero en el fondo plano. Pero este agujero deja de ser considerado como tal si le aplicas una ranura hasta el exterior del suelo. Entonces pasa a ser un sistema legal. Y esa solución es utilizada por casi todas las escuderías. Así que para Red Bull tuvo fácil arreglo. También se vieron obligados a tapar los agujeros que habían realizado en el eje que aguanta las ruedas delanteras, porque la FIA apreció que ayudaban a contrarrestar las turbulencias de la llanta.

Es como una caza de brujas. Algo que yo viví en Benetton en 1994 cuando Michael Schumacher arrasaba en el Mundial y los demás equipos nos acusaron de tener control de tracción. Mucha gente acepta mal la creatividad de sus rivales porque delata la negligencia propia. Pero, con todas las trabas, Red Bull sigue siendo competitivo y es el equipo que mejor parece haber entendido el comportamiento de los neumáticos —tan sensibles a los cambios de temperatura de los trazados—, una de las claves que decidirá este campeonato.

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