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“¿Es roja lo de Pepe a Alves?”

El excolegiado Pierluigi Collina ilustra su charla con los internacionales con las imágenes de la expulsión del central del Madrid

Del Bosque conversa con Collina.
Del Bosque conversa con Collina.Carmelo Rubio (efe)

Pierluigi Collina llevaba un buen rato hablando. Lo de siempre. Que si el juego limpio, que si la simulación es un pecado capital, que si no se puede engañar al árbitro. Un repaso a la normativa con ejemplos. Nada nuevo más allá de insistir en que hay un reglamento y que el único que tiene potestad para interpretarlo con sus decisiones es el árbitro. Dicho eso, ayer en el hotel Mistral de Gniewino ardió Troya.

El excolegiado italiano, que habló en castellano, estaba analizando jugadas con imágenes para ejemplificar su discurso y, en esas, prendió la mecha de la rivalidad latente en La Roja entre los jugadores del Madrid y del Barcelona. “¿Es esto roja?”, preguntó el exárbitro internacional. En ese momento, en la pantalla apareció el Santiago Bernabéu, Alves despejando un balón y Pepe entrando con los tacos por delante. La discutida jugada de las semifinales de la Copa de Europa de 2011 fue castigada con la expulsión del madridista.

“¿Roja? Ni le ha tocado”, gritó uno de los jugadores presentes en la reunión mientras otro reclamaba airadamente la expulsión. Se escucharon gritos y peticiones de retirada de licencia para el portugués. La batalla dialéctica implicó a propios y extraños. La sala se llenó de risas. Si hubo una herida, ha cicatrizado.

“La escena lo demuestra”, aseguran testigos. “Nos reímos un rato”, admitieron. Del Bosque lo hizo, con ganas, como Toni Grande y el resto de empleados de la federación.

Collina, entre las risas, tuvo que poner orden. “Tienen un mes para seguir discutiendo el tema, estoy aquí para explicarles por qué esto era y es tarjeta roja”, aclaró en nombre de la UEFA. Según Collina, lo de menos es si Pepe tocó a Alves. “Basta con la intencionalidad y es criterio del árbitro juzgar eso”, añadió. También avisó a los españoles de que los árbitros no tolerarían actitudes que trataran de presionarles y que el primero en protestar sería amonestado. Lo que un día separó la decisión de Stark [el árbitro de esa semifinal de Champions] lo terminó de juntar Collina.

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