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Otro ‘gallo’ para el 1.500

Tras una exitosa carrera como promesa y muchos tropiezos, Álvaro Rodríguez llega en gran estado de forma al final de la temporada y acelera hacia Londres 2012

Amaya Iríbar
Álvaro Rodríguez en los Mundiales de pista cubierta de Doha 2010.
Álvaro Rodríguez en los Mundiales de pista cubierta de Doha 2010.MIGUÉLEZ (CORDON PRESS)

Si hay una prueba cara en la selección española de atletismo es el 1.500 masculino. Por si no fueran suficientes los gallos luchando por las tres únicas plazas, Álvaro Rodríguez, un descartado en principio porque no le han salido tan bien las cosas en los últimos años, acaba de correr la distancia en 3m 34,1s, lo que significa la marca mínima A para Londres 2012, la buena, la que al final va a contar, y se ha metido de lleno en el corral. “Mi gran objetivo son los Juegos”, dice el atleta tras volar el domingo pasado en la pista holandesa de Hengelo.

Rodríguez está en Madrid de paso. Solo ha venido a cumplir con el control antidopaje camino de Valladolid, donde vive y se entrena a las órdenes de Elías Reguero, atleta internacional y responsable de los primeros pasos en la pista de Mayte Martínez. La primera pregunta para el campeón de Europa sub 23 en 2007 es qué ha pasado para que esa promesa de triunfos y gloria que se adivinaba en él se truncara, al menos de momento. Rodríguez, que ya tiene 25 años, no ha sido nunca internacional en unos Mundiales o unos Europeos al aire libre.

Primero fue el cuerpo. “En 2008 sufrí mi primera lesión, que me tuvo parado todo el invierno. Como no tenía la base suficiente, en verano corrí el 800”, recuerda. Luego, un puñado de casis. Casi se clasifica para los Mundiales de 2009 en Berlín, pero era el cuarto español y se quedó fuera. Al año siguiente, casi formó parte del equipo en los Europeos de Barcelona, con todo lo que tiene eso de oportunidad irrepetible por la ciudad, por las medallas —Casado fue oro; Olmedo, bronce—, pero también se quedó fuera. “En este deporte, si no te clasificas para la competición de turno, la temporada se va al garete. Es como hacer un cero”, dice rotundo.

Lamdassen, mínima por 78 centésimas

Un síntoma del triste estado del fondo europeo lo ofreció ayer la Copa de Europa de 10.000 metros, disputada en Bilbao y en la que, ausente el británico Mo Farah, el único crack continental capaz de rivalizar con etíopes y kenianos, se impuso un turco de 21 años llamado Polat Kemboi Arikan, que hasta junio pasado era keniano y se llamaba Paul Kipkosgei Kemboi. Aunque su marca (27m 56,28s) no es para nada excepcional, al menos bajó de 28m, umbral que no cruzó ningún otro atleta.

España, que colocó segundo a Ayad Lamdassem (28m 4,22s), tercero a Carles Castillejo (28m 7,50s) y cuarto a Lolo Penas (28m 33,99s), ganó por equipos en categoría masculina, pero solo uno de sus atletas, Lamdassem, consiguió la mínima olímpica, fijada en 28m 5s, por solo 78 centésimas. El cuarto clasificado en el Europeo de Barcelona, y veterano de Pekín 2008, será el único atleta español que disputará los 10.000 metros en los Juegos de Londres.

En categoría femenina se impuso la portuguesa Sara Moreira (31m 23,51s) y España fue quinta por equipos.

Así se lo tomó. “Lo del Europeo fue un palo muy gordo. Pasé un mes bastante malo”, dice ahora que le van las cosas bien. Ahí estaba su padre, también atleta de cierto nivel en su juventud, la persona que le metió en el mundillo y la que le entiende, dice.

Este año todo es diferente. El cuerpo resiste bien y las marcas están llegando antes de lo esperado. Tal vez tenga algo que ver esa pretemporada en Iten, la cuna del fondo mundial, la tierra de Rudisha y un sinfín de atletas kenianos que se ha convertido en una Meca para atletas de todo el mundo, que acuden curiosos a respirar ese aire y correr por la tierra roja. Allí pasó un mes, entre octubre y noviembre con tres compañeros. “Nunca me había entrenado en altitud y quería conocer aquello”, dice. Siguió los pasos de Arturo Casado.

En Kenia, Rodríguez se encontró con una pista de tierra, gimnasios modestos, unas cabañas como residencia y un montón de gente “que vive para correr”. Volvió cambiado, “más motivado”. “La experiencia humana fue increíble y lo deportivo no era tan importante. Para romper la rutina, Iten es perfecto”.

Es algo que el atleta necesita, como las siestas cuando dobla la sesión o levantarse después de las 10 porque no es de madrugar. Como estudiar Periodismo, al ritmo que le permiten las competiciones. O vivir lejos de un centro de alto rendimiento, donde la comparación con los rivales es inevitable. Por eso también desde hace cuatro años, cuando llega el invierno y las temperaturas bajan en Valladolid, se traslada a Sevilla a entrenarse con su amigo Luis Alberto Marco y su grupo, en el que también está Kevin López, dos de los mejores ochocentistas del país. El único problema de la temporada lo vivió por esas fechas, cuando no conseguía afinar, poner el cuerpo a punto para la pista cubierta. No fue a los Mundiales. Se cogió dos semanas de vacaciones. “Y ya todo fue bien”.

Ahora queda lo más difícil. Hacerse un hueco entre Olmedo —“el que va a estar sí o sí”—, Higuero —“experiencia y cabeza de sobra”—, Casado —“la incógnita”—, Diego Ruiz —“3m 33s el año pasado, la mejor marca de todos”— y la sensación este año en pista cubierta, Javier Abad, y el joven que viene, David Bustos. Todos menos Casado se verán las caras el fin de semana en Huelva. La solución olímpica, el 8 de julio.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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