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Dos batutas antagónicas

Prigioni y Llull, la pausa y el vértigo, marcan el estilo del Caja Laboral y el Madrid y el destino de su eliminatoria de semifinales que hoy vive su tercer acto (20.45, Tdp)

Faustino Sáez
Prigioni trata de robar un balón a Begic.
Prigioni trata de robar un balón a Begic.kiko huesca (EFE)

Dos brújulas para alcanzar el mismo destino. Dos estilos de marcar el rumbo. Uno amasa el balón y lo bota de manera cadenciosa, casi hipnótica, hasta encontrar el momento idóneo para trazar bisectrices o repartir asistencias. El otro devora a zancadas los metros de parqué tocando a rebato con espíritu kamikaze. Pablo Prigioni y Sergio Llull tienen en sus manos gran parte de la suerte de la eliminatoria entre el Caja Laboral y el Madrid que esta noche celebra el tercer episodio en Vitoria (20.45, Tdp).

La batuta de los dos bases ha sido hasta el momento el mejor barómetro de la serie. En el primer encuentro, Prigioni marcó el tempo. Jugó e hizo jugar, repartió la mitad de las asistencias de su equipo (seis de 12) y casi tantas como todo el Madrid junto (ocho), sedó la velocidad del conjunto blanco y maniató a su rival (dos canastas en juego y ninguna asistencia) hasta llevar a la victoria a los de Ivanovic (71-81). A sus 35 años, el argentino escenificaba su estado de gracia tras ser también el artífice del pase del Caja Laboral a semifinales con un contundente 2-0 ante el Gescrap Bizkaia. “El segundo encuentro en Miribilla lo ganamos gracias a Prigioni. Aaron Jackson lo dominó hasta el tercer cuarto, pero en el último Pablo mostró toda su jerarquía y se lo comió; fue superior en ataque y en defensa. A pesar de que Pablo es nueve años mayor, Jackson pidió el cambio porque no podía con él. Me quito el sombrero. Tras haber vuelto a jugar con él y viendo lo que hace, puedo confirmar que es uno de los grandes y el mejor base argentino de la historia, de calle”, le elogió su paisano Nocioni (duda junto a Mirotic para el partido de hoy). “Pablo es un jugador muy inteligente, sabe descifrar los momentos importantes del partido y tiene una gran influencia sobre el ritmo de juego. Es capaz de tomar responsabilidades. Pero no debemos cambiar nuestro estilo. Nuestros bases tienen otras armas”, analizó el técnico madridista, Laso, antes de medirse al Baskonia.

En el primer encuentro, Prigioni marcó el tempo. Jugó e hizo jugar, repartió la mitad de las asistencias de su equipo (seis de 12) y casi tantas como todo el Madrid junto

En el segundo encuentro de semifinales, los blancos aplicaron esas armas y se invirtió la partitura. Llull apretó los dientes, abrió el candado, se soltó las cadenas y corrió para dar al Madrid el empate (73-64). El menorquín obtuvo la mejor valoración del partido (25) gracias a su lustroso expediente (16 puntos, cuatro rebotes y cuatro asistencias). Prigioni, destemplado, no fue ni la sombra del que inauguró las semifinales y se quedó sin anotar. Esta noche, el Buesa Arena será testigo de otra encendida batalla entre el Caja Laboral y el Madrid, de otro pulso entre Prigioni y Llull.

Durante la Liga Regular, el madridista, con alma de artificiero, repartió 143 asistencias en 34 partidos. El director de orquesta del Baskonia, tan canchero como paciente, dio 116 en 32 además de liderar el apartado de recuperaciones con 61. Los playoff prolongan el cruce de caminos entre dos recientes compañeros de vestuario.

Prigioni fue el elegido por Messina para pilotar su grandilocuente proyecto. El argentino dejaba atrás seis años en Vitoria para dar el salto de calidad que redecorara su palmarés al tiempo que el técnico encontraba un hombre experto para alcanzar el éxito de forma instantánea. Pero la fórmula no resultó. Pablo demostró tanto conocimiento de la ruta como negación para hallar el plano del tesoro. Con el Madrid, Prigioni alcanzó la quinta final four de su carrera, pero firmó su quinto chasco. Entre 2005 y 2008 participó en cuatro ediciones consecutivas con el Baskonia y solo alcanzó la final el primer año donde cayó ante el Maccabi. El equipo israelí fue precisamente el verdugo de los blancos el año pasado en Barcelona, donde Llull fue el mejor de largo de los suyos.

En el segundo partido, se invirtió la partitura. Llull apretó los dientes, abrió el candado, se soltó las cadenas y corrió para dar al Madrid el empate

Para entonces, el de Mahón ya vivía exiliado en el perímetro, abocado a un debate interior sobre su verdadera naturaleza baloncestística. Pero el pasado verano, Prigioni regresó a Vitoria y Llull a su posición natural. Laso lo tuvo claro. “Mis bases serán los dos Sergios (Llull y Rodríguez)”, expuso nada más aterrizar en Madrid. “Salvo Michael Jordan, que jugaba de todo, los demás tienen su posición natural. Llull es un base que por circunstancias se vio obligado a jugar de dos y lo ha hecho extraordinariamente. Debe mejorar la lectura de juego, pero por edad y por condiciones está llamado a ser uno de los referentes en esa posición durante muchos años”, explica el técnico madridista. Su pupilo le da la razón sobre la pista tras resolver su dilema de ubicación. “Me definiría como base. Empecé ahí y es donde me siento más cómodo. Fue cuestión de cambiar el chip, de saber que hay que dirigir al equipo y hacer jugar a todo el mundo. Que nos entrene alguien que ha jugado en esa posición es una gran ventaja. Conoce el oficio y nos da buenos consejos”, confiesa Llull reconociendo el tino de Laso que, cocinero antes que fraile, lidera el ranking histórico de asistencias y recuperaciones de la ACB. A sus 24 años, en su quinta temporada en el Madrid y gracias al empujón de su técnico, Llull se ha convertido en uno de los principales referentes del equipo, guió a los blancos a su primer título en cuatro años como MVP de la Copa del Rey e intentará galopar hasta la final.

Enfrente, otro carácter indomable. Prigioni y Llull, freno y aceleración, minuciosidad frente a ímpetu. Dos maneras de entender el baloncesto con una misma obsesión: ganar.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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