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FÚTBOL | FINAL DE LA COPA DEL REY

Un himno al fútbol

Barcelona y Athletic, dos clásicos de la Copa del Rey, apelan al juego para discutir el último título del curso

José Sámano

Si la Copa es la gran fiesta del fin de curso futbolero, nadie como sus más clásicos vencedores para discutir el título en un partido que suele despertar una emoción infinita. Un reto único para los dos finalistas, una fiesta para dos aficiones volcadas, con 65.000 hinchas en las calles de Madrid, unos 15.000 sin entrada. Barça y Athletic, con 25 y 23 títulos, respectivamente, llegan avalados por su buen fútbol, por tratarse de dos equipos estilistas. Cada uno a lo suyo y ambos con un incierto futuro inmediato. El Barça, con la duda de si su maravilloso ciclo del último quinquenio ha tocado a su fin por ser el del Manzanares (22.00, TVE-1) el último partido de Pep Guardiola, glorioso instructor de una época dorada que comenzó en Soria el 31 de agosto de 2008. Por parte del Athletic, la duda también tiene que ver con ciclos y futuros. Con Marcelo Bielsa el club ha pegado un salto cualitativo y lo que puede ser el inicio de una gran aventura depende aún del desconocido más allá del técnico argentino, cuya continuidad no ha sido desvelada. El argentino, a petición de sus futbolistas, aceptó que finalmente viajara toda la plantilla a Madrid. Su idea inicial era que lo hicieran solo los 18 convocados.

Pero antes de las dudas de mañana con la transición guardiolista y la andadura de Bielsa, está el partido de hoy, un pulso apasionante que la política ha intentado contaminar con falsetes interesados. Para su desgracia, el fútbol es de la gente y con la pelota en rodaje solo importará el devenir de cada equipo. Los dos tienen sus armas. Bien que lo ha demostrado este maratoniano Athletic, majestuoso en Europa, pese a su tiritona en su novatada final, grande en la Copa y competitivo en Liga mientras tuvo depósito. Bielsa cuenta con todo el molde, sin bajas, con Javi Martínez como emperador defensivo, con De Marcos para todo, con Susaeta al toque, con Herrera (cuyo padre, con el Zaragoza, ya ganó al Barça una final en el Manzanares hace 26 años) y Muniain en la lámpara y Llorente como punto y final. Enfrente, el Barça del único rosarino que discute la universalidad local de su paisano Bielsa. Con Messi —que ha marcado en seis de las ocho finales a partido único que ha disputado como azulgrana—, pero con menos defensa, sin Alves, Puyol y Abidal, el último quebradero de Guardiola, que ya tuvo que improvisar en la final de hace tres años en Valencia con Yayá Touré como central. Esta vez, marcado por las circunstancias, ya llega con Mascherano, central postizo en su momento, rodado en el puesto. Montoya, del filial, se perfila como relevo del lesionado Alves.

El partido de hoy es un pulso apasionante que la política ha intentado contaminar con falsetes interesados. Para su desgracia, el fútbol es de la gente

Si el Athletic se ha conjurado para rectificar su paso por Bucarest, el Barça quiere aupar a su técnico en la despedida. Y hay otros intereses en juego. Chicos como Muniain y Pedro saben que tendrán a Vicente del Bosque por la mirilla desde su concentración en Austria para la Eurocopa que comienza en 14 días. Pero esa será otra historia. Antes, el broche de la Copa, un torneo al que Barça y Athletic han dado brillo a lo largo de su añeja historia. En esta ocasión llegan anticipados por su vistoso estilo, siempre con la pelota como protagonista principal. “El mejor equipo del mundo”, dijo ayer Bielsa sobre el Barça. “Un equipo con alma, amor propio y coraje, que ha sido una maravilla en muchos partidos”, subrayó su discípulo Guardiola sobre el Athletic. Fútbol y solo fútbol para un gran cartel.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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