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La libertad de Guardiola

“Me voy y pido que me dejen de lado”, afirma el entrenador barcelonista antes de su despedida del banquillo

Ramon Besa
Guardiola, durante la rueda de prensa.
Guardiola, durante la rueda de prensa.LLUIS GENE (AFP)

Acabada la pasada temporada, Pep Guardiola reunió a sus jugadores para decirles: “Que sepáis que la historia no se acaba aquí. Hay que seguir ganando”. El equipo le creyó a pies juntillas y conquistó la Supercopa de España y de Europa y, en diciembre, el Mundial de Clubes. Nadie reparó a medio plazo sobre las aspiraciones del Barcelona y de Guardiola hasta que el entrenador fue distinguido con la medalla de oro del Parlament de Catalunya. Aquel día, Valentí Guardiola, padre del técnico, advirtió a su hijo: “En el momento en que empiezan los homenajes, hay que comenzar a preparar las maletas. Es la señal para que prepares tu salida”.

Aunque hasta el día antes de su renuncia no supo que Pep abandonaba el banquillo Valentí sospechó desde el inicio que su primogénito no renovaría. Hubo incluso un punto de ingenuidad en el patriarca de la familia cuando, tras el empate a cero en Vila-real, le preguntó al técnico. “¿Qué has hecho para que se te critique tanto?”. Acostumbrado a llevar la iniciativa, Guardiola jugó a contracorriente en el último ejercicio, como si fuera consciente de que no habría un quinto año.

A pesar de que hay varios episodios, existe un encuentro que funciona como punto de partida de la reflexión de Guardiola. El día en que el Milan empató en el descuento el Camp Nou en la Champions, el técnico adivinó que su equipo había perdido competitividad. La percepción se advierte en los detalles más que en el grueso del partido. Nada mejor que la defensa de un córner para medir la concentración de su equipo. El entrenador supo que su plantel no estaba tan puesto como años anteriores y por contra el Madrid se aplicaba al máximo.

“Le dije a Tito que estaría a su lado. Era su momento, su decisión, y yo la aceptaría”

A partir de entonces, Guardiola procuró formar la mejor alineación para Messi, que solo fue suplente en Anoeta, y también para dar cabida a Cesc, a costa de repetir el 3-4-3. Al entrenador le obsesionaba encontrar acomodo para la Pulga y ceder al protagonismo a los medios. “Ya sabes, Charly”, le comentaba a Carles Rexach, “la cuestión es jugar con poca gente delante y atrás y mucha en el medio”. Así afrontó el Barça la competición hasta claudicar en la Liga y la Copa de Europa por la superioridad de sus rivales y las carencias propias, expresadas en las lesiones de Villa y Abidal y la enfermedad de Tito Vilanova.

La defensa de la directiva de Joan Laporta ante la acción de responsabilidad y la entrevista concedida al Banc de Sabadell, abonaron el debate sobre la personalidad de Guardiola y su desgaste como portavoz institucional. Actuó el técnico y su equipo a contrapelo en la cancha y en el despacho y pagó muy cara en la Liga la energía invertida en la Copa y la Supercopa, en las que derrotó al Madrid. Al barcelonismo le animó y consumió su obsesión por impedir el rearme blanco.

Guardiola necesitó tomar pastillas para dormir y salir a pasear con sus hijos y compañera para sentir el calor familiar, hasta que volvió a dominar la competición, momento en que se sintió perjudicado por los arbitros. “Me duele perder tan pronto la Liga”, comentó después de perder en Pamplona. “Hemos cometido demasiados errores. No supe anteponer las respuestas a las preguntas. Fallé. No lo hice suficientemente bien como para que pueda culpar a los colegiados. Los errores suyos y los nuestros y el acierto del rival explican el resultado”.

Guardiola, tras su última rueda de prensa en Barcelona.
Guardiola, tras su última rueda de prensa en Barcelona.LLUIS GENE (AFP)

Únicamente hubo un instante en que Guardiola intuyó que podía dar la vuelta a la Liga. Fue cuando el Madrid visitó el Camp Nou. Aquel día el Barça atacó con Tello, convencido de que se decidía el campeonato, y se equivocó. Al ser preguntado, sin embargo, Guardiola confesó: “Nunca actué en contra de mi corazón. No debo nada a nadie. Soy libre. Llegué libre, cuando me la jugué con Busquets y Pedro, y me iré libre, después de poner a Tello y Cuenca. Es lo que tengo”.

“Fui yo quien avisé a Tito de que le propondrían entrenar al Barça tras la derrota con el Chelsea”, concluyó ayer Guardiola. “Zubizarreta me lo advirtió en noviembre, cuando me lo propuso ante mi renuncia. Yo le respondí a Tito que estaría a su lado. Era su momento, tenía que tomar su decisión y yo la aceptaría”. Después de mostrar su agradecimiento a Rosell y Laporta por dejarle faenar, concluyó: “Estamos preparados. Le pido al equipo un último esfuerzo. Mi espina clavada es no haber disputado la final de Múnich. Yo, en cualquier caso, me voy, me quedo a un lado y que me dejen”. Quiere ser libre Guardiola.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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