_
_
_
_

El Bayern, en un santiamén

El equipo alemán, frágil en defensa pero vertiginoso en ataque, parte desde las alas para romper al contragolpe

Jordi Quixano
Mario Gómez celebra un gol al Madrid.
Mario Gómez celebra un gol al Madrid.CHRISTOF STACHE (AFP)

No precisa el Bayern del balón para ser un equipo rompedor, sobre todo porque se despliega al contragolpe, casi siempre con las alas abiertas para luego encogerlas y buscar el pase definitivo y el remate. Definido por una defensa un tanto frágil, el equipo se reagrupa atrás para salir a toda mecha, con el pase de Schweinsteiger, la llegada de Kroos, los zigzagueos de Robben y Ribéry, los huecos que proporciona Müller y el lazo final de Mario Gómez. Pura dinamita.

El fiasco en la Bundesliga, donde ha sido incapaz de desarticular al Borussia Dortmund, solo refuerza la trascendencia de este duelo para los bávaros, expertos en estas lides, con cuatro trofeos y otras tantas finales. No podrá contar Heynckes con tres jugadores titulares, con Alaba y Badstuber –que dejan más coja la zaga- ni con Luiz Gustavo, el medio que corre por dos. Pero parecen contratiempos menores si se atiende al parte médico del Chelsea. Cómo gestionar la posesión y el cuero asemeja la clave para el Bayern, toda vez que se presupone la predisposición defensiva del rival.

Heynckes. Entrenador. Alemania (1945). No hace mucho, Jürgen Klinsmann no solo exigía a la selección y al Bayern la eficacia en el pase, sino que también la rapidez. “El jugador alemán tarda un segundo más que el inglés en desprenderse de la pelota”, repetía. Un librillo que ahora aprueba Heynckes, que ha pasado de entrenar con la vara a hacerlo con la palabra. “Ha convertido el fútbol en arte”, le reconoció su amigo y presidente Uli Hoeness, que le confirmó para el próximo año. Queda por ver, sin embargo, si el técnico es capaz de saldar su deuda; prometió este título a los aficionados bávaros en 1990 en la plaza Marienplatz, tras ganar su segunda Bundesliga consecutiva.

Neuer. Portero. Alemania (1986). Mirado con lupa más que ningún otro porque se sabe que su corazón late Schalke –fue recogepelotas e hincha activo del club de joven-, pasó un inicio de curso complicado. Pero sus paradas y fiabilidad le han devuelto el estatus de estrella, hasta el punto que por fin en el Allianz Arena creen haber encontrado el recambio definitivo para Kahn, el peor de los agujeros desde que se marchara. “Quiero jugar con continuidad en la Champions”, expresó entre lágrimas al despedirse de Gelsenkirchen. Y Neuer –“quizá es más completo que Casillas cuando tenía 25 años”, señaló Raúl-, todo reflejos y agilidad, ya disputa la final.

Lahm. Lateral derecho. Alemania (1983). Ha dado un vuelco a su carrera en el último momento, acostumbrado como estaba a desplegarse por la izquierda. Ahora, el menudo lateral se atornilla en la derecha por orden de Heynckes; quiere que dé relevo a Robben por el costado para sacar centros, toda vez que el holandés tira hacia dentro. Así desfiguró al Madrid. Voz autorizada en el vestuario, sobre el césped resulta profundo, rápido y buen marcador, aunque un tanto frágil en el contacto, es un filón en ataque y un seguro en defensa.

Tymoshchuk. Central. Ucrania (1979). Su puesto natural es en el eje del centro del campo, pero las bajas le obligan a dar unos pasos hacia atrás, como en su época hiciera su ídolo Lothar Matthaüs. Va sobrado en el contacto y en los balones aéreos, y no tiene una mala salida de la pelota –buenos desplazamientos en largo-, pero en ocasiones pierde las referencias de la línea, además de pecar de lento en la corrección. De cadera tiesa, le cuesta medirse con los delanteros pequeños y habilidosos. Es su gran ocasión para añadir el trofeo a sus vitrinas, para completar una colección en la que no falta la Copa de la UEFA de 2007 con el Zenit de San Petersburgo.

Boateng. Central. Alemania (1988). Aunque lleva tatuada en su brazo derecho la palabra Agyenim [grande en ghanés, el idioma de su progenitor], siempre tuvo claro que era alemán, al contrario que su hermano Kevin-Prince (Milan), que defiende a Ghana. Perdido al principio como referencia de la zaga, quizá marcado porque no dio la talla en el Manchester City, un tanto lento y torpe en la anticipación, el paso del tiempo y los minutos con el Bayern le han convertido en un zaguero sobrio, con un pase nada desdeñable, habilidoso en el corte, sensacional por arriba.

Contento. Lateral izquierdo. Alemania (1990). De raíces napolitanas –su nombre se lo debe a Maradona- y con la ambición de defender a Italia, por más que haya jugado en las inferiores de Alemania, ha perdido peso en el Bayern con la irrupción de Alaba. Formado en la cantera, cumple como marcador y en lo táctico, pero se muestra reticente a pisar campo contrario, sobre todo porque no le sobra quiebro ni pie para el centro.

Kroos. Mediocentro. Alemania (1990). El centrocampista puede jugar tanto de eje -tiene facilidad para guardar la pelota y dar el pase- como de enlace por su habilidad para lanzar la asistencia definitiva. Representante de las nuevas hornadas de Alemania junto a Özil, Marin, Müller, Kiessling y otros tantos, su eclosión en el Mundial sub 17 de Corea, donde fue escogido como el mejor del torneo, y la cesión de hace dos cursos al Leverkusen supusieron los mejores de los azuces para su carrera, hasta el punto de que regresó al Bayern, donde se formó desde los juveniles. Tiene llegada desde la segunda línea y un gran disparo desde media distancia. Le falla, sin embargo, que suele borrarse en la lucha para el salto –mide 1,80 metros-, lo que le impide prologar o defender los balones largos y aéreos en la medular.

Schweinsteiger. Mediocentro. Alemania (1984). Impulsivo en sus inicios, más trescuartista por la izquierda que otra cosa, el alemán pretendía siempre dar el último pase, la filtración imposible o el disparo desde el balcón del área. Pero su fútbol ha madurado como su cabeza, hasta el punto de que es capital para la construcción del Bayern, frontera obligada para lanzar la contra, para manejar los tiempos y el ritmo, para descongestionar y descascarillar al contrario. Su empeño por permanecer en Alemania le resta posibilidades de saber su nivel exacto, pero nadie duda de que esté entre los mejores medios del planeta, con tan buen pie como ocupación del campo.

Robben. Extremo. Holanda (1984). Maravilloso en la conducción del balón atado a la bota izquierda, el fino extremo descuenta rivales con facilidad y no le falta el gol. Pero fiado a su velocidad y a su habilidad en el recorte, le suele sobrar un regate, lo que deja sus jugadas a medio hacer. Proclive a lesionarse porque juega al sprint y castiga sus músculos, tildado de egoísta y envuelto en sucesivas polémicas por su ego –desde la cúpula del Bayern han sido constantes las críticas hacia su juego y no dejó de sorprender que le renovaran hasta 2015-, le acompaña también un estigma de perdedor, toda vez que fue incapaz de batir a Casillas en la final del Mundial y que perdió la final europea de 2010 ante el Inter. El Allianz Arena le brinda una última oportunidad.

Müller. Mediapunta. Alemania (1989). Fue la sensación en el Mundial de Sudáfrica, escogido el mejor jugador joven y máximo artillero (5) junto a Sneijder y Villa. Aunque no le sobra técnica, es bien inteligente e interpreta como pocos las jugadas de ataque, puntual en el remate. La irrupción de Mario Gómez, sin embargo, le hizo recular unos pasos y la eclosión de Kroos le envió al costado. En todas las posiciones ha rendido, capaz de hilvanar el juego, de generar huecos con sus arrastres y de enlazar con el ariete. Siempre aparece cuando se le requiere.

Ribéry. Extremo. Francia (1983). Es el aguijón, el futbolista que desequilibra. Explosivo en carrera, con un juego de piernas inalcanzable, con una cadera elástica y una facilidad para correr en vertical, Scarface está en el mejor momento de su carrera, quizá porque el Bayern le sobreprotegió ante diferentes escándalos, quizá porque la actitud paternalista de Heynckes le ha convencido. Tras demostrar sus habilidades en el Olympique de Marsella, prosiguió su voracidad en Alemania, hasta que le pudo el dolce far niente, el saberse superior a los demás. Tras años coqueteando con los grandes de Europa, parece haber echado raíces en Baviera y se le nota en su juego, alegre y eléctrico, y en su cara, siempre adornada por la sonrisa.

Mario Gómez. Delantero. Alemania (1985). De niño recorría las calles de Alemania con la camiseta de Romario, siempre con el Barça en la boca, quizá porque tiene raíces españolas (granadinas) en su familia. Curtido en el Stuttgart, fue Van Gaal el que le hizo explotar al darle la delantera en detrimento de Luca Toni. Desde entonces, no ha parado de marcar goles, hasta el punto de que es el único que puede arrebatarle a Messi el pichichi europeo, puesto que lleva 12 dianas por las 14 del azulgrana. Imponente en el área, casi siempre rematador al primer toque, caza los balones al vuelo. Guarda la pelota, se gira y arma la pierna en un santiamén. Un goleador de los de antaño que está de moda; en este curso, ha marcado 41 redes en 51 encuentros.

BANQUILLO

Condicionado por las bajas, el banquillo bávaro es más de emergencia que de salvación; si bien cuenta con un portero de garantías por su experiencia (Butt), tiene dos defensas que apenas ha utilizado el técnico durante el curso (los brasileños Breno y Rafinha) y un medio anónimo, el japonés Usami, que ha jugado más en el filial que con el primer equipo. También se presume que estará Pranjic, medio de recursos, además de Petersen y Olic, opciones para dar relevo al desgaste de Mario Gómez o para cualquier urgencia en caso de contratiempo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_