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HISTORIAS DE UN TÍO ALTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La humanidad de Kobe Bryant

Ahora entiende que, para ganar, tiene que tratar a sus compañeros de equipo con respeto

Kobe Bryant junto a Steve Blake
Kobe Bryant junto a Steve BlakeLUCY NICHOLSON (REUTERS)

Solía pensar que Kobe Bryant era la pura maldad en baloncesto. Trataba a sus compañeros de equipo como basura alta y atlética. Era seco con los medios de comunicación. Estuvo envuelto en un escándalo sexual y en problemas matrimoniales. Incluso mi experiencia personal respaldaba mi opinión: cuando fui a un campus de entrenamiento con los Lakers, Bryant se comportó cada día como si le hubiese puesto lavavajillas en su capuccino matutino. 

Sin embargo, mis sentimientos han cambiado. Ahora, cuando veo a Kobe Bryant en la cancha con los Lakers, me veo animándole. Probablemente me sienta así con Kobe Bryant en parte porque Bryant está envejeciendo y no quiero que lo haga, porque si Kobe Bryant está envejeciendo, entonces yo estoy envejeciendo y no quiero hacerme viejo. Pero el que más ha contribuido a mi nuevo respeto por Kobe es el propio Bryant. Piensa más, es más maduro y es más consciente de quién es de lo que lo era. Después del cuarto partido de la serie de primera ronda de sus Lakers contra los Nuggets de Denver, Bryant indicó con una risita que, después de que le hubiese pasado el balón a tres compañeros de equipo distintos, que fallaron los tiros que lanzaron, sabía que todo el mundo esperaba que se volviera egoísta en las siguientes posesiones.

Es más maduro y más consciente de quién es

Ahora tiene un carácter complicado: un oso grizzly herido que se ha retirado a su parte del bosque favorita. Una estrella del rock incomprendida al final de su carrera. O mejor aún, Darth Vader.

Mi opinión sobre Darth Vader ha seguido la misma trayectoria que mi opinión sobre Kobe Bryant. Si me hubiesen preguntado en 1988 lo que pensaba de Darth Vader, habría fruncido mis labios de niño de 10 años y habría dicho: “Es malo”. Ahora, sin embargo, mi opinión sobre Darth Vader es un poco diferente. Ahora veo a Vader como un personaje tridimensional. Ahora podría incluso admitir que, bueno, en cierto modo respeto a Darth Vader. Tuvo una educación dura, después de todo, y el hecho de ser la versión intergaláctica de Vladimir Putin difícilmente podría describirse como “relajante”.

Naturalmente, es fácil animar a Darth Vader cuando sabes que al final perderá. ¿Canonizaría tan rápido a Darth Vader si El retorno del Jedi hubiese acabado con la Estrella de la Muerte (2.0) matando con su láser a todos esos ewoks?

En estos momentos, en la fase inicial de los playoffs, el hecho de animar a Bryant no supone un gran desgaste emocional. Decir que me gustaría que le fuera bien en las primeras rondas no es lo mismo que decir que quiero que gane un campeonato.

Pero este año puede que averigüemos lo mucho que me gusta Kobe Bryant porque la razón final por la que ha acabado por gustarme ese jugador es que ahora entiende que, para ganar, tiene que tratar a sus compañeros de equipo con cierto grado de humanidad. Vale, de vez en cuando, lanza una mirada de disgusto a Steve Blake o a Pau Gasol, pero la mayor parte del tiempo, juega como un ser humano que entiende lo que es tratar con otras personas.

Y lo que eso significa es que dentro de poco podría tener que averiguar si puedo animar a Darth Vader cuando existe una posibilidad de que Darth Vader gane.

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