El revoltoso Arda, El Tigre tranquilo y las camisetas de Simeone

“Nosotros somos más serios que Iker”, bromeaba Juanfran en la entrada del hotel Intercontinental cuando le preguntaban si los cubalibres habían formado parte de la sobremesa de la cena de los campeones rojiblancos. Feliz, contaba la fiesta:  “Ha habido un poco de champán aunque tenemos que madrugar y estar frescos que nos va a recibir nuestra gente. Dentro de unas horas tendremos jaleo y el domingo nos jugamos estar en la Liga de Campeones”. Hubo fiesta en el Atlético aunque comedida.  La disciplina impuesta y el deseo de no descuidar la cita ante el Villarreal llevó a dividir el copioso bufé en dos: a un lado del salón, destinados a los jugadores, había recipientes con comida baja en grasas. Al otro, para el resto de comensales, todo aquello que no es recomendable para un deportista de alta competición cuando aún tiene algo por lo que competir.

En el salón habilitado en la primera planta, Arda Turan llevó la voz cantante en la animación de la fiesta compartida con directivos y familiares desplazados hasta Bucarest. “Arda es un crack, se ve que le gustan estas cosas, quizás era el que más emocionado estaba, en el campo le vi llorar”, apuntaba un eufórico Adrián, todavía asombrado por el reposo del goleador Falcao. “Lo de El Tigre es de locos, es el que estaba más tranquilo en la cena, como está acostumbrado a meter goles…”, explicaba el delantero asturiano.

Un par de horas antes Falcao había contado con naturalidad que en el primer gol por fin hizo caso a su padre. “Siempre me decía que rematara al palo contrario del portero, pero creo que esta es la primera vez que lo he hecho”. El colombiano, que no sabe si seguirá en el Atlético la próxima temporada y que mandó un recado a sus críticos en la sala de prensa, rompió su seriedad para fotografiarse con la copa recién obtenida, que presidía el banquete desde el centro del habitáculo.

Durante la cena los jugadores percibieron a su entrenador como uno de ellos. En las mesas tronaron los habituales cánticos, servilletas en mano, que la afición recita en el Vicente Calderón. “El que más nos gusta es el de lo, lo, lo, lo, lo, Atlético”, resaltaba Juanfran. Con el salón ya casi vacío, la mayoría de los futbolistas prefirieron irse a descansar y un pequeño grupo salir a tomar una copa por la cálida noche de Bucarest. El propio Simeone se arrancó con una tonadilla dedicada a su preparador físico: “Profe, quédate, profe quédate, quédate sin respirar”.

Simeone contaba, ya descomprimido por la tensión, lo mal que lo pasó en el cambio de camiseta de Turan cuando comenzó a sangrar. Al Cholo le sucedió algo que pensaba que jamás iba a volver a vivir. Siendo entrenador de Estudiantes,  un jugador suyo tardó en encontrar una camiseta de repuesto porque no había en el banquillo y les empataron el partido. Desde entonces, tiene dada la orden a sus ayudantes de que tengan preparados un lote de camisetas de cada uno de los jugadores. Sin embargo, ayer, tratándose de una final, nadie se acordó y a Simeone se lo comían los demonios cuando comenzó a sangrar el turco. El técnico fue de los últimos en abandonar el salón. Camino del ascensor se despidió de la prensa con un comentario con cierto aire entre sarcástico y orgulloso: “Eh, chicos, ¿saben? ¡Ganó el Atlético!".