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El Manchester City acaricia la Premier

Dos goles de Touré frente al Newcastle (0-2) dejan al equipo de Mancini, que depende de sí mismo en la última jornada, a un paso del título

Jordi Quixano
Touré, en el momento del segundo gol.
Touré, en el momento del segundo gol.DAVID MOIR (REUTERS)

Tildado de conservador irremediable porque entiende el fútbol desde su campo y no desde el contrario, porque abotarga la medular con mediocentros y músculo antes que con talento, hay una apuesta que a Roberto Mancini, técnico del Manchester City, le ha salido de rechupete, por más que también encontrara sus detractores: adelantar ocasionalmente a Touré del eje a trescuartista. Un envite que en St. James Park (ahora Sports Direct Arena), estadio del Newcastle, le valió media Premier.

Equipo remozado a base de un talonario tan generoso como extenso, sufragado por los millones del Abu Dhabi Group, encabezado por Sheik Mansour bin Zayed, no le faltan a los citizens pie para conjugar la pelota, con futbolistas como Silva y Nasri, que mezclan como pocos, con Johnson y Milner, que sacan centros a mamporro, y con Tévez, Balotelli y Agüero, que las cazan al vuelo para enchufar goles. Mancini, sin embargo, gusta dar cabida a medios que aporten equilibrio, que no rompan al equipo en las ofensivas. Eso es De Jong, Barry, el propio Milner y, más que ningún otro, Touré.

Para Touré no es extraño jugar de engarce, más que nada porque fue ahí donde se granjeó un nombre a nivel internacional con el Mónaco

Para Touré no es extraño jugar de engarce, más que nada porque fue ahí donde se granjeó un nombre a nivel internacional, hasta el punto de que el Barcelona lo fichó desde el Mónaco cuando actuaba de medio ofensivo. Pero en el Camp Nou la exigencia para los mediapuntas es inflexible, sobre todo porque no solo se pide que guarde la pelota, sino que también la sepa tocar de primeras, que se mueva entrelíneas y que tenga la vocación de moverse por todo el frente para generar huecos y aprovechar los de sus compañeros. En Inglaterra, sin embargo, es otra historia porque al enlace se le requiere sobre todo llegada, capacidad de resolución en las segundas jugadas y apariciones fortuitas en el área rival para rematar. Nada mejor para Touré, de zancada poderosa y disparo sensacional. Eso hizo ante el Newcastle, cuando el equipo estaba atascado, cuando Mancini decidió quitar a Nasri del campo para poner a De Jong y adelantar a Touré.

Primero, De Jong se la dio a Touré, que enlazó con Agüero y le tiró una pared al 42 citizen, que, desde la frontal del área, soltó un yayazo –como bautizaron a sus disparos en el Camp Nou- con el interior del pie que le guiñó el ojo al poste antes de entrar a gol. Era el minuto 70. Replicaron los urracas con algo de fiereza, acuciados por sus necesidades europeas, pero se atragantaron con un saque de esquina a favor. Repelió el cuero la zaga del City y lo cogió Agüero, que se marcó un eslalon hasta las proximidades del vértice del área, donde dio el pase a la llegada de De Jong, que se la cedió a Clichy, ya en el lado opuesto. Centro al punto de penalti y remate con al zurda de Touré a gol. Dos dianas capitales para acariciar la Premier de Yaya, futbolista que ya consiguió el tanto decisivo en la final de la Copa inglesa (FA Cup) del curso anterior y que cerró un vacío de 35 años.

Se bate ahora en la próxima jornada el Manchester City contra el QPR en una situación de privilegio, ya que depende de sí mismo para festejar el laurel. Así, a falta de la última cita, está igualado a puntos (86) con el Manchester United, vencedor sin contratiempos ante el Swansea (2-0), pero con un golaverage superior (+8) al de los diablos rojos, que en la última jornada se batirá a domicilio con el Sunderland. Un título en la mano, un trofeo que solo consiguió en 1937, dirigidos por el atrevido Wilf Wild – al año siguiente fue el equipo más goleador de la categoría, pero descendió-, y en 1968, bajo el mandato de Joe Mercer. Ahora, le toca a Mancini.

Debacle del Lyon y regreso del Feyenoord a la 'Champions'

No corren buenos tiempos por el estadio de Gerland. Su inquilino, el Olympique de Lyon, el club más laureado de Francia en la última década -sumó sus siete cetros ligueros en los últimos diez años-, no estará presente en la próxima edición de la Liga de Campeones. El club presidido por Jean-Michel Aulas, uno de los clásicos de la competición europea durante los últimos tiempos, dilapidó sus opciones tras ser incapaz de derribar al modesto Brest (1-1), que está al filo del descenso, en la 36ª jornada. Tan solo quedan dos partidos para que finalice la Ligue 1, es decir, seis puntos en juego, por lo que los ocho de ventaja con los que cuenta el Lille, el ocupante de la tercera posición, descartan de forma matemática al equipo dirigido por Rémi Garde. El Lyon, que desde 2007 cotiza en bolsa, se ha visto lastrado por la crisis mundial que azota la economía, pese a ser uno de los conjuntos más poderosos del país, y en los dos últimos ejercicios ya había perdido fuelle.

La cara opuesta la representa el Feyenoord. Caprichos del destino, tal día como hoy, un 6 de mayo, se convertía en el primer equipo holandés que elevaba la corona de la Copa de Europa tras doblegar al Celtic de Glasgow en San Siro. Desde entonces, el equipo de Rotterdam se ha hecho con dos entorchados de la UEFA, pero apenas ha dejado rastro en la máxima competición continental. Sin embargo, las gradas de De Kuip volverán a disfrutar el próximo curso de la Champions, competición que no disputaba el Feyenoord desde la campaña 2002/2003. Con el título de la Eredivisie ya adjudicado para el Ajax, el equipo dirigido por Ronald Koeman defendió su renta de un punto sobre el tercer clasificado, el PSV, al deshacerse del Heerenveen (2-3) en la última jornada del campeonato. De poco les sirvió a los de Eindhoven su victoria ante el al Excelsior (1-3). La Champions albergará de nuevo a un viejo huésped.

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