Adiós al chico 10
Nash, que reparte más de una decena de asistencias por partido con los Suns, coquetea a los 38 años con un nuevo destino
"We want Steve”, gritaron los aficionados de los Suns en el último partido de la temporada del equipo de Phoenix. La derrota frente a los Spurs no empañó la más que segura despedida de Steve Nash como jugador de los Suns. El base canadiense, toda una institución en Phoenix, acaba contrato con la franquicia de Arizona, donde ha jugado las últimas ocho temporadas, aunque por el momento se desconoce su destino. Parece que sus 38 años le han despertado las ganas de conseguir un anillo y, después de que Phoenix lleve dos años consecutivos sin clasificarse para los playoffs, se vislumbra la intención de Nash de fichar en un equipo con aspiraciones al título.
Con una media de 10,7 asistencias por partido, esta es la sexta temporada consecutiva que cierra con más de 10 asistencias por curso. Pese a su edad, sus números lo mantienen todavía como un base de garantía, posee un dominio absoluto del balón (solo 0,1 pérdidas por partido) y su aportación en ataque es más que correcta (12,5 puntos por encuentro). Las 13 asistencias en el encuentro contra Denver y las 11 contra Utah lo han convertido en el quinto jugador que más asistencias ha repartido en la historia de la NBA, con 9.915 pases, por delante de Oscar Robertson, con 9.887.
Su fuerte lazo familiar con el fútbol –su padre fue futbolista profesional en Sudáfrica, su país de origen, y su hermana y hermano son profesionales de este deporte en Canadá- no fue suficiente para que Nash se decantara por el baloncesto al acabar el instituto. Debido a la escasa oferta baloncestística de las universidades en Canadá, el base se buscó la vida en Estados Unidos y, después de mandar muchos vídeos a más de 30 universidades, la californiana de Santa Clara le dio una oportunidad, donde puso en práctica su habilidad para el pase y su excelente visión de juego.
En 1996, con 22 años, fue elegido en decimoquinto lugar en el draft por los Suns de Phoenix. Después de dos temporadas más que decentes, fue traspasado a los Mavericks de Dallas, donde jugó seis años. En 2004 finalizó su contrato y quedó como agente libre, y los Suns no dudaron en contratarlo. Fue ahí donde llegó su explosión: tenía 30 años y estaba a punto de convertirse en el segundo jugador blanco en conseguir ser MVP en la NBA, después de Larry Bird. Pero Nash no se conformó con eso. La temporada siguiente (2005-2006) volvió a ser nombrado MVP, con una media de 18,8 puntos, 10,5 asistencias y 4,2 rebotes por partido. Sus estadísticas y sus contundentes porcentajes (51,2% en tiros de dos puntos, el 43,9% en triples y el 92,1% en tiros libres) lo elevaron a la categoría de Larry Bird, Reggie Miller y Mark Price, los únicos jugadores que hasta el momento habían superado el 50%, 40% y 90% en las categorías respectivas. Fue ahí cuando Nash se dio a conocer.
Seguidor del fútbol europeo y del Barcelona en particular, Nash ha declarado en alguna entrevista que le encantaría ser el dueño del Tottenham -club de fútbol de la ciudad inglesa donde nació su padre-. Demostró su habilidad para este deporte, que practicó en sus años de instituto, al dar un pase de cabeza espectacular a su compañero de equipo, Amare Stoudemire, en el concurso de mates del All Star de 2007.
Lo único que le queda por demostrar al base genial es que a sus 38 años aún está a la altura y a tiempo de pelear por un anillo, lo único que le falta por conseguir tras 16 años en la NBA. Las ofertas de los grandes puede que no tarden en llegar. Mientras, Phoenix espera.
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