El Atlético está desatado
Un segundo acto de fútbol eléctrico y dos genialidades de Turan desarticulan al grisáceo Espanyol
Después de un concierto de fútbol delicioso, de un elogio al juego y al balón frente al Valencia en la semifinal europea, el Atlético pareció desafinar hasta que dictó lo contrario. El tiempo y el trabajo le ha enriquecido en versiones —contragolpeo, posesión o equipo de dos áreas— y con poco ya hace mucho. Ante el Espanyol, equipo de fácil tiritona en la zaga y tieso a la hora de conjugar el cuero, le alcanzó con una pegada de arrea, con una segunda parte eléctrica, con el laboratorio y con dos obras de arte de Arda Turan, que ha espabilado cuando se lo reclamaba el equipo y el calendario. Un triunfo madurado; un laurel que le arrima a Europa.
ATLÉTICO, 3 – ESPANYOL, 1
Atlético: Courtois; Juanfran, Godín, Domínguez, Filipe Luis; Tiago, Gabi (Mario Suárez, m. 46); Salvio, Diego (Adrián, m. 73), Arda Turan (Koke, m. 80); y Falcao. No utilizados: Asenjo; Perea, Miranda y Pedro Martín.
Espanyol: Cristian Álvarez; Javi López, Raúl Rodríguez, Héctor Moreno, Dídac; Baena (Álvaro, m. 71), Romaric (Cristian Gómez, m. 46); Sergio García, Verdú, Coutinho; y Uche. No utilizados: Casilla, Amat, Víctor Sánchez, Rui Fonte y Pandiani.
Goles: 1-0. M. 9. Godín cabecea un córner. 1-1. M. 19. Dídac, a pase de Sergio García. 2-1. M. 59. Turan, de chilena. 3-1. M. 61.Turan resuelve un contragolpe.
Árbitro: Clos Gómez. Amonestó a Gabi, Godín, Javi López, Falcao, Héctor Moreno.
Estadio Calderón. 40.000 espectadores.
Economizó los esfuerzos el Atlético de inicio, sin pensar que en cada balón se jugaba su futuro. Se trataba de administrar el depósito, de fiarse a la calidad técnica más que al derroche físico. Fórmula que no le funcionó al extécnico Gregorio Manzano al inicio del curso y que tampoco deslumbró al Espanyol, empecinado en entrecortar la raíz del juego rival, atinado al ejecutar la presión en las zonas calientes. Toda una penalidad para Gabi y Tiago, reducidos al papel de espantapájaros; el balón apenas pasó por sus pies y cuando lo hizo, no dieron soluciones al juego, con el aliento del rival en la nuca para que no se giraran, torpes en la distribución para descontar líneas, desconfigurados en los desplazamientos largos. Era un fútbol tosco y vertical, confiado a unos chispazos que tardaron en llegar.
La electricidad la ponía Sergio García, inquieto sobre el tapete, hábil para crear el desorden. Le ayudaron las repetidas permutaciones con Coutinho y Uche, movimientos en pos del desaguisado, todo un tormento para la zaga del Atlético, lento en la recomposición y los movimientos laterales. El problema blanquiazul, sin embargo, se focalizó en la sala de máquinas, donde Baena y Romaric funcionaron tan bien como destructores y tan mal como generadores de fútbol. Coyuntura que repercutió en la intermitencia de Coutinho y en el anonimato de Verdú. Pero Sergio García estaba en todas y sacó oro de la destensión adversaria, cuando Gabi decidió marcarle únicamente con el rabillo del ojo, cuando se ganó la línea de fondo y sacó un pase de la muerte a la llegada de Dídac, que, trastabillado, acertó a firmar el gol con un disparo que besó el larguero antes que la red. Fue el empate y la muesca del Espanyol, el único motivo de celebración. Para festejos, hasta que se diga lo contrario, está este Atlético efervescente, hábil para cambiar de cara como Mr. Potato.
En la carencia de ingenio del primer acto, los rojiblancos tiraron de la estrategia
En la carencia de ingenio, los rojiblancos tiraron de la estrategia. Falcao no puso el lazo al centro lateral de Diego y Godín, después de un barrido por parte de dos compañeros en un córner, se cobró el puesto y el remate, el gol. Era la constatación de que a este equipo le sobra punch, de que no necesita de alardes para desfigurar al rival. Pero con el balón entre los pies, mejora sobremanera, puro fútbol de salón como expresó en el segundo acto, con Mario Suárez como motor, con Salvio —excepcional en la carrera y el quiebro— como picante y con Arda Turan como estilete. Así, Salvio puso el centro al segundo palo y Turan resolvió con una tijereta preciosa, un golazo que reverberó en el Calderón. A la siguiente jugada, el turco volvió a pedir el balón, se marcó dos regates con la cintura y soltó un tiro raso que tocó Cristian Álvarez con el guante, chocó en el poste y luego besó la red.
Sanseacabó lo que se daba porque el Atlético ya no perdió la ambición ni el balón, porque este equipo está desatado.
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