A los 36 años, Freire se descubre atacante
El cántabro, capturado a pocos metros de la meta de una Amstel ganada por Gasparotto
“Que gane cualquier carrera, que lo gane todo si quiere, pero, por favor, que no nos gane la Amstel”. Así hablaba Erik Breukink sobre Óscar Freire hace unos meses cuando el Rabobank dio un portazo en las narices al cántabro. “Qué fastidio, en el Cauberg he reventado”. Así habló Freire después de terminar cuarto en la Amstel, una carrera que lideró hasta tener a un suspiro la pancarta de meta, no más de 100 metros de la inclemente cuesta del Cauberg, con un ataque insensato a falta de siete kilómetros. Ganó Gasparotto, un italiano muy rubio de escaso historial que corre en el Astana y es especialista en eso, en el arte que hace grande a Freire, el de solo aparecer en pantalla llegado el momento de levantar los brazos.
CLASIFICACIÓN FINAL
1. Enrico Gasparotto (Astana), 6h 32m35s.
2. Jelle Vanendert (Lotto), mt.
3. Peter Sagan (Liquigas), a 2s.
4. Óscar Freire (Katusha), a 2s.
5. Thomas Voeckler (Europcar), a 2s.
6. Philippe Gilbert (BMC), a 2s.
7. Samuel Sánchez (Euskaltel), a 2s.
17. Daniel Moreno (Katusha), a 12s.
22. Alejandro Valverde (Movistar), a 22s.
24. Joaquim Rodríguez (Katusha), a 22s.
Ese no fue el Freire de la Amstel, precisamente, que a los 36 años se reinventó en atacante de una manera sacrificada, generosa y casi genial, un color más, inesperado, en su paleta. Recién coronado el Keutenberg, cuando a la gran clásica holandesa, la de las suaves colinas de Limburgo y las cuestas de alrededor de Maastricht, no le quedaban más que siete kilómetros, seis de ellos de falso llano y viento en cara, y el último de ascensión dura, la 31ª y última de los 256,5 kilómetros, a Freire entre toses se le acercó su compañero de equipo Purito Rodríguez, el gran favorito de los especialistas, y le dijo que no se sentía bien, o no tan bien como para ganar en el sprint final, que habría que sacarse otra táctica de la manga. “Y yo pensé que la carrera estaba en un momento complicado, que iba a ser difícil controlar todos los movimientos”, dijo el triple campeón del mundo, quizás recordando cómo el miércoles se le escapó la Flecha Brabanzona (quedó segundo) porque el grupo en el que marchaba dejó escaparse a Voeckler. Así, para sorpresa y alegría, decidió Freire hacer de Voeckler y solo quizás la desesperación final de Gilbert, el ganador de los dos años anteriores, oscuro hasta ahora esta temporada, que lanzó de lejos y desenfrenado el sprint del Cauberg, justo en la zona del 13%, privó a Freire de una extraordinaria victoria. Al final, quedó cuarto.
Consuelo para el cántabro del Katusha deberá ser al menos que el próximo Mundial, que se jugará en otoño en estas mismas carreteras, en estas mismas campiñas que a mediados de abril dejaba lucir ya árboles en flor, la meta estará fijada no en la misma cima del Cauberg, sino 1,6 kilómetros más allá, tras el descenso, lo que le dará más posibilidades tácticas. Consuelo para el resto de los españoles con esperanzas, Samuel y Valverde, será difícil encontrar: su participación, siempre en el primer grupo, siempre a la espera, siempre a rueda, no tuvo en el desarrollo de la carrera más peso que el de su presencia sin más.
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