El Sevilla se orienta hacia Europa
Los de Míchel ascienden en la tabla tras superar (3-0) con comodidad a un Zaragoza sin argumentos
Manolo Jiménez contemplaba su obra en un palco privado del Sánchez Pizjuán. Un Zaragoza hecho a imagen de un entrenador de garra, de mucho carácter, con una forma de entender el fútbol que no conoce la más mínima diplomacia. Volvía el andaluz a la que fue su casa y no pudo sentarse en el banquillo, sancionado, muy tocado por el triunfo milagroso del Villarreal y con una idea entre ceja y ceja: no dejar jugar al Sevilla. Intimidación, faltas y aglomeración de jugadores en el centro del campo fueron las premisas básicas de los de Jiménez, que se jugaban la vida en Nervión.
El planteamiento del Zaragoza, tan precario como antiguo, se desmoronó como un castillo de naipes a los once minutos. Un saque de esquina de Luna lo remató a la perfección Fazio. El gol desmontó al Zaragoza y lo dejó sin ideas, aunque no por ello dejó de emplearse con contundencia, en especial con Navas y Negredo. El remate del central argentino sentó las bases del triunfo del Sevilla, más práctico que bonito, que le pone con 45 puntos y con los puestos europeos al alcance de la mano. En esta progresión del conjunto de Míchel se hace indispensable destacar, una vez más, la aportación de Navas, incansable, perseverante, rápido y eficaz. Su catálogo de aportaciones al juego del Sevilla se hace interminable. Dio el tercer gol local y buscó siempre el suyo, aunque, desgraciadamente, se perderá por acumulación de amonestaciones el duelo del próximo lunes en Getafe. Pablo Álvarez, pasado de peso, sufrió una barbaridad ante la insistencia del internacional.
SEVILLA, 3 ZARAGOZA, 0
Sevilla: Palop; Coke, Fazio, Escudé, Fernando Navarro; Navas, Medel, Trochowski (Campaña, 72), Luna; Manu del Moral (Babá, m. 62) y Negredo (Rakitic, m. 83). No utilizados: Varas; Deivid, De Mul y Luis Alberto.
Zaragoza: Roberto; Lanzaro, Mateos, Paredes, Álvarez; Pinter (Oriol. m. 46), Apoño (Zuculini, m. 35), Micael; Luis García, Postiga y Lafita (Aranda. m. 70). No utilizados: Leo Franco; Da Silva, Dujmovic y Obradovic.
Goles: 1-0. M. 11. Fazio. 2-0. M. 28. Negredo. 3-0. M. 43. Negredo.
Árbitro: Fernando Teixeira Vitienes. Amonestó a Pinter, Navas (acarrea suspensión), Paredes, Mateos,
Ramón Sánchez Pizjuán: unos 30.000 espectadores.
Míchel asistió con tranquilidad a la demostración de eficacia de su equipo, que se fue gustando con el paso de los minutos a medida que el Zaragoza, más relajado en sus demostraciones guerreras, enarboló la bandera blanca. No le hizo falta mucho más. El equipo maño apenas se expresó en ataque. Solo Apoño pudo marcar, cómodo ante Palop, en una mala cesión de Manu del Moral. Decidió reservarse para futuras batallas, aunque la guerra que mantiene por lograr la permanencia se antoja más que complicada. Siete puntos le separan del Villarreal.
El Sevilla, mientras, se prepara para la suya a medida que Negredo recupera la senda del gol y el equipo exhibe cierto brillo, apenas conocido en la era de Marcelino en el banquillo. Míchel, que se orienta bien, ha sabido recomponer la figura del Sevilla, un equipo que poco tiene que ver con el de su reciente época gloriosa, pero con argumentos suficientes aún como para ser un candidato para pelear incluso por la cuarta plaza. A Marcelino lo devoró el entorno y su incapacidad para gestionar un vestuario complicado. Míchel, al que avalan 20 años de futbolista, se ha limitado a poner a los mejores en el campo y a no complicarse jamás en una rueda de prensa. Gana los partidos que tiene que ganar, como el de ayer, ante un Zaragoza rendido desde el segundo gol, y tiene al Sevilla con opciones sólidas de volver a participar en competiciones europeas por novena temporada consecutiva. Si lo logra, tendrá muchas opciones de seguir entrenando en la capital de Andalucía. Solo la clasificación para la Liga de Campeones, mucho más complicada, se lo asegura de forma automática, según su contrato.
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