Fútbol y sentimientos
El Madrid más apremiado se reta con un Atlético distraído en la Liga y aferrado al ‘espíritu Simeone‘
El fútbol, un juego de azar, congenia poco con la intolerancia ante la adversidad. Solo aquellos que sueñan su propio partido frente al espejo, ajenos por completo al fútbol de campo, acaban por conspirar contra su equipo de tanta conspiración imaginaria. Le ocurre al técnico del Madrid, José Mourinho, ya sea cuando se expresa en primera persona o a través de sus portavoces. No le sucede a la gente con el fútbol en las entrañas, los que comprenden la naturalidad del juego, sus guiños. Es el caso de Casillas, lógico, sensato, prudente y futbolero en sus declaraciones tras el encuentro contra el Valencia. En su fuero interno, el capitán madridista abandonó el domingo Chamartín con un sentimiento inequívoco: el único conchabado contra el Madrid fue Guaita. Como Casillas lo ha sido tantas veces para otros, o este mismo curso Javi Varas para el Barça o Toño para el Atlético.
Si apela a cuestiones ajenas al juego, el líder puede ser víctima de sí mismo
Por más que calle Mourinho y su eco sea cosa de los subalternos, al Madrid le anticipa su fútbol, del bueno, del muy bueno, casi toda la temporada. Sus imprevistos e inmerecidos empates del último mes en nada rebajan al líder cuando faltan seis jornadas. Los mejores equipos de la historia se han gripado alguna vez y este Madrid llega al Manzanares con cuatro puntos de ventaja (solo 14 perdidos de 93), 100 goles a favor y toda la plantilla en plenitud física, incluidos Di María, al que hoy se presume titular, y Ramos, que ya ha cumplido su sanción. Solo el Madrid puede ser víctima de sí mismo si desde el alto mando se insiste en buscar fantasmas. El fútbol sin más, el puro fútbol, ha estado y está de su lado. Sus números con el Atlético, también. Los rojiblancos no derrotan a sus vecinos desde hace 12 años y medio (1-3 en el Bernabéu).
El Atlético, a 37 puntos del Madrid, llega a la cita con más decibelios que arte y puntos. En la Liga, la llegada de Simeone ha surtido más efecto sentimental que competitivo. La hinchada ha encontrado sosiego en el técnico, uno de los suyos, y han escampado los truenos contra Manzano. El equipo, sólido en Europa, ha sido demasiado irregular en las causas domésticas. Ha hallado respuestas individuales, en buenos jugadores como Falcao, Diego, Arda y Adrián, pero pocas veces ha sido sinfónico. O le ha faltado gol o se ha desabrochado en la defensa.
Ante el Madrid, con las bajas de Miranda, Salvio y Mario Suárez por sanción, Simeone tampoco sabe si podrá tirar de dos solistas tan distinguidos que son la única referencia ofensiva del plantel: Falcao y Adrián, con gripe, no se entrenaron ayer. En la retina, el mejor recuerdo para el Atlético, su forma de plantar cara al Barça en el segundo tiempo en el Calderón. Pese a la rivalidad, Simeone lanzó ayer un mensaje de calado: “Ganar para fastidiar es solo de mediocres. Si queremos crecer, tenemos que mirar hacia adentro”.
Para el Madrid también hay buenos recuerdos, no solo sus estadísticas ante el Atlético. Tras los empates con el Málaga y el Villarreal, apeló al fútbol y barrió a la Real y Osasuna. No hay mejor remedio que el fútbol. Las coartadas de Mourinho en nada ayudan a un vestuario que no las necesita. Con angustia y crispación, las piernas no responden igual.
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