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“¡Pero chuta!”

A los azulgrana les falla el instinto goleador tras 29 partidos marcando en el torneo

N. T.
Messi intenta un disparo ante Ambrosini
Messi intenta un disparo ante AmbrosiniOLIVIER MORIN (AFP)

El Barcelona no vio puerta en Milán, toda una noticia. El actual campeón de Europa no se quedaba sin marcar en un partido de la Champions desde que se le heló la pólvora y empató (0-0) en Kazán el 4 de noviembre de 2009 contra el Rubin. Veintinueve partidos consecutivos llevaba marcando en Europa. Hasta el del miércoles. No será que no lo intentó. Atacó bien y tuvo ocasiones: 18 remates se le contabilizaron. “Eso tiene mucho valor”, destacó Pep Guardiola. “La sensación de juego ha sido buena”, apostilló Mascherano.

El caso es que el Barça dominó el partido y remató mucho, pero mal. Solo seis tiros vieron la portería. Tuvo mucho la pelota, pero le costó moverla con fluidez y tampoco el Milan le dio opciones para encontrar rendijas: rara fue la jugada de ataque azulgrana que no encontró cinco milanistas esperando al borde de su área. El equipo llegó a Milan con una media de 3,75 goles por partido y se secó. Le faltó el instinto de su última visita a San Siro, este mismo curso en la fase de grupos, cuando encontró más espacios, llegó menos y decidió mejor para ganar (2-3).

En la comparación entre estos dos últimos partidos falta un nombre: Villa. Jugó El Guaje el pasado noviembre y fue el más tenaz de los atacantes del Barcelona: remató cinco veces (una más que Messi) y, aunque el asturiano no marcó, aportó esa querencia vertical y esa facilidad para enfocar la puerta. Justamente el egoísmo que se le echa en falta a Alexis. “¡Pero chuta!”, gritó, desesperado, Iniesta al chileno después de que combinara con Xavi cuando podía haber tirado. Alexis solo remató una vez en todo el partido. Si en Palma no tuvo reparos en reconocer que no llegó a tocar el balón en el primer gol del Barça y señaló a Messi, en Milán, de nuevo, confundió el grano y la paja. Le costó reclamar protagonismo individual. “Está aprendiendo”, le disculpan en el vestuario. “Paciencia”, piden en el cuerpo técnico, satisfechos del rendimiento del joven sudamericano, todavía en fase de adaptación futbolística y personal.

“Me voy mal porque el equipo no ganó. Y, sin hacer un gran partido, lo mereció más”, reivindicó Messi

“Nos faltó el gol”, resumió Messi tras el partido. Como acostumbra, el argentino tiró más que ningún otro compañero (seis remates, dos a puerta) y admitió irse con mal cuerpo de San Siro. “Me voy mal porque el equipo no ganó. Y, sin hacer un gran partido, lo mereció más”, reivindicó La Pulga, que lleva 12 goles en los ocho partidos que ha jugado este curso en Europa y al que cada vez es más frecuente ver en el campo dar órdenes a sus compañeros, en especial a los más jóvenes.

“¡Levanta la cabeza!”, le dijo a Cuenca contra el Granada. “¡Centra!”, reclamó a Tello en una jugada contra el Milan cuando desbordó y tiró a puerta buscando el palo corto de Abbiati. “Hace tiempo que no juega solo pensando en él, que aprendió a escoger en función de la necesidad del juego”, resaltó hace meses Menotti.

Messi es el líder indiscutible del Barcelona y, en consecuencia, aconseja y manda como corresponde al tres veces balón de oro, como si, en vez de 24 años, fuera un veterano de 31. Como Di Stéfano, Pelé o Cruyff, Messi ha llegado a saber lo que tiene que hacer él y lo que deben hacer los demás. “Confiamos en tener más acierto en la vuelta. Será importante marcar pronto para que se abran”, concluyó señalando el camino que debe llevar al Barça a las semifinales de la competición.

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Sobre la firma

N. T.
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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