Mucha finura y poco arrebato en Nervión
La espléndida conexión entre Xavi, Iniesta y Messi embellece al Barça y desarma al Sevilla
Anda fino el Barcelona y no hay quien pare a Messi, victoriosos equipo y jugador desde la derrota en Pamplona, el encuentro que pudo marcar la suerte de la Liga. Los azulgrana se marcaron un partidazo individual y colectivamente en un estadio tan exigente como el Pizjuán. No hay cacique ni arrebato que valgan frente el Barça cuando el fútbol de Xavi e Iniesta confluye con los goles de Messi. La sintonía barcelonista no admitió replica del Sevilla, extraviado, en tierra de nadie, después de ser el rey del mambo.
Desorientados, los sevillistas están ahora mismo a medio camino de todo, de la gloria y de la miseria, a merced de los equipos bien acabados como el Barça, que pasa por un momento dulce de juego. Los azulgrana resuelven cualquier contienda, fácil o difícil, con una cierta naturalidad, de manera que parecen dispuestos a no regalarle la Liga al Real Madrid. Así lo indica su actuación en el Nervión, un homenaje a Abidal y Basora y también un acto de fe en su fútbol de seda.
SEVILLA, 0 – BARCELONA, 2
Sevilla: Palop; Luna, Spahic, Escudé, Fernando Navarro; Navas, Medel, Rakitic (Trochowski, m. 58), Reyes (Perotti, m. 64); Del Moral y Kanouté. No utilizados: Javi Varas; Negredo, Babá, Cala y Deivid.
Barcelona: Valdés; Alves, Piqué, Mascherano, Adriano (Puyol, m. 85); Xavi (Alexis, m. 75), Busquets, Iniesta; Cesc (Keita, m. 68), Messi y Pedro. No utilizados: Pinto; Thiago, Muniesa y Tello.
Goles: 0-1. M. 18. Xavi. 0-2. M. 25. Messi.
Árbitro: González González. Mostró tarjeta amarilla a Spahic, Piqué, Escudé, Medel y Pedro.
Sánchez Pizjuán. Unos 40.000 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria del internacional del Barça, Estanislau Basora.
El Barcelona salió a jugar en el Sánchez Pizjuán como si estuviera en el Camp Nou, como si enfrente tuviera al Bayer Leverkusen, nada de concesiones, dispuesto a marcar las diferencias a partir de su tradicional quinteto de cuerda (Xavi-Busquets-Iniesta-Cesc-Messi) y de dos laterales (Alves-Adriano) que le dan al tambor sin reparar en los extremos (Navas y Reyes). A Guardiola, confiado en las correcciones de Mascherano y la salida de balón de Piqué, incluso le sobraba el capitán Puyol.
Acertó en su apuesta el entrenador del Barça porque su equipo pudo haber resuelto el partido a la media hora después de contar cuatro ocasiones que muy bien pudieron acabar en cuatro goles, sobre todo por la exquisitez de las jugadas, todas generadas en la segunda línea, punto de encuentro del fútbol de los muchachos de Guardiola. Atacaban Alves y Adriano, retrocedía Messi, presionaba Pedro y combinaban Iniesta y Messi. Ni una palabra del Sevilla, hipnotizado por el rival, entregado a Palop.
El veterano portero del Sevilla le sacó un remate envenenado a Pedro y a Iniesta se le escapó por un dedo un tiro que cuando salió de su bota iba directo al marco del Sevilla. No perdonaron, en cambio, Xavi en un libre directo ni tampoco Messi, más artista que nunca, delicioso en el caño a Spahic y estupendo en la vaselina a Palop. El gol de la Pulga paralizó definitivamente al Sevilla. Ya nada fue igual después del gol de Messi, el 31 de la Liga, el 51 de su cuenta esta temporada, el 231 de su carrera frente a los 235 de César.
Ni una palabra del Sevilla, hipnotizado por su rival y entregado a Palop
Obligados a defender, los muchachos de Michel solo llegaron al área del Barça en acciones episódicas, mal defendidas. Del Moral cabeceó al larguero y Valdés rebañó como un gato una pelota que se había ganado de manera muy puñetera Kanouté. No hubo más respuesta andaluza antes de llegar al descanso, rematado por una parada de Palop a tiro de Cesc. Mandaba el Barcelona, aseado y sincronizado, excelente en la presión, precioso en el despliegue, amo y señor del partido.
Tocaban los azulgrana de punta a punta, de banda a banda, a lo largo y a lo ancho, siempre de forma continuada, sin picos. Aunque su fútbol reclama a veces la presencia de un ariete para que deje el balón de una puñetera vez en la red, el debate se enfría cuando se pregunta por el medio que debería saltar de la alineación, más que nada porque hasta Pedro ha recuperado el punto de forma que le llevó a ser una celebridad. Al canario solo le falta reencontrarse con el gol, esquivo también en Sevilla.
No tiene zagueros ni sabe defender el Sevilla, de manera que no le quedó más remedio que atacar al Barcelona con 0-2. Los barcelonistas tomaron sus precauciones y el partido decayó, perdió armonía e interés, se tornó discontinuo, más embarullado y conflictivo. Tuvo sus momentos el Sevilla y pudo remachar el Barça, liderado por las manos de Valdés y el borceguí de Iniesta, cada vez más futbolista, generoso en el toque y el mando, auxiliador de Xavi, que ya suma más goles que nunca: 13.
Ya nada fue igual después del gol de Messi, el 31 en Liga, el 51 de su cuenta
A los chicos de Michel les falta un punto de suerte para despegar y el equipo de Guardiola le sobran recursos para administrar su actual estado de gracia. Le tenían ganas los azulgrana al Sevilla después que su calvario empezara en el Camp Nou cuando Javi Varas le paró un penalti a Messi que le dio el liderato al Madrid. Hoy Varas es suplente de Palop y el Barcelona está a siete puntos del Madrid a la espera del partido que disputa hoy contra el Málaga en Chamartín.
A la espera del marcador del Bernabéu, Messi se siente dichoso por sumar 14 goles en los últimos seis partidos, 14 en 17 al Sevilla, y el Barcelona se felicita por haber encadenado siete victorias consecutivas. A falta de puntos, en el barcelonismo se impone la moral de victoria y disfrutar del juego de su equipo, felizmente recuperado después de unas duras navidades.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.