La reconversión de Miranda
Simeone cambia la arriesgada forma de jugar del central brasileño para hacerle más fiable
Enfundado en un chándal azul mecánico, con su sempiterna cabellera rizada estilo funky, Luiz Pereira pulula con lentitud cansina por el campo de entrenamiento del Atlético B en Las Rozas. La estampa le da aires de entrenador setentero. Camina con el mismo paso calmado que en sus tiempos de malabarista del área, aunque en su caso fuera en la que le tocaba defender. Pocos defensas en la historia han interpretado el juego de forma tan lúdica como temeraria cerca de su portería.
Entre bocanada y bocanada de humo, Pereira reflexiona con pausa sobre la extinción de los centrales de buen pie para sacar el balón jugado: “El fútbol ha cambiado. Si miras a los equipos de la Liga, el Barça es el único que sale muy bien desde atrás y el Betis intenta alguna cosita, pero el resto son horrorosos. En el Atlético, Godín lo hace bien y Miranda podría, pero aún no tiene la confianza suficiente para hacerlo como lo hacía en Brasil”.
Miranda (Paranavai, Brasil; 1984) es uno de los futbolistas del Atlético resucitados desde la llegada de Diego Pablo Simeone, aunque cambiando su estilo. “Ahora juega más fácil, sin complicarse. Simeone le había visto jugar, seguramente en partidos de la Copa Libertadores, y sabía de su potencial. Pero, de momento, no quiere que se arriesgue con la pelota. Defensivamente, es alto, rápido y duro. Ha crecido junto a Godín, más tranquilo y asentado”, le analiza Pereira.
“El entrenador le ha transformado en un zaguero más sobrio”, dicen en el vestuario. Tanto ha reconvertido Simeone a Miranda que hasta le ha cambiado la manera de golpear el balón en los despejes. Un día tras otro, el entrenador argentino le ha insistido en la necesidad de no complicarse con la pelota. Le ha obligado a alejar el peligro con un golpeo seco y potente para alcanzar la mayor distancia posible. “El míster ha estado muy encima de él desde el principio. Nadie dudaba de su calidad, pero tenía esa tendencia de algunos defensas brasileños a irse de los partidos”, insiste un futbolista rojiblanco.
Miranda ha formado una pareja sólida con Godín que hoy será medida por el caudal ofensivo del Barcelona. “Sin duda, va a ser una prueba buena para él. Vamos a ver qué pasa”, se pregunta, intrigado, Pereira.
Durante la efímera etapa de Gregorio Manzano, Miranda quiso jugar a ser defensa como lo era en Brasil. Apostaba a todo o nada tanto en los cruces al corte como en la salida de la pelota. Esas alegrías, que le costaron alguna pifia que otra, las pagó con la suplencia y la desconfianza del anterior cuerpo técnico. Tanto que en diciembre se veía fuera del Calderón. Dos clubes de su país, el Internacional y el Gremio de Portoalegre, se interesaron por su contratación.
En el Atlético le ven ahora más tranquilo y seguro de sus posibilidades. “Es un chico un tanto reservado”, dice Pereira. Miranda se relaciona principalmente con los jugadores de habla portuguesa. En los viajes y las concentraciones juega al truco, una especie de mus que triunfa en Sudamérica.
Miranda llegó al Atlético en junio, vía São Paulo, avalado por sus cuatro nominaciones como mejor defensa del campeonato brasileño y sus cinco internacionalidades con la selección pentacampeona del mundo. En Brasil también vivió una tesitura difícil cuando regresó tras una primera y breve aventura europea en el Sochaux, francés. Fichó por el São Paulo para cubrir la vacante del central uruguayo Lugano, con el que se le comparaba en sus primeros partidos, aunque eran muy diferentes. “Tuve que imponer mi personalidad porque yo era distinto de Lugano. Él era más fuerte y duro. Yo tenía más técnica”, recordaba en una entrevista en la revista brasileña Placar.
En los siete partidos de Liga disputados desde que Manzano fue destituido, el Atlético solo ha encajado un gol. Ahora es un equipo más rocoso. Se ha endurecido hasta elevar su promedio de faltas de 16 a 22. Simeone se ha acogido a la ortodoxia que dice que los equipos se arman desde atrás. Siente que esa parte del libreto la tiene bien encaminada. Ayer dejó caer que le preocupa más la manera de hacer daño al Barça que cómo protegerse ante Messi, Iniesta y compañía: “Vamos a jugar como lo venimos haciendo, tratando de ser un equipo corto. Más allá de tratar de cerrar los espacios a un equipo con un gran potencial, tenemos que pensar en cómo atacar. Estamos en esa búsqueda y tratando de encontrar el mejor equipo que, después de recuperar la pelota, que va a ser difícil por las características que tiene el Barça, sepa cómo maniobrar en el ataque”.
Sin Diego y con la duda de Arda, ambos lesionados, Simeone apunta a un plan que tiene que ver mucho con la seña de identidad más celebrada en el Calderón: el contragolpe. “Hay que atacar con velocidad. Es difícil encontrar lugares por donde lastimar al Barça. Los números hablan por sí solos”, afirma el técnico rojiblanco.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.