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FÓRMULA UNO

El cronómetro... ni mirarlo

Los equipos de F-1 usan muchas variables en la pretemporada para despistar a los rivales

Oriol Puigdemont
Fernando Alonso, con su Ferrari, en los entrenamientos de ayer en el circuito barcelonés de Montmeló.
Fernando Alonso, con su Ferrari, en los entrenamientos de ayer en el circuito barcelonés de Montmeló.PAUL GILHAM (GETTY)

Resulta difícil encontrar un discurso en el que coincidan todos los equipos del Campeonato del Mundo de fórmula 1. Pero lo hay. Se trata de ese que se articula alrededor de una frase una y mil veces repetida en la pretemporada: “A estas alturas, los tiempos que marquen las pantallas no sirven para nada; no son significativos”. No es que efectivamente esos registros no sirvan para nada, sino que interpretarlos se convierte en una misión casi imposible porque existen demasiadas variables en juego y, además, hay que tener en cuenta que se especula con ellos para despistar a la competencia tanto como sea posible. Como sucedió ayer en las primeras sesiones en el circuito barcelonés de Montmeló. “En este tipo de entrenamientos, el tiempo que marca la pantalla solo es útil para el equipo y el piloto porque sus técnicos y él son los únicos que saben en qué condiciones lo han hecho”, advierte Toni Cuquerella, ingeniero jefe de Hispania.

Consulta en un gráfico animado la evolución de los tres coches que ha conducido el español en la escudería italiana, por MARIANO ZAFRA
Consulta en un gráfico animado la evolución de los tres coches que ha conducido el español en la escudería italiana, por MARIANO ZAFRA

La Federación Internacional del Automóvil (FIA) lleva años fomentando la espectacularidad del certamen y se vuelca en ello al abrir el abanico de estrategias introduciendo distintos elementos. El factor más determinante es el nivel de carga de combustible. “En Jerez o en Montmeló, por ejemplo, basta con meter al coche 30 kilos más de gasolina para que, de media, tu tiempo se vea incrementado en un segundo”, explica Cuquerella. Y clarifica: “En ese caso, lo único que tienen que hacer los técnicos es tomar como referencia aquello que marque el cronómetro y añadirle ese segundo. El problema es que solo ellos sabrán que están llevando a cabo ese ejercicio. O sea, nadie se fía de nadie”. Cuando un bólido circula lleno de combustible, su peso aumenta unos 140 kilos respecto a cuando está vacío. Esa diferencia, en Montmeló, supone 4,2 segundos por vuelta.

Luego están el KERS (sistema de recuperación de la energía cinética en las frenadas) y el alerón trasero móvil (DRS), que, combinados, pueden llegar a tener un impacto en el reloj de hasta dos segundos más.

Estas tres variables, a la vez, son capaces de contaminar el potencial real de un monoplaza en más de seis segundos, una eternidad que lleva a los equipos a optimizar tanto como pueden sus apuestas para después, en la primera sesión cronometrada del año, quitarse la careta y mostrar sin reservas el resultado del trabajo de todo el invierno.

En esa tesitura están en todos los garajes, aunque los hay que parecen tener más trabajo que otros. Ferrari es uno de los que más trajín lleva desde que el pasado 3 de febrero presentó el F2012. Después de completar los cuatro primeros días de entrenamientos en Jerez, la Scuderia ha arrancado en Montmeló con deberes pendientes. El problema, en su caso, es que la complejidad de algunos componentes está complicándoselo a los técnicos. A ello se añade “el pequeño problema mecánico” que, según el propio equipo italiano, tuvo ayer a Fernando Alonso, que completó 75 giros, de brazos cruzados cerca de dos horas, un tiempo precioso si se tiene en cuenta que las escuderías solo disponen de siete jornadas más de ensayos, El español terminó el quinto, a ocho décimas de segundo de Sebastian Vettel, el más rápido. Aunque, por ahora y como admitió el alemán, “todo se basa en las sensaciones dentro del coche”. “Y las mías son mías”, concluyó el actual campeón mundial.

Lotus vuelve a casa

Romain Grosjean salió a la pista por la mañana al volante del Lotus E20y nada más dar siete vueltas percibió que algo no iba bien en el coche. El franco-suizo se refugió en el taller y transmitió sus incomodidades a los técnicos, que poco después descubrieron un fallo en el chasis del bólido y decidieron dar por finalizada la jornada. La escudería empaquetó la pieza defectuosa y la mandó de vuelta a su sede, en Enstone (Reino Unido). El chasis era una variante del que ya empleó en Jerez, donde Grosjean y el finlandés Kimi Raikkonen totalizaron 1.788 kilómetros sin notar nada raro.

El problema tomó cuerpo con las velocidades que los prototipos alcanzan en Montmeló, mucho más altas que las del circuito gaditano. Realizadas algunas simulaciones en su cuartel general, el equipo decidió plegar velas y volverse a la fábrica para trabajar en los dos chasis de que dispone. “Hemos completado algunas pruebas aerodinámicas y después nos hemos dispuesto a bajar el tiempo. Entonces me he dado cuenta de que el coche no respondía como debía”, reconoció Grosjean.

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