El 'ladrón' de la Copa
Prigioni iguala el récord de robos en el torneo (44) y comparte el de la Euroliga (320)
Harto de sufrirle en los entrenamientos cuando ambos jugaban en el Madrid, Sergi Vidal acabó buscándole nombre a aquel martirio: “¡La Prigionina!”, gritaba el catalán a cada robo de Pablo Prigioni, quien busca hoy ante el Barça la final de la Copa como jugador del Caja Laboral. El base es mal cliente para sus oponentes. Por algo le llaman El Mono: al sumar cuatro recuperaciones en los cuartos, ante el Lagun Aro, Prigioni igualó el récord de la competición (44, como Jordi Villacampa; 1,8 de media), récord que también comparte en la Euroliga (320, como el griego Theo Papaloukas; 1,7 de media). El argentino es el ladrón de la Copa.
“Pablo tiene tanta habilidad y unos brazos tan largos que en Argentina, donde les gustan mucho los apodos, le llaman El Mono”, se arranca Óscar Quintana, el técnico que le hizo debutar en la ACB. “Cuando le fichamos para el Fuenlabrada, en la 1999-2000, se reconvirtió de escolta a base y enseguida se vio su habilidad para robar sobre primer bote, dar ventaja al atacante y luego recuperarle el espacio, y también para presionar la línea de pase”, añade sobre el jugador de 34 años. “Tiene una facilidad pasmosa, solo equiparable, que yo recuerde, a la de Ricky Rubio [su media en la ACB fue de 1,8 recuperaciones] y Kenny Simpson [exjugador del Barça y del Manresa que promedió 2,3 robos]”.
Una cosa distingue a Prigioni, que también tiene el récord de asistencias de la Copa (105, a 4,3 por partido), de esos especialistas. En un mundo de gigantes, él es un hombre normal. En un territorio reservado para portentos físicos, él sobrevive gracias a su instinto. Allí donde Papaloukas mide dos metros, Villacampa 1,96m, Simpson 1,95m y Rubio 1,92m… Prigioni se queda en un magro 1,86m.
“Pero es que Pablo engaña”, dice Quintana; “porque tiene mucha más envergadura de lo que parece”. “Por eso mete la mano y se lleva premio. Hay robos que son made in Prigioni. Por ejemplo, ese en el que se hace el despistado sobre el saque de línea de fondo del rival, le hace creer al otro base que recibirá sin oposición, y de repente acelera. También roba sobre dribling... ¡Y eso es muy difícil!”, añade sobre el hombre que guió a Argentina hasta el bronce olímpico en Pekín 2008. “Explota sus condiciones físicas, tiene una gran coordinación oculomanual y recupera muy bien la posición cuando no roba”. Prigioni, todo un caudillo ha conquistado ya tres Copas. Hoy busca mantener vivo el sueño de la cuarta. Ya se sabe cuál será su propuesta: mandar, tirar, mirar hacia otro lado… y a robarle la cartera a algún despistado.
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